Balbi y sus laberintos

Raúl Balbi se tomó los entrenamientos con muy poca seriedad y las consecuencias se vieron en el cuadrilátero, donde Rosa Gómez lo vapuleó hasta que lo obligó a abandonar, en el octavo asalto

BUENOS AIRES - El sabio lema en latín reza "Mens Sana in Corpore Sano". O sea, "mente sana en cuerpo sano". Pues bien, este sábado Raúl Balbi no cumplió ni remotamente con este principio elemental para cualquier deportista, sobre todo profesional y, más aún, de primer nivel.

La explicación es muy simple: el boxeo ha dejado de ser prioridad para el ex campeón de los ligeros de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), quien en marzo del año pasado había señalado sus deseos de colgar los guantes, tras perder polémicamente el título en enero, a manos del rumano Leonard Dorin (actual monarca).

Aún así, la AMB le concedió una revancha directa, en junio, y Balbi dilapidó la oportunidad, presentándose en un estado físico lamentable pero, peor aún, vacío de espíritu.

Desde aquel momento, Balbi no había vuelto a subirse a un cuadrilátero y todo parecía indicar que no volvería a hacerlo.

Pero la vida es demasiado generosa. Aunque a veces con quienes no lo merecen, o con quienes no son capaces de aprovechar las oportunidades de oro.

A fines de enero, Osvaldo Rivero, su apoderado y promotor, le comunicó a Balbi una noticia tan fabulosa como inesperada: enfrentaría a Floyd Mayweather Jr., campeón de los ligeros del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y una de las grandes estrellas del boxeo actual.

No sólo estaría en juego el cinturón, sino que su bolsa sería de 150 mil dólares. La pelea se pactó para el 19 de abril, pero la condición que impuso el CMB para incluirlo en su ránking fue que hiciera una pelea preparatoria.

Se buscó rival, pero, al parecer, nadie quiso aceptar el desafío, entre ellos, César Leiva y Juan Gerardo Cabrera. También se descartó a Diego "Rocky" Giménez y a Walter Rodríguez, por sus últimas pobres actuaciones.

Quien finalmente dio el sí fue José Rosa Gómez, un dominicano radicado en Argentina desde 1996. Hasta allí, el plan lucía perfecto. Sin embargo, pocos contaron con que Rosa Gómez es un boxeador siempre bien entrenado, y que ha peleado como welter / súper welter durante los últimos seis años, con lo cual aventajaba físicamente a Balbi.

De todos modos, cualquiera hubiera pensado que ante la oportunidad de volver a los primeros planos y, de paso, asegurar en gran parte su futuro económico, Balbi realizaría un gran esfuerzo físico y mental. Pues nada de eso ocurrió.

Balbi se tomó los entrenamientos con muy poca seriedad y las consecuencias se vieron en el cuadrilátero, donde Rosa Gómez lo vapuleó hasta que lo obligó a abandonar, en el octavo asalto.

Ya en el cuarto, se notó que a Balbi le faltaba el oxígeno, las fuerzas y, especialmente, la voluntad de pelear. El fuego sagrado estaba ausente en él. Y esto nada tiene que ver con la cobardía. Por el contrario, en uno de los momentos de mayor adversidad del combate, Balbi llegó a conmover a Rosa Gómez con un tremendo gancho de izquierda sacado quién sabe de dónde, y que tuvo al dominicano al borde del nocaut.

Esto demuestra que dio todo lo que tenía. Pero esto, justamente, es la gran clave de su derrota: todo lo que tenía era muy poco. Junto con ese golpe se fueron sus últimas energías.

Entonces, no sorprendió que en la vuelta siguiente pusiera una rodilla en la lona ante una nueva andanada de Rosa Gómez, ni que le ofreciera la espalda a su rival, ni que le dijera al árbitro Luis Guzmán que no quería seguir. Es que cuando el alma no quiere, el cuerpo no responde. Ni aunque delante de él haya una valija con 150 mil dólares adentro.

SEBASTIÁN CONTURSI es redactor especial de ESPNdeportes.com.

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domingo, 09 de marzo