El tetracampeón de F1 viene de ganar en Imola y de mostrar un buen funcionamiento en su Red Bull, pero el principado es una pista en la que no le va bien.
Cientos de veces habrá pasado por Sainte-Dévote. Quizás por estos días ande paseando a Lily, su pequeña hija, en el cochecito por Massenet. Más de una vez habrá manejado por Mirabeau. Es que Max Verstappen vive en Mónaco, por lo tanto, esas calles que conforman el circuito callejero más famoso del mundo, sin dudas, es un terreno más que conocido para el piloto de Red Bull. Sin embargo, y a pesar de haber dominado la Fórmula 1 en los últimos cuatro años, de tener números que asombran e invitan a pensar en la chance de que en un tiempo comience a batir marcas, el urbano del principado es un lugar que le cuesta.
Sí, es cierto, ganó dos veces (2021 y 2023), pero no se siente cómodo. Y si a eso se le suma que al RB21 con el que acaba de ganar en Imola no le caen bien las curvas de baja velocidad, Verstappen no llega con muchas expectativas a la octava fecha que comenzará este viernes.
Después de ganar en Imola, Verstappen fue consultado sobre la cita monegasca. “Monaco es muy diferente a esto. No tengo expectativa de que sea fácil, pero es una carrerea en el calendario y hay que hacer lo mejor que podamos. Somos más competitivos en pistas rápidas y con curvas veloces. Manejé mucho en Mónaco, pero no es de las que mejor me caen. Pero veremos. Por ahora estoy feliz con este fin de semana”, se sinceró el tetracampeón.
Además de los dos triunfos, Max tiene apenas un podio más: tercero en 2022. El año pasado, cuando su RB20 era dominante (a partir de mitad de año perdería ese privilegio por el avance de McLaren), apenas fue sexto. No hay caso, es una fecha que a Verstappen le gustaría pasar por alto. ¿Llegará la tercera victoria en Mónaco el próximo fin de semana o se irá a la casa mascullando bronca?