LOS ÁNGELES -- Hace 400 años, Lope de Vega reseñó la rebelión del pueblo, del oprimido, de la muchedumbre. Hartos de dictadura, de absolutismo, un día se emanciparon bajo un pacto de sangre.
“¿Quién mató al Comendador?”. “¡Fuenteovejuna, señor!”. “¿Quién es Fuenteovejuna?”. “¡Todo el pueblo, señor!”.
¿Quién mató la Superliga? “¡Fuenteovejuna, señor!”, reseñaría Lope de Vega.
Ha sido una manifestación imponente, poderosa, mundial, histórica. Sin líderes, incluso. La Afición incurrió en el más impactante tsunami de protagonismo.
A la gente le robaban el futbol. Pero, como Fuenteovejuna, hizo justicia con sus propias manos. La Superliga tuvo su ceremonia inaugural en la noche de su mismo funeral. Y de la manera más lúgubre y humillante: en soledad.
Se regodeaba con aposentarse en el atrio de la inmortalidad, pero la Superliga terminó desterrada en el paraninfo de las almas en pena. Cuando se hable de ella, nadie se pondrá de pie, y sólo habrá un gemido de hilaridad, una risita de sorna.
Los 12 del Patíbulo se desintegraron. Florentino Pérez quedó solo. La caterva de facinerosos, los otros once, fieles ellos al ejercicio de la traición, lo abandonaron.
¿Quién mató la Superliga? “¡Fuenteovejuna, señor!”.
Todavía este jueves, Fuenteovejuna sigue en activo. Los aficionados del Manchester United se apoderaron de las instalaciones. Pedían el autoexilio de los dueños. “Fuera (la familia) Glazer”, en referencia a la firma estadounidense.
Además, los seguidores de los Diablos Rojos ingleses demandan que el club, cotizado en 4,500 millones de dólares, pase a ser patrimonio de la afición. La familia Glazer puso a la venta en marzo pasado el 3.1% de sus acciones, en busca de recaudar 100.7 millones de dólares.
La familia Glazer debió emitir un comunicado disculpándose por involucrarse en el proyecto de la Superliga, además de que el entrenador Ole Gunnar Solskjaerm debió calmar a la turba ansiosa de encontrar, como en la obra de Lope de Vega, a su Comendador Glazer.
Florentino Pérez ha pasado, en horas, de ser el líder de la presunta revolución industrial en el futbol, a ser el hazmerreír universal. Hasta su espejo le ha dado la espalda. Lo más grave, las represalias inevitables que como plagas bíblicas azotarán a la Casa Blanca madrileña.
Lo más grave, es que mientras más se sataniza al capataz del Real Madrid, más se victimiza a la UEFA, olvidándose que los abusos financieros de este organismo fueron el punto de partida de la rebelión.
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Y quien condena financieramente a los equipos de segundo nivel en Europa, no son Florentino y sus 11 Judas, sino la mezquina repartición de la riqueza por parte de la UEFA. Así como no puede haber una federación rica gobernando pobres, no puede haber una UEFA rica con equipos en la miseria.
Y si de dictadores se trata, la alevosía de Aleksander Ceferin ante el Canal 24 Horas de Eslovenia, esgrime una amenaza contra Florentino: “Hay una pequeña posibilidad de que (el Real Madrid) no juegue contra el Chelsea (en Semifinales de la Champions League)”.
Florentino Pérez sabe las consecuencias de su sublevación, sofocada al final. Habrá retaliaciones, y esas represalias comenzarán a manos de cirujanos burdos y cínicos, como suelen ser los arbitrajes de la UEFA.
Y sabe que incluso, el Real Madrid podría quedar segregado así como quiso segregar a los clubes de mediano o bajo rango. De repente, los jugadores que pretenda, se encarecerán o simplemente serán negados. Hoy, los Mbappé y los Haaland están varios millones de euros más lejanos de Madrid.
Y los aliados de Florentino, están hechos a su imagen y semejanza. Oportunistas absolutos. Este mismo jueves, en un desesperado ataque de protagonismo, Joan Laporta regresó del destierro a la solidaridad con Florentino. “La Superliga es absolutamente necesaria”, ha dicho el presidente del Barcelona.
“Necesitamos más recursos para que esto sea un espectáculo”, agregó el catalán, aseverando además que abrirán negociaciones con la UEFA porque los clubes de élite son los que más invierten en el futbol. Tal vez si en el Barcelona aprendieran, en realidad, a invertir de mejor manera…
Astuto, ladino, marrullero, Joan Laporta aprovecha que la desgracia azota con fuerza sobre la Casa Blanca de Madrid, para surfear sobre el oleaje del exhibicionismo, porque además, ha establecido que la decisión final sobre el el Barcelona se mantiene en las filas de la Superliga, será una decisión de los socios.
Es decir, queda claro, que ocurra lo que ocurra, como gato callejero, Laporta caerá bien parado. Si la Superliga, en algún improbable momento revive, aparecerá como visionario, y si fracasa, es porque se mantuvo leal y respetuoso a sus socios. Los advenedizos sobreviven a cualquier Titanic.
Al final, la gran victoria es de ese tumulto anónimo que es la afición al futbol. Los poderosos querían vivir mejor, aunque los pobres vivieran peor. “Hay un asunto en la Tierra más importante que Dios, y es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor”, sería la respuesta de Atahualpa Yupanqui.
El mensaje es inconfundible, pues: ¿Quién mató la Superliga? “¡Fuenteovejuna, señor!”.