Boxeo
Carlos Irusta 8y

Cuenca, sin atenuantes

BUENOS AIRES – Esta vez no hubo polémica. Cuando se midieron en la primera ocasión, César René “El Distinto” Cuenca perdió su corona mundial welter junior FIB ante Eduard Troyanovsky, en una acción confusa. Fue cuando el argentino, tras caer arrastró a su rival. Los segundos de Cuenca dijeron que el corte sufrido por su pupilo fue por un rodillazo que le provocó un corte y se quejaron del nocaut técnico.

De hecho, eso justificó la revancha directa que, de todas maneras, estaba firmada.

Esta vez, fue el propio Mario Tedesco, el técnico de Cuenca, quien dio el “no va más” en el séptimo capítulo. Fue la segunda derrota de Cuenca, quien ahora suma 48 ganadas con 2 nocauts y 2 sin decisión. Troyanovsky, a su vez, se anotó su victoria número 21 en un record invicto de 24 peleas, todas ganadas.

El argentino, ahora en papel de retador, sufrió dos caídas con cuenta, en los asaltos cuarto y sexto. Aunque se movió mucho desde lejos por todo el cuadrilátero, complicándolo a su rival, tampoco tiró demasiados golpes.

De esta manera, “El Águila”, se conformó con ir achicando los espacios, mientras su jab izquierdo marcaba las diferencias. Con una hemorragia nasal a partir de la tercera vuelta, Cuenca comenzó a ser permeable al castigo. Y, aunque su rival tiraba pocos golpes, estos eran no solamente más efectivos, sino que hacían daño.

Una izquierda, lanzada en forma ascendente desde la media distancia -una especie de gancho combinado con uppercut- fue de nuevo una de las claves de la pelea. Al no tener blanco fijo con los golpes rectos, Troyanovsky comenzó a intentar con ese envío ascendente por dentro de la guardia cerrada de Cuenca.

El referí norteamericano Malik Waleed, sin gran experiencia en peleas de campeonato mundial, lució con ciertas inseguridades. En la primera caída también anotó la pérdida del protector bucal de Cuenca, lo que demoró el retomar de las acciones, favoreciendo al argentino en su recuperación.

Pero cuando hay un boxeador más fuerte que otro en el ring, y hace notar esa diferencia, los detalles menores quedan como menores, justamente. Troyanovsky será lento, tal vez demasiado mecanizado y avanza por momentos solamente en línea recta, pero lo que hizo no sólo le alcanzó, sino que lo sobró ante un rival con escaso poder en los puños y que se limitó más a moverse que a lanzar golpes.

En esta ocasión, tras una tercera caída en la que el referí no contó, Cuenca arrojó su protector bucal. Y, en su propio rincón, mientras lo asistía Carlos Martínez, el referí le preguntó si quería seguir. Ni el referí habla español ni Cuenca en inglés, pero era evidente que la pelea se terminaba. Mario Tedesco subió entonces a la esquina y con las manos aseguró el retiro de su boxeador.

No había más nada que hacer.

Antes de la pelea, Troyanovsky aseguró que quiere pelear con Viktor Postol, el campeón welter junior del Consejo -título logrado ante Lucas Matthysse, también de Argentina- y sería un combate interesante: dos pegadores fríos, prácticos y de estilo similar. Seguramente, una pelea que no terminaría por puntos.

Mientras tanto Cuenca, con su movimiento de piernas y sus escasos lanzamientos de golpes, llegó a ser campeón mundial, hasta que Troyanovsky lo enfrentó a la cruel realidad.

Y sus ilusiones se desvanecieron en la noche de Moscú...

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