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Marcelo Michel Leaño saca un cero... pero aprueba

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Michel Leaño: 'Tenemos unos jugadorazos, fueron capaces de sacar un buen partido' (1:17)

Las palabras del estratega interino de Chivas al término del encuentro ante América. (1:17)

LOS ÁNGELES -- Arrastrando lastres de Víctor Manuel Vucetich (un pobre fondo físico), enfrentando taras propias de sus jugadores (el temor a los Clásicos en fase regular), y arriesgando la inestable estabilidad de su sueño hecho chamba, Marcelo Michel Leaño sacó un cero (0-0, marcador final), pero aprobó en el Clásico Nacional.

Chivas fue otro. Y fue mejor. Su jugador no tuvo ese miedo al miedo, con el que se le venía amamantando falazmente en los últimos años. La careta del terror era mito de técnicos aterrorizados.

El Guadalajara jugó bien, fue mejor 45 minutos. Y en el complemento, Leaño tenía en claro que debía arriar banderas, y exigir a los clarines el frenesí histérico de la retirada. Su equipo no tiene el fondo físico para resistir 90 minutos, ni siquiera 70, con la belicosa intensidad del primer tiempo. Y ese problema no puede solucionarse en lo que resta del torneo. A menos que Fernando Signorini juegue a Harry Potter y encuentre una poción mágica.

Chivas mostró los dos rostros de una bestia competitiva: fue un perro insaciable y voraz detrás del balón, y un explosivo talentoso para saber usarlo. Así fue que despojó y maniató al América, y plantó dos posicionamientos de gol, el más claro, lamentablemente errado por Alexis Vega. Quiso ir por el vodka antes de meter el balón.

Y así quedó claro que las jornadas vergonzosas del Guadalajara tienen culpables: jugadores indolentes, indisciplinados, y que ante ellos han pasado técnicos expertos en zurcir calcetines y no en entretejer osadías.

Pero, insisto, a ese ritmo, Guadalajara puede vivir a plenitud 45 minutos, porque los siguientes 45, deberá ir a terapia intensiva, amontonándose desde la periferia de su área, metido en una trinchera y con el Jesús en la boca. Este sábado, ante América, Raúl Gudiño dio su mejor partido, convertido en un rescatista capaz de poner curitas o hacer cirugía mayor.

Y cierto: César Ramos Palazuelos, estuvo, de nuevo, por los suelos. Perdonó rojas claras a Chivas, rememorando cómo ya en dos finales, acuchilló al América, y parece dispuesto a volverlo a hacer.

1.- Debió irse ‘Chicote’ Calderón, por rebanarle la espinillera a Jorge Sánchez, en una plancha involuntaria, pero el reglamento castiga el riesgo y el daño más que la intención.

2.- Y a Miguel Ponce, quien regaló tremendo tratamiento facial y un ‘reiki’ holístico, que hasta las niñas de los ojos de Henry Martín, debieron denunciarlo por toqueteo inapropiado.

¿Y César R. #Porlossuelos? En ese endiosamiento, en esa omnipotencia y prepotencia que le asfixian, decidió que él ve más que el VAR, y él condonó a ambos, cuando las acciones condenaban a ambos.

América no es una virginal beata. Pedro Aquino metió dos codazos a zonas blandas, y Jorge Sánchez recetó tremendo zape, de esos que no duelen, pero sacuden las molleras y la dignidad, en una de las zacapelas que se generaron.

Cuidado: aunque la metamorfosis en Chivas, en lo anímico y en lo futbolístico, es innegable, aún falta saber si es constante y consistente.

1.- Patrocinado, auspiciado y cobijado por el ambiente propio del Clásico Nacional, Leaño convenció a sus jugadores de querer, de poder y de saber cómo ganar este sábado. Pero, ¿fue el ambiente propio de este partido o el bisoño entrenador, el responsable final?

2.- Sin duda hay un avance enorme (habrá que ver si sólido) entre la mejor versión del Chivas de Vucetich y este de Leaño. Ojo, ya quedó comprobado, que en aquellos dos Clásicos en Cuartos de Final, y el paradigma inusual de los chicotazos de Calderón, fueron una flagrante desobediencia táctica a su entrenador.

3.- El verbo endulza; el verbo seduce; el verbo envuelve e incita, pero también cansa, harta. El futbolista, voluble, ciclotímico, sinvergüenza, lo verá como una poderosa arenga en momentos de crisis, sin embargo, cuando retoma el control de su vulgar y tristón entorno de vanidad, hasta la mejor verborrea o locuacidad, enfada. Y si no, pregunten por la relación del vendedor de bellotas, Imanol Ibarrondo, con la selección mundialista en Rusia.

4.- Chivas necesita trabajo. El jugador necesita más herramientas, físicas, futbolistas y estratégicas. En ese sentido, Leaño tiene poco tiempo, pero debe dedicar más trabajo a fortalecer al jugador como parte de un grupo, en la cancha, que a esa retórica sacada del vientre mitómano de las galletitas chinas.

5.- Y esa Espada de Damocles del “interinato”, que casi con histeria proclamó Ricardo Peláez, para no ungir como técnico a Leaño. El término le resta autoridad y personalidad al entrenador ante la turba huraña y reacia que son los jugadores. Interino, en un vestuario, se traduce puntualmente en “no hay pa’más” o “es lo primero que encontramos”.

Para fortuna o infortunio de Chivas, después de enfrentar a Querétaro a media semana, el próximo sábado reciben al Atlas, un Clásico mucho más genuino, aunque menos mercantilista y mediático que contra el América.

Seguramente el Guadalajara llegará con el pobretón brío y el vigor emocional del 0-0 con las Águilas, ante los Gallos Blancos, esos prófugos de las rosticerías queretanas, pero el Atlas será un sinodal más serio, más conflictivo, más exigente.

Ahí podrá verse si el amasiato entre la palabra educada y plagiada del entrenador, y la verdadera redención de los futbolistas, aún sigue vigente en Chivas. O si, la perorata de frases posteadas en Instagram, y la desvergüenza del jugador, ya optaron por el divorcio.