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La rebelión de los desdeñados: América 0-3 León

LOS ÁNGELES -- La noche de los desechados. La noche de los desdeñados. La noche de los despreciados. Tus enemigos son mis enemigos. Las firmas de los exiliados J. J. Macías y Ángel Mena. América 0-3 León.

Cuando el Estadio Azteca y la clientela del oportunismo esperaban la noche de exaltación de los refuerzos del América, los costosísimos Nico Benedetti y Nico Castillo, los titulares se los hurtaron dos jugadores menospreciados en Chivas y Cruz Azul.

No fueron sólo ellos. Si bien fue su firma indeleble en la red desconsolada del americanismo, el resto del plantel avasalló. La soldadera verde sitió el Azteca.

León superó al América, en cada rincón de la cancha, y en el pizarrón del entrenador, aunque el cuerpo técnico de El Nido pueda y quiera especular con que el marcador escandaloso no refleja plenamente las señales de humo de la contienda.

América perdió esa virginidad de 23 juegos invicto y de dominio en el Estadio Azteca. La noche de este sábado, el León no fue como lo pintan, fue perversamente peor aún.

Sin duda exacerbados por la trascendencia del rival, los jugadores del León eligieron el paraninfo mediático del Azteca para tasajearlo. Mordieron como es deseable que lo sigan haciendo en el torneo.

J. J. Macías y Ángel Mena, mandaron a sus heraldos de la venganza con fanfarrias directas a Chivas y Cruz Azul, quienes los malbarataron sin haberles dado, en la cancha, un genuino, honesto y leal derecho a réplica.

A Macías lo quisieron enviar a Zacatepec, equipo en el ascenso del director deportivo de Chivas. El jugador no quiso y en León demuestra de qué está hecho. Deberá dar explicaciones ése, al que Ricardo Peláez inmortalizó como #ElPelagatos2.0.

Cierto: Macías no tenía buen ambiente en el vestidor del Rebaño. Claro, no bebía, no se trasnochaba, no acudía a salones de masajes especiales, ni se iba de parranda lesionado y además chocaba, y encima regañaba a los parranderos.

Además de todo eso, Macías estudia idiomas, domina el inglés, tiene preparador físico, nutricionista y coaching, todo pagado de su bolsillo. Le llamaban en Chivas: "El Hugo Sánchez".

Es entendible lo de Chivas... ¿Por qué iban a permitir que semejante manzana sana contagiara a sus manzanas podridas? Especialmente a sus principales detractores: La Chofis López y El Avenger Pulido.

¿Ángel Macías? Pedro Caixinha lo relegó desde el principio. "No le gustaba la forma en que lo veía", explicó en su momento un jugador celeste.

El portugués lo echó de La Noria. Ya Mena le recetó cariñitos en el marcador a Caixinha y ahora al equipo que no lo quiso como refuerzo: América.

¿Las Águilas? Tuvieron una loable y generosa dignidad: encararon la batalla sin recato y con temeridad. Pero León fue superior, los mató en las respuestas verticales, y pudieron hacerle dos más a Marchesín.

Cuando los dos Nicolases estuvieron en la cancha, la tribuna del Estadio Azteca los vitoreó como si fueran los salvadores. No ocurrió. León rezumaba un rencor, una rabia y una fe que les permitía ganar casi cada pelota comprometida.

Y en el podio de las heroicidades, necesario agregar a Rodolfo Cota. Cabalmente por instinto, por reflejos o por esa fortuna ocasional de los arqueros, con la solidaridad de sus zagueros, abortó los numerosos intentos por conseguir anotar.

¿El arbitraje? Parecería que se tragó un penalti para cada equipo. Su trabajo fue errático para ambos lados.

Y claro, una estampa generosa: ese rostro consternado, contraído, mixto, de Nacho Ambriz, después del 0-3. Tenía ese semblante de quien frunce el ceño de preocupación para contener, respetuosamente tal vez, una carcajada estruendosa, revanchista, vindicativa, prolongada, largamente almacenada... porque, sí, era el América.