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Tres caídas, una leyenda: a 16 años del primer combate entre Márquez y Pacquiao

El mexicano Juan Manuel Márquez era el súper campeón pluma de la WBA y también titular FIB. A los 30 años y con un record de 42 peleas ganadas, 33 por nocaut y 2 derrotas, iba a defender sus coronas frente al filipino Manny Pacquiao.

Venía de lograr su corona WBA ante Derrick Gayner por decisión técnica en 7, el primero de noviembre de 2003.

Su rival, a los 25 años, con 38 victorias (29 por nocaut) 2 derrotas y un empate, era ante todo, un peleador salvaje, de ritmo implacable. En su última presentación le había ganado a Marco Antonio Barrera por KOT en 11, el 15 de noviembre de 2003 y lucía como el favorito.

Era de esperar un combate arduo e intenso, sobre todo por el mexicano, dirigido por el gran Ignacio Beristain, no solamente era un excelente tiempista, sino que, fiel al espíritu azteca, se plantaba de igual a igual a como diera lugar ante quien fuera.

En realidad, el cálculo era correcto, pero fue ligeramente fallido.

Tal vez pocos esperaran ver semejante batalla, semejantes peleadores, tanta controversia como para que esa noche comenzara una de las más impresionantes sagas del boxeo actual, con cuatro capítulos todos inolvidables, en su mayoría polémicos y con un epílogo de película.

Todo pareció terminarse en el primer asalto, y en realidad, todo comenzó realmente ahí.

En medio de una excitación general, Márquez no solamente fue al suelo en aquel primer round: cayó tres veces y aún así y todo, tras la tercera caída, el referí Joe Cortez no detuvo el combate, sino que autorizó a continuar la contienda.

“Se que si lo hubiera hecho, teniendo ya las tres caídas, hubiera habido protestas, pero no demasiado, porque se entiende que podía parar la pelea, pero sentí que Márquez, aunque estaba dañado, no solamente era el campeón, sino que además tenía derecho a una oportunidad”, nos dijo Cortez años más tarde.

“Cuando llegó a la esquina le dije de todo y le marqué que yo era el único que mandaba en esa pelea. Y es más, le dije: ahora vas y apenas toque la campana le metes un buen golpe a ese cabrón, aunque sea en los huevos, pero que te respete, que sepa que estás aquí”, rememoró una noche de Las Vegas Nacho Beristain.

A pesar de esas tres caídas, que podrían haber concluido con la pelea, Márquez no solamente se recuperó, sino que, como dicen en el lenguaje de los toros, “Se creció al castigo”.

“Había que estar lejos de esa izquierda, porque era muy bueno tirando esa mano”, dijo luego.

Y es que Márquez -hoy ya en el Hall de la Fama de Canastota- tenía todas las herramientas para aplicar. Más que un peleador sanguíneo, siempre fue un excelente boxeador.

Se generó entonces una batalla tremenda, porque al vigor y la continuidad de Manny, aparecían los contragolpes exactos del mexicano.

La pelea transcurrió en medio de semejante vértigo y disparó en cada aficionado el botón del punto de vista. Por un lado, el generoso despliegue de un guerrero sin cuartel como Pacquiao, siempre al ataque, lanzando golpes con furia y continuidad. Por el otro, la sabiduría de un excelente contragolpeador, un hombre que caminaba el ring solamente lo necesario y cuyos envíos eran siempre de una excelente factura técnica.

A partir del quinto, Manny comenzó a sangrar de una herida en la ceja derecha.

El público, de pie.

Cuando llegaron al final, estaba en el ánimo de casi todos los presentes que la contingencia absolutamente válida, del primer round, iba a ser el factor determinante de la pelea. El hubiera no existe en el boxeo, y si no hubiera pasado lo que ocurrió en ese primer asalto, el ganador debía ser Márquez.

Pero ese primer asalto no solamente había tenido al campeón por el suelo tres veces.

También tuvo una gran incidencia en el resultado.

Para el jurado Guy Jutras, Márquez ganó por 115-110. A su vez, John Stewart votó el mismo score, pero a favor de Pacquiao. Y para el jurado Burt Clemens, la pelea terminó empatada en 113 iguales.

Pero... Mientras Jutras y Stewart le dieron el primer asalto al filipino por 4 puntos, o sea 10-6, Clemens anotó 10-7. Tras la pelea, Clemens comentó que si hubiera sabido que podía dar un 10-6, lo hubiera hecho (¿?) y entonces hubiera ganado Pacquiao.

¿Cuántas veces hemos escrito en esta nota que el hubiera no existe?

Todo quedó dispuesto para una revancha, ya que ese empate tuvo sabor a victoria para Márquez. Para este cronista también el primer round fue vital por la gran diferencia de puntos para Pacquiao, ganador por esa contingencia, ya que la pelea luego fue de una gran paridad.

Comenzaba un duelo que se fue escribiendo a lo largo de tres capítulos más.

Manny Pacquiao ganó la segunda pelea tras derribar una vez a Márquez en 2008.

Volvió a ganar el filipino en la tercera edición, efectuada en 2011, aunque la mayoría lo vio ganador a Márquez (este periodista incluido).

Solamente una vez no pudo haber polémica alguna.

En la cuarta edición, Márquez se anotó un nocaut de antología en el sexto asalto, cuando la balanza parecía inclinarse a favor de Pacquiao, y de esa manera, con un triunfo lleno de electricidad y explosión, el mexicano se anotó su única victoria para el récord ante su rival.

Todo empezó un 8 de mayo de 2004, en el MGM Grand, cuando con un empate con sabor a victoria, Juan Manuel Márquez demostró la casta, el coraje, el estilo y la garra de los grandes.

Pero nunca olvidemos que para una gran pelea hacen falta dos y, sin dudas, un tremendo peleador como Manny Paquiao fue el otro en el ring.

Dos grandes guerreros que ya están en la historia del boxeo de todos los tiempos.