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¡Cállese Macías, hable sólo en la cancha!

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Álvaro Morales sobre Chivas: No están para nada (1:39)

El 'Brujo' declaró que Cruz Azul hizo lo que quiso con el equipo de Guadalajara. (1:39)

LOS ÁNGELES -- En redes sociales al futbolista le sobran fiscales y le sobran abogados; le sobran condenas y le sobran indultos. Pero sólo tiene un juez supremo: la cancha. Ahí queda expuesto, al desnudo.

Ahí, en el terreno de juego, ni sus miles de fanáticos podrán consumar un gol o una atajada, como tampoco sus miles de inquisidores o 'haters' podrán impedírselo. Al final, son sólo él, sus habilidades, su temperamento y sus circunstancias.

La reflexión encaja con cuatro de los jugadores mexicanos que aún compiten en Europa y sirve de referencia para uno más que sueña, que pelea por incursionar en esas praderas, pero que ha perdido el rumbo en canchas mexicanas.

Mire usted: todos fueron amenazados con un punto final a su carrera. Y reaccionaron: Tecatito Corona en el mismo Porto; Raúl Jiménez tras el Atlético de Madrid; Hirving Lozano a la llegada de Genaro Gatusso, y Héctor Herrera ante el escepticismo de Cholo Simeone.

Y sin embargo, ahí siguen, en Europa. Porque sólo hablan en un sitio, en esa tribuna infalible, donde nadie puede objetarles: la cancha. El poder del grito del silencio.

En México, José Juan Macías tiene más de un año hablando de Europa. Hoy, en su realidad con Chivas, está más lejos que nunca de semejante salto, más allá de que, además, ha sido descartado para jugar ante Pumas este sábado por una lesión.

Su regreso al Guadalajara ha sido menos venturoso de lo esperado. Debió irse al León, porque la camarilla de indisciplinados, de irresponsables que reptaban en el vestidor de Chivas le marginó. Alan Pulido, La Chofis López, entre otros, forzaron a que la queja llegara a través de Carlos Salcido a cuerpo técnico y directivos. “Todos están hartos de él”, fue el inteligentísimo y alcoholizado argumento.

Macías tuvo una magnífica temporada en León. Se asoció con futbolistas comprometidos y de alto nivel. Confirmó lo que se esperaba de él. Chivas logró reincorporarlo. Parecía la alianza perfecta: un tipo hambriento y perfeccionista, y un club urgido de buenos futbolistas y tipos decididos a triunfar.

La ecuación ha fallado. Macías ha dejado huellas de su capacidad, pero también de sus imperfecciones. Ha dejado ir oportunidades de gol muy claras. Y sólo ha logrado entenderse en la cancha con Alexis Vega. Tal vez la observación de Matías Almeyda es más acertada: “Él juega a otra velocidad mental”. Tal vez.

Sus lesiones son peculiares. Un personaje que cuida su alimentación, su recuperación, su descanso, sus hábitos, sus objetivos, debería permanecer sano. Sin embargo, no es así.

Especialistas en medicina deportiva, en congresos de FIFA, han sido contundentes: el estrés provoca una gran variedad de lesiones, aún entre quienes llevan una vida casi monástica fuera de la cancha. Desde una fractura inesperada en el quinto metatarsiano, hasta problemas musculares.

Para Macías, tal vez sin percibirlo, sin ser consciente de ello, hay una brutal diferencia entre ser un jugador trascendente, pero sin sobrecargas de responsabilidad, en un equipo como el León, a ser el presunto adalid, el redentor, el salvador de Chivas, el equipo más popular de México. Semejante agobio a los 21 años lo expone a ese tipo de lesiones.

Pero, además, hay otro escenario: su personalidad. En un mundo atiborrado de egos intransigentes, como un vestidor de futbol, sentó mal en Chivas que quisiera ser el pastor reivindicador de jugadores amantes de la fiesta, la noche, el vino, los jacuzzis y salones de caricias por alquiler.

Además, el mejor discurso del ganador, es el ejemplo dentro de la cancha. Lo decía muy claramente Vince Lombardi, legendario entrenador de Green Bay: “Que tus hechos hablen tan alto de ti que no pueda escuchar lo que tú me dices”. Y Macías, hoy, tartamudea dentro de la cancha.

Poco le ha ayudado su capitán, Jesús Molina, si lo que ha dicho públicamente, nunca se ha atrevido a decírselo en la cara a Macías, de acuerdo a declaraciones hechas a TUDN.

Macías es un tipo ganador, a mí ya me habían hablado antes de que llegara que por ahí era un tipo complicado, que era difícil de tratar. Y sí es un jugador especial porque es un ganador nato, porque tiene una mentalidad fuera de serie”, comentó Molina en una charla en la que pronosticó lo que desde años todo mundo sabe, que La Chofis será uno más del montón.

¿Puede Usted imaginarse el entorno al que regresó Macías en Chivas si ya algunos compañeros lo estigmatizaban dentro del vestidor como “un tipo complicado, que era difícil de tratar”, según lo aceptaba Molina? Era claro que le esperaba una emboscada.

¿Habrán percibido este entrampado en su momento Luis Fernando Tena y Ricardo Peláez, y lo percibirá en estos momentos el mismo Víctor Manuel Vucetich? Grave si no lo detectaron, pero más grave aún si lo detectaron y decidieron no hacer nada.

Aquí le platicamos cómo, cuando Macías llegó al León, lo llamaron aparte los capitanes Rodolfo Cota y Luis Montes, y le explicaron qué esperaban de él, dentro y fuera de la cancha. Le leyeron la cartilla, para que no se equivocara.

Después, conforme descollaba en el León, empezó a aparecer hasta en las cajas de cereal con entrevistas y declaraciones. Debió intervenir Nacho Ambriz para controlarlo, silenciarlo, alejarlo de polémicas y exigirle exactamente lo mismo, que todo lo que tuviera que decir, lo dijera exclusivamente dentro de la cancha.

Por eso, el mensaje de los citados Corona, Jiménez, Lozano y Herrera, debe ser de gran ayuda para Macías. Su mejor retórica es en el terreno de juego. Y que hable, todo lo que quiera, hasta por los codos, pero sólo dentro de la cancha.

Encima, esa sinceridad desenfrenada y sobrecargada de soberbia, cuando declara a la revista GQ que él si vale 15 millones de dólares no como otros jugadores mexicanos, terminó por impactar entre el gremio de futbolistas y ex futbolistas. Y tras esas declaraciones, yerra dos oportunidades claras de gol ante Cruz Azul, su equipo pierde y él, además, se lesiona.

Es sabido que tiene su coach personal y es de esperarse que esté mejor orientado que el que lleva la manivela de Javier 'La Leyenda' Hernández, pero el mejor consejero lo encontrará José Juan Macías en un ejercicio de introspección. Su más despiadado inquisidor debe ser él mismo.

Y que no olvide el código de conducta de Vince Lombardi y que permita que sus hechos hablen tan alto de él, que no pueda ni escucharse lo que él mismo dice.