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Davies, Agüero, Eriksen, el exterminio del jugador a manos de FIFA

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Alphonso Davies: México es un buen equipo, no podemos decir que no solo porque hayan perdió ante EE.UU. (1:18)

El defensa canadiense sobre sobre la mentalidad con la que llegará el Tri al encuentro eliminatorio y las ganas que ambos tienen por ganar los 3 puntos. (1:18)

LOS ÁNGELES -- La FIFA quiere una Copa del Mundo cada dos años. El canadiense Alphonso Davies está lejos de una Copa del Mundo. Sufre miocarditis. Reposo por tiempo indefinido.

Gianni Infantino hace proselitismo despiadado por mundiales bianuales. Sergio Agüero se retira a los 33 años. Arritmia cardiaca.

FIFA y la avaricia elucubran cuentas: aumentarían ingresos en 4,400 millones de dólares con un torneo cada dos años. El viernes, los médicos de la Confederación Africana de Futbol (CAF) prohibieron provisionalmente que Aubameyang, Axel Meye y Mario Lemina jugaran la Copa Africana por lesiones cardíacas.

Infantino estima generar 180 mil millones de dólares extras en 16 años, con un Mundial cada dos años. Christian Eriksen se colapsó en plena Eurocopa por un paro cardiorrespiratorio. El Inter le liberó contrato por cuestiones legales. La insoportable levedad del ser.

¿Qué preocupa a las federaciones de futbol en el mundo? Que los clubes perderían, con un Mundial cada dos años, 8 mil 500 millones de dólares en ingresos por temporada. Mientras tanto, en un lapso de días, Víctor Lindelof, Piotr Zielinski, Martín Terrier, John Fleck y Adama Traoré (Sheriff) perdieron el conocimiento por problemas respiratorios y/o dolor en el pecho.

Todavía en los protocolos previos a la Copa Africana, Infantino y sus secuaces, mantuvieron su labor perversa de catequizar, a golpes de chequera, a los escépticos. Los dólares bailan como odaliscas la danza del vientre, ante quienes –definiría Alberto Cortez--, “no les importa más que su vientre y su sexo”.

Y la pelota, esa que según el Diego, “no se mancha”, vive estercolada, percudida, entre los afanes fariseos y mercenarios de los traficantes sibaritas de Zurich, ávidos de las próximas Fechas FIFA y de que en el próximo congreso, los reacios sucumban ante el canto de las sirenas de su fondo de ahorro.

¿El futbolista? Desamparado. La interpelación del secretario general de FIFPRO, Jonas Baer-Hoffmann, no tuvo ni la energía ni la hidalguía esperadas ante la aparente inevitabilidad de un Mundial cada dos años.

“Los jugadores tienen límites fisiológicos naturales (…) el éxito del deporte depende de su bienestar físico y mental. Lo que decidimos en los altos niveles del juego repercute en miles de profesionales de todo el mundo”, dijo en un comunicado.

Y mientras el corazón financiero de la avaricia de FIFA e Infantino se fortalece, algunos de los mejores exponentes del futbol ven su corazón fragilizado.

Parecería, que con ese emperramiento de FIFA para jugar un Mundial cada dos años, pretendiera exterminar al jugador de futbol.

Queda claro que en su haber, Infantino tiene sólo proyecciones financieras, pero no tiene estimaciones genuinas de la respuesta fisiológica y biológica del jugador, del individuo, ante la masacre física y mental que contempla, al aglutinar torneos locales, regionales, continentales y bajo el control de FIFA, para exprimir al futbolista profesional.

El futbol nació como un deporte y un espectáculo que –afortunadamente—, secuestraron algunos artistas y genios, para llevarlo a otro dimensión. La FIFA, queda claro, piensa sólo en maquilar este deporte. Campos de concentración y circos romanos disfrazados con bisutería publicitaria.

Alphonso Davies sabe de sufrimientos. En medio de la Segunda Guerra Civil de Liberia, la familia emigró a Ghana. Él nacería en un campo de refugiados. Después, a Canadá. “Llegamos como refugiados de África”, revela. En Ontario y después en Edmonton, sus padres trabajaban jornadas de 12 horas cada uno.

Seguramente Davies redimensiona una vida llena de calamidades, hasta que el futbol apareció como un sustento familiar, cuando en 2018 el Bayern Munich anuncia su contratación con apenas 18 años.

Hoy, el jugador canadiense debe entrar en un receso forzoso. Tendrá más tiempo para dedicarse a orientar su ayuda financiera a diversos campos de refugiados en el mundo. La caridad de recibir, la caridad de dar.

Mientras tanto, Infantino y su séquito seguirán agitando las ánforas, recolectando votos, estimulando sufragios, convirtiendo en una parodia la esencia del futbol. Para la FIFA y su presidente, los nombres de Davies, Agüero, Kristensen, Aubametang, Meye, Lemina, Lindelof, Zielinski, Terrier, Fleck y Traoré, serán simplemente algunos damnificados de la gran cruzada de su avaricia.