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La doc-TRI-na del Tata: 'Eeeeh, P...'

SAN DIEGO -- Presión. Posición. Posesión. Precisión... y pasión. En la doctrina de Gerardo Martino no hay secretos. El único secreto es hacerlo bien. Y hacerlo siempre. Y una sexta "P": perfeccionarlo.

Soslayando el resultado ante Chile (3-1), este viernes en San Diego, bajo la prédica de que el marcador se incubó en la probeta del ensayo, la selección mexicana pareció sentirse cómoda en el pizarrón y en la cancha... pero sólo en el segundo tiempo, tras esos primeros 45 minutos de histeria.

Noche de escarceos. De intentos. Los marcadores suelen causar confusiones. Especialmente un 3-1. Éste, incluso, es uno de ellos. Porque México, ciertamente no puede festejarlo, como, obviamente, tampoco puede lamentarlo. El primer tiempo, huele a estigma.

Sin necesidad de libretitas, ni sublimaciones en azul ni reproches en rojo, como otrora gestión, Tata Martino descubrió que el grupo intenta desarrollar lo que se le pide. No fue, obviamente, razonablemente, parejo ese rendimiento. Claroscuros.

Hay quienes, por experiencia, por oficio, porque en su club se parte de esos mismos principios, hicieron mejor la tarea en la cancha en la segunda parte, complicado además porque Chile enfrenta la transición de su equipo con más recato que temeridad.

No es nuevo que el jugador mexicano, entre dócil y noble, termine entendiendo lo que quiere Martino. Otros entrenadores ya se lo han pedido. Pero las dudas se amparan con el primer tiempo.

Por ejemplo, la presión organizada, como obligación general, le ha sido inculcada al jugador mexicano partiendo del principio de que no hay jugadores sobresalientes, sino un clan de medianía. Espíritu mosquetero: uno para todos y todos para uno.

Pero, en la disposición, Tata Martino pretende hacer énfasis en la coordinación. Abandonar posiciones para aumentar la presión en la cancha, puede complicar otro sector o el desdoble mismo cuando se recupere el balón.

Y eso, apostar por reordenarse, para desordenarse, fue una calamidad del Tri en la primera mitad ante Chile.

Por eso, para perfeccionar presión, posición, posesión y precisión, es indispensable ir formalizando una alineación tipo, para que familiarizados, los jugadores se sientan cómodos al saber quiénes y desde dónde, irán colaborando.

Pero, el proceso vivirá sus días críticos antes de la Copa Oro, cuando tenga que trabajar a marchas forzadas, para generar esa identidad de funciones y de colaboración en la cancha. Para no anegarse en otros 45 minutos como los primeros ante Chile.

Este viernes por la noche, México, a pesar de la seriedad casi constante de Chile, encontró en la segunda parte, ventajas y tiempos que evidentemente no va a encontrar cuando viva jornadas de acoso desenfrenado ante rivales del área.

Desde la tribuna, directamente, pueden adivinarse estos esfuerzos, pero a través del juicio seccionado de la televisión, hasta un refunfuño de "pero, si no jugaron a nada", puede terminar por tomarse como razonable.

Por eso, insisto, las pretensiones de Martino requieren de trabajo, ensayos, seguramente dobles entrenamientos y por supuesto partidos de futbol, y claro, cero rotaciones, porque
regresar a ese oscuro recurso, sólo contamina los eventuales avances que se pudieran llegar a tener.

Incluso, más allá de la aspereza e intenciones de los chilenos, el juego ante Paraguay, por su identidad misma, y su momento de incertidumbre, y en La Casa del Terror del 7-0, será aún más prolífico en empezar a diferenciar, quién quiere, quién puede y quién sabe...