Lo único que me preocupaba de él era que tenía un denominador común con la gran mayoría del boxeador de su patio: cuando se le imposibilitaba enseñar evidencia de golpes contundentes en su rostro después de cada combate, parecía molestarse. Con muy pocas excepciones, ganar y al mismo tiempo hacer alardes de hematomas o contusiones en cualquier parte de su rostro es un dote clásico del pugilista mexicano. Es como si dijeran con orgullo: "¿Tú ves esta cortadura? ¿Ves este chichón... este moretón?... Despreocúpate.

¡De cualquier modo, yo gané el combate!"
El sábado pasado en un cuadrilátero de Reno, Nevada, no vimos esa calaña machista mexicana apoderarse del campeón de la división pluma. Lo que observamos con grata sorpresa fue a un Marco Antonio Barrera empujando hacia un lado su unidad machista para hacer lo contrario y concentrar en la condición más básica de los grandes ganadores del cuadrilátero: conectar y evitar que le respondieran de la misma forma.

Pensar que un boxeador de la calidad ofensiva de Barrera pudiera tener cambios positivos de estilo y actitud en su postura boxística nadie lo podría creer. De hecho, sería matemáticamente absurdo. Aquí cabe el cliché de que: "a un perro viejo no se le pueden enseñar trucos nuevos."

Fanáticos, hay que gritarlo.
¡Marco Antonio Barrera es el primer boxeador moderno en mejorar su capacidad pugilística en forma trascendental después de introducirse en un cuadrilátero más de 50 veces en casi doce años de experiencia como boxeador profesional!

Ese gladiador de deslumbrantes triunfos en duelos nacionales televisados, se ha convertido en un artista inmaculado del ring. Sólo el norteamericano Afro-Americano Junior Jones, tuvo el privilegio de derrotarlo dos veces en el espacio de cinco meses hacen cinco años y medio en combates salvajes. En este último combate sin embargo, el testarudo mexicano había concluido que intercambiar sopapos por vicio era una actitud esquizofrénica dentro del pugilismo profesional.

Consecuentemente, después de darle una lección de boxeo por 12 asaltos al "invencible" estilista-pegador, El Príncipe Naseem Hamed, el 7 de abril del 2001 (quien como Sánchez, era también izquierdo), Marco Antonio decidió establecer su más reciente idea como método a usar en sus combates futuros.

¡Hey! Pareció realizar Barrera a la altura del tercer asalto, es más fácil ganar con esta nueva fórmula que con la vieja. Aparentemente, se convenció en ese preciso momento de que su cómodo triunfo sobre El Príncipe no había sido accidental.

Si usted sabe de boxeo tiene que entender que Barrera es una de las figuras más sobresaliente en ese deporte. Y que si uno es de su división y se ve obligado a meterse a un ring con él, sería totalmente normal que uno sufra de pavor e intimidación brutal.

Dentro del ring Marco Antonio es muy especial. Parece haber nacido para enseñarnos un par de trucos nuevos e incomparables en el cuadrilátero.

El sábado pasado el ex-campeón Sánchez, quien había establecido una reputación bastante decente en el cuadrilátero, no pudo ajustarse al nuevo estilo de Marco Antonio. Creyó que se iba a enfrascar al toro bravo y salvaje de antes y no supo o pudo re-ajustarse a los movimientos y golpes vertiginosos y certeros que surgían del moderno Barrera. Salió de su esquina preparado para bailar por todo el cuadrilátero y se encontró forzado a ser parte de un dúo de orden similar. Por consiguiente, Sánchez se turbó y decidió pelear con el Barrera de ayer, no el de hoy. ¿Resultado?

Todos lo vimos. Un Marco Antonio Barrera espectacular en brillantez y conocimiento pugilístico y un Sánchez estupefacto ante un oponente carente de su acostumbrada expresión pugilística. En ese proceso tan mental como físico, Sánchez sufrió una distorsión bestial debido a la idea perfecta que él mismo había preparado mentalmente para vencer a su rival. Además, Barrera decidió no cooperar con Sánchez. Conectó sin compasión, y no se dejaba tocar ni por accidente. Una caída provocada por un cruce de derecha en el tercer asalto, y otra por un relampagueante gancho de izquierda en el cuarto episodio, le aseguró una venganza segura a Barrera por la derrota que había sufrido en las filas aficionadas hacía mucho tiempo.

Viendo la calidad de Barrera y la frustración y naufragio de Sánchez, el referí Vic Drakulich entendió el mensaje más ilustrado que dicho por parte del retador, y lo privó de un nocaut fulminante, deteniendo el combate en el minuto de descanso del sexto episodio.

"Mi apoderado me dijo que boxeadores con mi pasado estilo de sólo echar hacia delante no duraban tanto como los que se movían y boxeaban," dijo Marco Antonio después de su triunfo. "También me dijo," prosiguió, "que si yo recibía menos golpes podía durar diez años más en el ring." El fenomenal boxeador mexicano tiró una sonrisa gentil, y dijo: "Yo decidí boxear por diez años más."