La noticia es sorpresiva e interesante. He aquí a dos peleadores con poca esperanza de recuperar sus mejores tiempos como para cenirse fajas campeoniles en su respectiva cintura para orgullo propio y de su país, preparados para hacerse ricos en un santiamén. Para uno poder entender estos fenómenos aparéntemente inexplicables, hay que mirar un poco más lejos que los propios pugilistas. Porque en realidad, estas oportunidades sólo suceden cuando hay manejamiento espectacular de boxeadores.

El apoderado de Hector "Macho" Camacho y su hijo "Machito" es nada menos que Ismael Leandry, un hombre de negocios que ha producido unos cuantos boxeadores de primera clase porque entiende que el pugilismo profesional es estrictamente un negocio.

"Hay que entenderlo desde el punto de vista técnico," me dijo con voz de tenor y una sonrisa de oído a oído, "y desde el punto de vista de negocio." Siguió riéndose y al terminar me explicó: "Mi función como buen manager de boxeadores es la de tratar de conseguirle las peleas más fáciles por el más dinero posible. Sencillamente, yo no puedo planear un combate para ninguno de mis boxeadores sin primero estar convencido de una victoria segura."

Una persona sin estas cualidades no puede ser un apoderado de boxeadores de primera clase. "En boxeo," me dijo Leandry, "cada ejecutivo tiene su función. Y todo buen apoderado tiene que entender cual es esa función." Ismael no puede hablar sin usar un tono dramático. Cuando está haciendo un buen punto y tiene la atención de su interlocutor, se concentra y nadie en el negocio del boxeo se expresa mejor que él, ni nadie protege mejor al pugilista.

"El promotor necesita peleas excitantes," dice Ismael, "porque eso es lo que le gusta al fanático. A los que manejan la televisión pagada les encanta generar peleas de mucha acción por las mismas razones. A muchos comisionados locales, usualmente escogidos más por sus conecciones políticas que por su sabiduría pugilística, le responden mejor a todo otro ejecutivo en el boxeo con excepción del boxeador y los pocos buenos apoderados que se empeñan en cuidar y perfeccionar a sus peleadores."

Es triste oir eso de un gran apoderado de boxeadores, al que yo siempre lo he llamado "el Cus D'Amato (mi ya fenecido apoderado) de habla hispana."

Son pocos los apoderados de hoy en día que conocen a ciencia cierta la profesión del boxeo y su obligación de manejar sus boxeadores para que consigan triunfos seguros casi siempre. Porque como dice Ismael Leandry:

"Triunfos invitan a la confianza en sí mismo, y también desarrollan la determinación y el carácter del boxeador, mejoran la puntería y obligan al relajamiento de su mente y cuerpo para evitar los desconciertos que provocan derrotas." Su risa es ahora sarcástica.

"¿Cómo sería posible que yo no supiera de boxeo y pusiera a mi boxeador a pelear con cualquiera, arriesgando su futuro boxístico?"

Lo que nos trae nuevamente al combate Chávez-Camacho y sus garantías de $1,000,000.00 para cada uno.

Yo no se como Ismael se las arregló para provocar esa sensación. Yo estoy seguro que su capacidad boxística tuvo que haber jugado un papel importante en la hechura de este combate.

"Esos son ellos allá... los promotores," me dijo riéndose. "Yo casi no tuve nada que ver con eso." Lo que sí sabe es que ambos boxeadores van a recibir cantidades justas. "Se la merecen," dijo Leandry. "Dos millones no le vienen mal a dos figuras que han sido muy relevantes en el boxeo moderno. De hecho, hacen falta más individuos como ellos en el pugilismo actual."

No sabemos como se siente Julio César Chávez en cuanto a la pelea en su patio contra Hector "Macho" Camacho "en una fecha cercana." Lo único que sabemos sobre este combate aparte de los dólares que estos dos ex-gigantes van a recibir, y salió de la boca y el corazón de "Macho":