<
>

Miguel Cotto no puede ni debe retirarse del boxeo

Miguel Ángel Cotto venció al japonés Yoshihiro Kamegai este sábado en Carson City y volvió a ser campeón súper welter, esta vez gracias al cinturón vacante de la OMB.

Muchas cosas se podrán decir de esta pelea, algunas buenas como la impecable actuación del boricua y otras malas como la necesaria e inevitable critica al injusto criterio de la OMB para seleccionar a quién pelea contra quién cuando se producen vacantes en sus campeonatos.

No obstante, si algo quedó en claro tras la pelea celebrada en el StubHub de Carson City, California, fue la certeza de que Miguel Cotto no debe ni puede retirarse del boxeo. Son varias las razones que fundamentan esa afirmación, pero las más contundentes son dos: el nuevo campeón OMB de las 154 libras demostró que el motor le resiste todavía otro trecho de carrera en este negocio y por sobre todas las cosas, ahora debe legitimar esa conquista.

Y de eso se trata esa columna, explicar el motivo por el cual se debe olvidar su última pelea en diciembre, que se mantenga enfocado en demostrar que a su carrera nadie le regaló nada y que efectivamente merece su lugar en el Salón de la Fama.

LA PELEA QUE GANO COTTO

Kamegai no era el rival más difícil, pero tampoco el más fácil. Tenía todos los ingredientes para complicar el regreso de Cotto tras casi dos años inactivo luego de aquella derrota del 2015 frente a Saúl “Canelo” Álvarez. El japonés sumaba a su mejor altura y distancia, un estilo fajador, de presión constante, de búsqueda del intercambio y de golpes peligrosos, como su colección de ganchos, tanto a las costillas con la mano derecha como al mentón con su mano izquierda.

En primer lugar, Miguel Ángel Cotto mostró seriedad y responsabilidad para esta pelea. No fue un paseo su campamento previo, por el contrario, se preparó a consciencia desde lo físico. Lució impecable y le sobró capacidad aeróbica. También se mostró concentrado, manejando con rigurosidad el plan de la pelea y confirmando que – con Freddie Roach - se tomaron muy en serio al rival.

Lo vimos ganar con comodidad, nunca lo notamos atribulado por la presión, supo manejar el boxeo desde laterales, contragolpeó con eficacia, fue certero en sus golpes rectos, le fue muy bien cuando entro a dejar combinaciones, asimiló muy bien durante toda la pelea y en lo que lucía más preocupante en lo previo, absorbió sin problemas todos los golpes que le llegaron a la zona media.

Por si algo faltara, hubo momentos en que se paró a intercambiar desde las cuerdas, mostrando que también le queda cuerda en esa herramienta, si es necesario utilizarla. Su dominio fue abrumador y ganó con más facilidad de la esperada.

Es posible que para muchos las condiciones boxísticas de Kamegai hayan contribuido. Creo que esta vez hay que darle el crédito a Cotto. Kamegai es un duro, que soporta castigo, que conecta muchos golpes y que está acostumbrado a ir a la guerra. Es lento, es verdad, pero no tanto como para dejar de ser peligrosa su insistencia ofensiva.

El buen desempeño, el plan de pelea y el estado mental y físico de Cotto minimizaron cualquier peligro. Su victoria demostró más de lo que se esperaba y ello debe ser apuntado en los méritos.

Vencer a Kamegai, era volver a ser campeón y en ese rubro desde antes de la pelea, el boricua había contraído una deuda: demostrar que merecía efectivamente ese cinturón. Y de eso se trata su futuro.

COTTO NO SE PUEDE RETIRAR

No sabemos los criterios que rigen en el interior de la Organización Mundial de Boxeo, pero si en su larga historia se crea una estadística de títulos mal disputados, el que dirimieron Cotto y Kamegai será uno de ellos. Ni el boricua ni el nipón merecían esa oportunidad en lo inmediato.

Que quede claro. Cotto venía de una derrota, venía de pelear en la división mediana y para colmo, venía de una ausencia de casi dos años fuera del boxeo profesional.

Kamegai, por su parte, a comienzos de año ni siquiera era parte del ranking, aún no había visto acción en el 2017 y durante el pasado año solo celebró dos peleas y las dos contra Jesús Soto Karass.

Que se les permitiera pelear por un cetro vacante bajo esos antecedentes, es claramente un grosero error de la OMB que necesariamente debería llamarlos a revisar su política interna en este rubro. No hay manera, sin embargo, de cuestionar a los dos rivales.

Su responsabilidad es con el público y la seriedad que requiere una pelea de título. En ese aspecto cumplieron con creces y se entregaron al espectáculo. No fue la octava maravilla, pero nos regalaron un buen show de boxeo verdadero y con bastante acción, lo que siempre desea ver el fanático.

Pero quedó una deuda, ya lo dijimos. Cotto ganó un cinturón que no le correspondía disputar y ahora deberá demostrarnos que lo merecía pese a ello. Retirarse en diciembre, léase bien, solamente servirá para desacreditar a su última conquista. Será una mancha en su legado. Quedará ese título como una concesión o un premio a su carrera pero nunca un derecho conquistado en el campo de batalla, algo que atenta contra el espíritu deportivo.

No creo que Miguel Ángel Cotto sienta deseos de que el final de su carrera sea recordado por ese hecho negativo y no por todo lo positivo que sumó a lo largo de la misma. Esa es razón suficiente para que reconsidere su retirada y acepte defender el cetro OMB de las 154 libras contra lo mejor disponible en la división, las veces que sea necesario y aún más, que no rehúya ninguna unificación.

Hay nombres en línea como los de Erislandy Lara o Demetrius Andrade que van por dirimir el cetro AMB, Jermell Charlo que es titular en el CMB o Jarret Hurd que manda entre los súper welters de la FIB. A ellos sumemos los que llegan reclamando su lugar como el argentino Brian Castaño, el kazajo Kanat Islam y hasta el propio Kell Brook que anunció su posible subida a la división cuando regrese a la acción, por nombrar algunos.

No creo que sea buena idea elegir algún campeón mediano. Cotto ya ratificó que no es ni nunca será un 160 libras y en las 154 donde no solo se ve su mejor versión, es allí también donde su boxeo puede estirar su vigencia por unos años más.

La condición física, mental y técnica de Miguel Ángel Cotto lucen impecables, al igual que su disciplina y concentración al trabajo. Más allá de las concesiones que le hayan hecho en oportunidades como esta, su boxeo es de primer nivel: se disfruta y suma al espectáculo que merece el fanático.

Seguir boxeando, defender su título en grandes batallas sin importar el resultado, no dudo que será la mejor despedida para el puertorriqueño. Nunca olvide Miguel Cotto, que para todo gran campeón no hay mejor homenaje que el recuerdo agradecido en la memoria de los verdaderos fanáticos. Y el fanático solo agradece guerra, coraje y entrega. Por ellos debe seguir.