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Que preparen los clavos y la cruz para Tata Martino

CHARLOTTE -- Gerardo Martino entenderá pronto la diferencia entre ser un hombre bueno y un buen hombre.

El futbol mexicano es la perversa comadrona que acaba con esas virginidades.

En la conferencia de prensa de este sábado, previa al juego contra Martinica en el estadio de las Panteras de Carolina, el técnico del Tri mostró un candor absoluto, de esos que enternecen.

Hace unos días, Martino pidió tribuna. Pidió sentarse con Yon de Luisa y también pidió plaza ante el pleno de la memorablemente llamada Yunta de Dueños por Sven-Goran Eriksson.

De Luisa hará un espacio en su amplia agenda de ocio. Debe ser aburrida la burocracia del servilismo y seguramente programará en una asamblea de dueños la presencia del técnico del Tri. La democracia perfecta de la dictadura.

Debo decirlo: Tata Martino le puso un pliegue festivo y emotivo a su voz cuando aceptó este sábado que el delfín de Emilio Azcárraga Jean aceptará oír sus inquietudes. Sabrá, en su momento, que en esas esferas del futbol mexicano, hablar no significa ser escuchado y que ser visto no es ser contemplado.

El técnico del Tri expuso algunos puntos de su agenda para esos cónclaves que ha gestionado porque, y eso es respetable y meritorio, cree y quiere hacer el mejor trabajo posible con la selección mexicana.

Martino quiere hablar de la reducción de extranjeros y de la facilidad en la cesión de futbolistas para el Tri, además de otras inquietudes que antes había revelado: Copa Libertadores y Copa América.

Vamos, incluso dentro de esa bonhomía, de esa postura generosamente intencionada, tratará de recortar los tiempos que patrocinadores y propietarios de derechos de transmisión ejercen sobre la intimidad de la selección nacional.

Sabrá pronto que tales diligencias han sido propuestas hasta el cansancio por todos sus antecesores. Los muros de la FMF están encalados con los huesos de las buenas intenciones.

Sus predecesores, hoy tumbas resignadas, pidieron lo mismo de manera pública y privada y lo hicieron a través de charlas directas o de foros públicos o de sus propios dirigentes inmediatos en el organigrama.

¿Creerá Tata Martino que nunca a nadie más se le ocurrió que en el futbol mexicano tales obstáculos, trabas y taras debían ser solucionadas y erradicadas?

Ternurita.

Malas noticias, señor Martino. Sus muy buenas intenciones arden, desde hace tiempo, en la hoguera del desprecio y del menosprecio.

Gerardo Martino fue tan franco y leal, que hasta se sonrojó del atrevimiento en esta misma conferencia de prensa y casi disculpándose, dijo: “Yo no soy el dueño de la verdad, pero quiero compartir mis opiniones para ayudar a la selección mexicana”.

Insisto, peor sería para él quedarse cruzado de brazos. Insisto, peor es que no enristre su lanza ilusa e ilusionada para enfrentar una batalla que él, aún no lo sabe, ya tiene perdida.

Es, incluso, de agradecerse que se sienta capaz de sentarse ante Yon de Luisa y creer que podrá derribar los corruptos y podridos Muros de Jericó del magnífico negocio de los futbolistas extranjeros, el plan viciado de la Copa MX, el flujo multimillonario de promotores y patrocinadores y hasta la transmisión de la Copa América y Copa Libertadores.

Es de agradecerse esa gestión tan genuina y aventurera de mártir. Creer que los directivos del futbol mexicano no saben aún de la importancia de darle prioridad al futbol sobre la farisea voracidad hacia los dineros lícitos e ilícitos.

Que preparen los clavos y la cruz: hay otro espontáneo redentor al que hay que darle una lección.