La estatua del brasileño, fallecido en 1994 en el trazado, se encuentra tapizado de banderas y frases y es visitado por los fanáticos que lo recuerdan y, en su mayoría, ni lo vieron correr.
Al lugar se llega por una calle interna y hay un alto portón de hierro que da entrada al parque Acqua Minerale. Al cruzar la entrada, un largo sendero de cemento, rodeado de pasto, marca el camino. A la izquierda, unas canchas de tenis de polvo de ladrillo, algo gastadas, como que les falta un poco de colorado. Al llegar al final del camino, hay que girar a la izquierda. De frente, el alambrado de la pista del autódromo Enzo y Dino Ferrari. Un chico se pasea en bicicleta, porque no deja de ser un parque. Pero no es uno cualquiera. Después de girar a la izquierda y hacer unos 50 metros, repentinamente el alambrado que deja ver claramente el circuito, se llena de banderas. De todo tipo, de todos lados. Hay argentinas, chilenas, francesas, estadounidenses… Y, por supuesto, brasileñas. Muchas banderas de Brasil y un nombre que se puede leer cientos de veces: Ayrton Senna. Queda una curva pequeña más, porque hasta ahí solo hay banderas en el alambrado y el camino. Pero tras esa caprichosa curvita, aparece el monumento del tricampeón. El inolvidable Ayrton. En esa pista quedó inmortalizado el 1º de mayo de 1994 al estrellarse con su Williams.
El lugar eriza la piel. Gente de varias nacionalidades se acerca a sacarse fotos. La mayoría no lo vio correr porque el más veterano debe andar por los 35 años. Pero eso logran los mitos, como Senna: son conocidos después de morir por generaciones que jamás lo vieron. Ramos de flores en los pies de la estatua y frente a ella cierran la escenografía.
La estatua muestra a un Ayrton sentado. Como estuvo sentado en sus autos de F1 dando espectáculo, ganando carreras y dando batallas políticas dentro del Mundial. Porque no la tuvo fácil. La escultura está reluciente, después de que la limpiara la Tiffoseria Ayrton Senna de Italia, con el permiso del gobierno de Emilia-Romagna.
Fotos, frases, mensajes, banderas… Una sobresale: es una austríaca que recuerda no solo a Ayrton, también a Roland Ratzenberger, el piloto que falleció en la clasificación del sábado previo a aquella fatídica carrera y que tan mal había puesto a Senna. De hecho, el brasileño llevaba una bandera de Austria en su Williams para homenajearlo una vez finalizada la carrera.
Enfrente del monumento, un puesto de venta de merchandising ultima la preparación para comenzar a vender desde el primer día de actividad del GP de Emilia-Romagna. Es todo de Senna. La gorra más cara, la azul tan característica con la leyenda Nacional, cuesta 60 euros y una remera está en 65 (arrancan en 40).
El domingo, cuando se baje la bandera de cuadros de la séptima fecha de la F1 2025 probablemente la estatua de Senna habrá sido testigo de la última visita de la categoría al trazado. Tal vez el Mundial no retorne jamás, pero ese lugar será inexpugnable. Imola caló hondo en los fanáticos de Ayrton y su memoria será venerada en Acqua Minerale por siempre.