Los autos de equipo de Woking son los grandes dominadores de la temporada, ganaros tres de las cuatro carreras y se viene una batalla interna muy feroz.
Lando Norris llegará a Arabia Saudita, para disputar la quinta fecha de la temporada 2025 de Fórmula 1, con el bolso lleno de las dudas que empacó en su paso por Baréin. La compilación de errores que se llevó de Sakhir minaron su endeble confianza y resquebrajó su mente. ¿Qué pasa con Norris? Esa es la pregunta que flotó en el paddock del Mundial después de ser ampliamente superado por su compañero Oscar Piastri.
McLaren tiene el mejor auto de la parrilla, sin dudas. El equipo de Woking ganó tres de las cuatro citas disputadas, dos de la mano del australiano. En la previa del Mundial se esperaba un golpe arriba de la mesa de parte del inglés, marcando la cancha puertas adentro. La experiencia acumulada en su pelea, lejana, por cierto, con Max Verstappen por el título 2024 debería haber sido la piedra basal para comenzar la temporada 2025. Los yerros del año pasado, con el GP de San Pablo como el ejemplo más fuerte dentro de un gran grupo de fallos más pequeños, hipotecaron sus posibilidades contra el neerlandés. Tenía un argumento: debía correrlo desde atrás porque la escudería inglesa logró un auto súper competitivo desde la mitad del Mundial hacia adelante. Pero para 2025 no había excusas: el MCL39 dominaría de entrada, y dominó.
Tal vez la presión de tener el mejor coche y la chance concreta (vestida de obligación) de luchar el título le jugó en contra. Es cierto, al mirar la tabla de posiciones, Lando está adelante, con tres puntos de ventaja sobre Piastri. Pero si se mira la película completa, el australiano se muestra imperturbable, mientras que Norris es permeable, especialmente a sus propias presiones.
Piastri se equivocó en Australia. Cuando comenzó la lluvia, terminó en el paso patinando con su McLaren. Desde ahí, su camino fue fulminante. En China logró pole y victoria. En Suzuka pagó caro un fallo en clasificación (no logró cerrar bien el giro final), tenía más ritmo que Norris en carrera, pero el equipo no lo dejó adelantar a su compañero y quedó tercero, detrás del inglés. Y en Baréin fue letal: pole y victoria abrumadora. El paso de Norris por Sakhir fue un suplicio. Falló en la qualy (quedó sexto), estacionó mal su auto en el cajón de partida y fue sancionado, se atolondró al pasar a Lewis Hamilton (lo hizo por afuera de la pista) y debió devolver la posición, se complicó solo para pasar a Charles Leclerc y terminó mostrando cierta torpeza en los intentos con George Russell. Todo esto se sumó a sus fallos en la clasificación de China y de Japón.
El inglés estacionó su McLaren totalmente pasado de la línea amarilla que marca la ubicación de los neumáticos delanteros.
Ante la prensa, Norris fue tan sincero como auto destructivo: “Cada vez que hacía una cosa bien, en cierto modo hacía dos mal. Simplemente seguí impidiéndome progresar tanto como debería haberlo hecho hoy. Cuando eres un piloto, solo sabes cuando las cosas encajan, cuando te sientes seguro, cuando te sientes cómodo. Estoy seguro de que tengo todo lo que necesito y lo que hace falta. No tengo ninguna duda al respecto. Pero hay algo que no encaja conmigo y con el coche. No soy capaz de dar las vueltas que daba la temporada pasada. El año pasado sabía todo lo que iba a pasar con el coche en cada curva, cómo iba a pasar. Me sentía por encima del coche. Este año, siento lo opuesto. Incluso en Australia, ganando la carrera, nunca me sentí cómodo, nunca me sentí confiado. El auto iba fenomenal y eso me está ayudando a salir de muchos problemas. Pero no estoy ni cerca de la capacidad que tengo, me duele decirlo", dijo Norris en declaraciones a Motorsport en Sahkir.
Consultado sobre su autoestima y la franqueza con la que habla, el líder del Mundial señaló: “La cuestión es que creo que me resultaría aún más difícil no mostrar ninguna de estas cosas. Cuando hago mis entrevistas, gran parte de ellas son probablemente para sacar mi frustración. Es por mi deseo de hacerlo bien y mi ambición de ganar. Cuando sé lo que puedo hacer y de lo que soy capaz, y ni siquiera estoy cerca de alcanzarlo, me siento muy decepcionado conmigo mismo. Así soy yo”. Y agregó: “No creo que tenga necesariamente un mal impacto. Lo he hecho tanto toda mi vida que aprendí a bloquear mis propios comentarios de mis pensamientos. Quizá a veces me falta un poco de confianza en mí mismo, y lo he hecho en el pasado. Pero también soy así. Es mi forma de hacer las cosas, mi forma de trabajar, es lo que me hizo tan bueno como soy, y probablemente, a veces me ha limitado para convertirme en un mejor piloto".
Enfrente está Piastri, todo lo contrario. Piloto de pocas palabras, rostro impertérrito y de carácter imperturbable. Andrea Stella, director de McLaren, reconoció que Piastri no “tiene ruidos en la cabeza”. Un resumen claro de cada corredor. En tanto, Zak Brown, CEO de McLaren, espera una dura lucha entre sus dos pilotos. “Corren con intensidad. Estoy seguro de que tendremos mucha emoción a lo largo del año. Corren con mucha limpieza y tienen libertad para competir, como ya hemos comentado. Creo que aún no hemos visto esa batalla épica entre ambos; creo que es cuestión de tiempo”, dijo el estadounidense. Justamente ahí también radica un inconveniente: durante 2024 mostraron flaquezas en las órdenes de equipo desde el muro de boxes y las directrices no siempre fueron iguales.
Mark Webber, mánager de Piastri, salió para echar un poco más de leña al fuego. "Cuatro victorias ahora, 13 podios, es muy pronto en su carrera, pero es un gran peso para él. Como sabemos, se puede tener el auto, pero normalmente no es fácil convertir esas oportunidades. Y él transformó dos poles en victoria directamente, así que creo que estamos viendo muy pronto en su carrera que está haciendo un gran trabajo". Un mensaje por elevación a Norris, quien tiene el mismo auto y no puede terminar de convertir las oportunidades.
Arabia Saudita le dará una revancha veloz a Norris. Deberá demostrar entereza, dejar atrás rápidamente su paso por Baréin y desterrar los errores para mostrarse firme en la pelea ante su férreo compañero.