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Parchado y todo, EEUU le pone otro parche humillante a México

LOS ÁNGELES -- Gerardo Martino entra al libro de récords del futbol mexicano: dos finales perdidas en menos de dos meses, ante Estados Unidos. Ocurren ambos fracasototototes en La Liga de las Naciones y en la Copa Oro.

Este domingo, una selección alterna, emergente, arrejuntada, de Estados Unidos, fue superior a Mexico en testosterona, en gallardía, en futbol, en capacidad física y en devoción por la victoria.

De hecho, hay sólo tres cosas que que le restan brillantez a la merecida coronación estadounidense.

1.- La pusilanimidad del jugador mexicano, que se transformaba en pánico conforme se acercaba el final del encuentro, ante un especialista, como EEUU, en asesinar cuando el reloj fenece.

2.- Los caprichos inexplicables de Gerardo Martino. El Mellizo, Funes-to Mori-bundo, como con River Plate y con Monterrey, se espanta ante los grandes desafíos, y aún así, lo mantuvo en la cancha su “Tata” espiritual.

3.- ¿De verdad Rodolfo Pizarro? Tocó diez balones desde que entró al campo, y todos los entregó de manera equivocada, mientras el resto del tiempo, se escondía detrás de los defensas.

Pero, ambos, Funes Mori y Pizarro, son decisiones, aparentemente, más hormonales que neuronales por parte del entrenador argentino, quien según los reportes terminó maltratado por la tribuna mexicana.

Cierto, ya se había dicho hace semanas. La esperanza de Martino para la el Octagonal Final de la Concacaf está en Tokio. La mezcla de jugadores entre los que han fracasado en la Copa Oro y los que aún respiran y suspiran en los Juegos Olímpicos, será su salvación para clasificar, con apuros, a Catar 2022.

Este domingo, Estados Unidos, con su estilo tacaño, viciado, rácano, adicto a no dejar jugar y a irrespetar la esencia del futbol, jugando así, sólo permitió unos minutos de libertad en el primer tiempo, y después le puso cadena y bozal al que de nuevo es su mascota, el seleccionado mexicano.

El Tri tuvo empuje durante algunos minutos, se vio incisivo y convirtió en figura al arquero estadounidense, Matt Turner, quien se convirtió en el héroe del primer tiempo, mientras que esa distinción se la arrebataría Alfredo Talavera en la segunda mitad.

Tras esa revolución en los primeros minutos, México pasó a ser un equipo vulgar, conformista, asustadizo, sometido, vejado incluso por una marca vigorosa de Estados Unidos, que le permitió cerrar con más poderío físico y anímico el encuentro, hasta conseguir el gol de la victoria al minuto 117, en un remate de Miles Robinson, a quien marca, de espaldas, impotente, aterrorizado, paralizado, atolondrado, Edson Álvarez, a quien se le hizo trizas el mal puesto apodo de “Machín”.

Ahora se viene la eliminatoria y México tiene enfrente un veto de dos partidos en el Estadio Azteca, obligado a jugar a puerta cerrada.

Hay, además, un saldo final y más refulgente, el más preocupante, que estas dos humillaciones ante Estados Unidos. El Tri no atribula a nadie.

Quedó demostrado que ya todos le perdieron el miedo y el respeto en la Tierra de Ciegos de la Concacaf a este ex Rey Tuerto, con lagañas, cataratas, estrabismo y querataconos, en el ojo sano.