Ronda de cafés. Sergio Gabriel 'Maravilla' Martínez, Matías Danna -talentoso artista plástico, ilustrador, dibujante, pintor, cuyas obras dedicadas al boxeo son de primerísimo nivel- y este periodista. Charla sin grabador y, aunque parezca mentira, sin demasiado control de horario: Sergio tiene que irse más tarde y se está bien aquí…
ESPN: - ¿Qué es de tu vida hoy por hoy?
Maravilla Martínez: -Dentro de un rato me voy a dar una charla motivacional. Doy muchas por mes, sobre todo a empresas. La semana que viene me voy a tomar unos días de descanso en Córdoba (no me preguntes adónde porque no te lo voy a decir) pero antes tengo que ir a Rosario, ida y vuelta en el día, para una charla. Y, dentro de un rato, empiezo mi participación diaria en Youtube: son como tres horas, prácticamente.
ESPN: -Mucho tiempo.
MM: -Y… sí… Me siento, me tiran temas o propongo los míos y le damos, con la participación de la gente, claro, o sea que además de ser algo rentable, me sirve para charlar e intercambiar.
ESPN: -Justo a vos, que no te gusta charlar.
MM: - ¡Ja! Sí, es cierto. Y otra cosa que también es cierta: hace un tiempo peleé en Vélez con Migliore, fueron 40 mil personas, creo que batí mi récord de cuando peleé con Martin Murray. Y lo que más me emocionó es que chicos muy chicos -qué sé yo, 13, 14 años- me saludaran con tanto cariño, cuando ni me han visto pelear.
ESPN: -Y vos ya sos un señor mayor de 50…
MM: -Bueno, Maestro, no nos metamos con la edad…
Otro café, por favor. Ya quedaron atrás los primeros escarceos rompiendo el hielo hablando de nuestros dolores físicos. Se sabe que Sergio tiene y ha tenido muchas lesiones: que el hombro, que la espalda, que las manos y Matías ruega salir del tema lo antes posible.
Matías Danna: - Volvamos al público joven: no hace falta preguntar si te interesa el streaming volcado no solamente a tus charlas, sino a las peleas de youtubers por ejemplo.
MM: -Para nada, al contrario. Vean: después de un gran show que se dio en España, se comprobó que en los días siguientes se llenaron los gimnasios de gente queriendo entrenar volcándose al boxeo. Eso quiere decir que despierta un entusiasmo nuevo. Pasó cuando yo era campeón. Después de haberle ganado a Chávez muchos se acercaron a los gimnasios motivados por esa pelea. No todos para ser campeones, claro, pero para conocer más de boxeo.
ESPN: - ¿Seguís pensando que se enseña mal?
MM: - Creo que falta en los técnicos de boxeo una capacidad de formación. Yo digo que suelen enseñar lo más fácil del boxeo que es la técnica, cuando en realidad lo importante es tener un buen planteo táctico y estratégico. La táctica y estrategia es lo importante. La técnica se va puliendo con el tiempo, con el repetir día a día, año tras año. La técnica es lo más fácil y barato que se aprende. Cuando un profesor no enseña planteamiento táctico es porque sencillamente no lo sabe, no lo aprendió o no se lo enseñaron. Enseñan los golpes y eso se enseña al final. Lo primero es lo primero: no dejarse pegar, la defensa, mover la cabeza, evitar los golpes. Y caminar, caminar mucho, porque es con las piernas que uno marca su territorio en el ring. Con las piernas encerrás a tu oponente, con ellas lo engañas, con ellas salís del fuego. Lo otro, o sea pegar, después sale solo, es mucho más fácil.
ESPN: - ¿No será fácil decirlo?
MM: -No, porque cuando manejás las piernas manejás el tiempo y las distancias. Yo aprendí muchísimo de mi tío, Raúl. Él ya era técnico cuando empecé a entrenar. Venía al gimnasio y por ejemplo me decía: “Amagale a los costados, mové la cabeza, preocupalo por dónde va a salir tu golpe y él otro mismo te marcará el camino sin darse cuenta”. Y yo me ponía a hacerlo… ¡Y mi tío capaz de que aparecía una semana más tarde, o un mes después y me daba otro consejo! Y yo me quedaba practicando.
MD: -O sea que para que haya un buen profesor…
MM: -Tiene que haber un buen alumno, eso se entiende, alguien que se aplique y piense. Y para eso tiene que haber un buen maestro que, cuando te explica, te despierte interés en aprender más.
ESPN: - ¿Sos o serías un buen maestro?
MM: -Sé explicar, vivo explicando, poniendo ejemplos, pero ser maestro de boxeo, enseñar a boxear requiere mucha paciencia, mucho tiempo, es muy difícil…
MD: -Volviendo a la charla de recién: los chicos te siguen, te identifican, quieren aprender. Y en eso tienen mucho que ver las redes sociales.
MM: -Sí, claro, yo estoy rodeado de chicos jóvenes, muy jóvenes, que son los que manejan todo. Mi preocupación, si se puede llamar así, es tomar un tema y desarrollarlo. Ellos ponen el resto. En Youtube no me conecto todos los días, pero en la práctica estoy subiendo algo todos los días. Eso sí: cuando me siento a hacerlo, que es aproximadamente dos o tres veces por semana, lo hago por tres o cuatro horas y la verdad es una exigencia que me encanta vivir.
Hay otra ronda de café. Hay tiempo. Y cuando hay tiempo, Sergio se encarga de llenarlo de detalles. Y de explicaciones.
ESPN: -Admirás mucho a Pernell Whitaker.
MM: -Si, claro, era un exquisito, porque no se dejaba pegar, macho. Hay una preocupación por tirar muchos golpes en cada round y eso puede ser muy bueno, pero lo fundamental es que no te peguen, los golpes entran, pero no salen. Whitaker lo hacía muy bien. Y eso que cuando peleó con Julio César Vásquez, ganó, pero también recibió lo suyo. ¡Qué boxeador Vásquez!
ESPN: -Estuve esa noche (fue el 3 de marzo de 1995 en Atlantic City) y cuando terminó la pelea, Whitaker (que ganó por puntos, aunque cayó con cuenta en el cuarto asalto, undécima defensa del santafecino, título súper welter WBA) devolvió el cinturón. "En este peso no peleo más, y menos con este hombre, casi me rompe una costilla", dijo. Vásquez sería lo opuesto a vos en el estilo.
MM: -Era un toro, movía la cintura y tiraba con bronca. Pero sin volverse loco. Zurdos él y yo. Teníamos algo en común y es que cuando uno sube a un ring, tiene que estar convencido de la victoria. Imponer respeto desde el primer round. Esto es boxeo, macho. Es él o yo, no hay lugar para tibios. Vásquez, Castro, Maidana, Monzón… Subían y dejaban el alma, y eso es parte tan fundamental del boxeo, no se compra ni se aprende, se tiene o no. Eso no se puede enseñar.
ESPN: -Ese tema tiene sus bemoles. Hay quienes sostenemos que habría que preguntarse a quién le está pegando un boxeador cuando sube a un ring, qué lo mueve, qué lo motiva, por qué es capaz de olvidar la prudencia hasta un extremo peligroso.
MM: -Coincido. Cuando Lucas Matthysse cayó frente al ruso Víctor Postol con una lesión en el ojo, no se levantó. Y cuando le pregunté por qué, me dijo que tuvo miedo de perder la vista; de no poder ver más a su hija. Y eso es respetable, claro, pero es un límite que muchos no tienen. Y eso debe tener que ver con la motivación.
ESPN: -Se dice que la imagen paterna influye mucho. Ricardo “El Finito” López se hizo boxeador con más ahínco que nunca cuando el padre le dijo que no tenía físico para pelear. “Eso me dio más ganas todavía de demostrarle de lo que era capaz”, contó una vez.
MM: -A mí me pasó algo parecido. Nosotros éramos muy pobres, éramos gente de trabajo, mi padre era un hombre de trabajo, a veces no entendía ciertas cosas. Y a mí en el colegio me gustaba mucho escribir, siempre me gustó. También dibujar, dibujaba muy bien para la edad que tenía. Vivía mi mundo y una vez una maestra le dijo a mi mamá que yo era un chico con bastante sensibilidad artística. Cuando en mi casa se enteraron de eso, tanto mi madre como mi padre… Me parece que la maestra se equivocó al utilizar el término, porque siendo un chico sensible de Florencio Varela… Bueno, el chiste se cuenta solo. Algo que pasó un tiempo después fue fundamental para el resto de mi vida. Cuando yo tenía nueve años, mi padre, Hugo Alberto, estaba trabajando en su taller en el fondo de casa, tenía que mover un banco de trabajo muy pesado… Su frase fue: "Necesito un chico fuerte que me ayude a mover esto". Me acerqué y me preparé para empujar esa mesa tan pesada… A lo que mi padre dijo con cuidado pero con una sonrisa: "Salí, cabezón (ese siempre fue mi apodo familiar), no quiero que te lastimes". Y llamó a mi hermano mayor. En ese momento sé perfectamente que nací como boxeador, ese fue el nacimiento de mi versión competitiva.
ESPN: -Con el tiempo viajó a verte.
MM: -Cuando fui a pelear a Inglaterra por el título IBO súper welter, el primero internacional que gané en mi vida, mi viejo vino a verme (fue en Manchester, el 21 de junio de 2003). No tenía ni dónde dormir, pero vino y lo traje a mi pieza. Yo llegué a Manchester con apenas una semana de entrenamiento, porque fue todo muy de apuro, pero acepté porque esas oportunidades no se tienen todos los días. Richard Williams me dio muy duro: caí en el segundo y en el décimo. Y como en un relámpago lo vi a mi viejo en el ring side y sentí que no podía fallarle; me sobrepuse y gané. Me dije a mi mismo "ahora te mato" y gané. Gané por mí, se entiende, pero también gané por él.
MD: -Al revés, Julio César Chávez no logró motivar a su hijo.
MM: -No, creo que no supo hacerlo. Yo se lo dije a Julito, y se lo dije antes de nuestra pelea, que se sacara de encima la imagen del padre, que fuera él mismo, con sus errores y sus aciertos, porque era una mochila demasiado fuerte, pero creo que no pudo hacerlo.
ESPN: - ¿Alguna vez aconsejaste así a algún boxeador?
MM: -Si, una vez vino uno a pedirme consejos. Le dije lo que sentía: que, ante todo, tenía que cuidar su cuerpo: no tabaco, no alcohol, no comidas dañinas. Vida sanísima, única manera de lograrlo. Y también de cómo cambiar un poco el look, destacarse de los demás, leer mucho, tratar de estudiar, en una palabra: mejorar en todo sentido.
ESPN: -¿Lo hizo?
MM: -No, no mucho, porque en realidad todo depende de los objetivos. Si uno se pone un objetivo en la vida, tiene que subordinar todo a ese deseo, a ese sueño, vivir la vida en función de esa ilusión, meterse con todo, porque es la única manera de concretar ese proyecto, sea cual sea: boxear, escribir o lo que sea.
ESPN: -Alguna vez dijiste que sos esclavo de tus sueños.
MM: -Y lo sigo siendo.
Se acerca el momento de la despedida.
-Muchachos… ¿Y si esto que charlamos lo voy escribiendo y lo dejamos como una nota, están de acuerdo?
-Sí, claro -dijo Martínez.
Por supuesto -dijo Danna- y agregó: es más, ustedes podrían escribir de grandes boxeadores y las ilustraciones las pongo yo.
-Entonces, no hablemos más del tema -dijo Martínez-. Me voy y nos seguimos encontrando.
Cuando salimos a la calle, ya caía la tarde, el sol se había ido y, sin embargo, las luces parecían brillar más que nunca en Buenos Aires.