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Protocolo y fiesta total, solo en el GP de Mónaco de F1

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Mónaco se prepara para el GP a puro glamour (1:17)

Las calles del principado muestran toda su clase a horas del arranque del Gran Premio de Fórmula 1. (1:17)

Mientras en Le Palais Princier, Alberto organizó un evento bien de etiqueta y ceremonial, en plena pista la gente bailaba y tomaba cerveza. Todo en el contexto de la octava fecha del Mundial.

Desde Le Palais Princier hasta La Rascasse hay 850 metros a pie, algo así como nueve cuadras. Eso sí, cuadras de Mónaco, con sus declives bien marcados que hacen trabajar los músculos mucho más que cualquier gimnasio. Sigamos un GPS, como para entender dónde estaba ESPN.com. La Rascasse es la curva 17 del circuito del principado donde este fin de semana la F1 disputará su octava fecha. El nombre de la variante es por el restaurante que se encuentra ahí. Si se sigue derecho después de la curva, es decir, no se ingresa a la avenida que hace de recta principal, se hacen dos cuadras y aparece un camino empinado (pero muy empinado) que desemboca en el glamoroso palacio del príncipe. Allí vive Alberto. Desde ahí arriba hay una vista inolvidable de Mónaco.

Este jueves, a las 17.30, la policía monegasca comenzó a vallar la plaza que da a Le Palais, lugar que siempre está abierto. Pero, claro, hay un evento suntuoso: Alberto lo organizó por el GP de F1. A las 18.30 se estaciona un BMW del que se baja James Vowles, con puntualidad inglesa, abre el juego. El segundo en llegar es Charles Leclerc que se baja de ¡su bicicleta! El monegasco arribó acompañado por su fisioterapeuta y los dos estacionan sus bicis.

A partir de ahí, un desfile interminable de autos increíbles: Bentley, Bugatti, Ferrari, Porsche, Aston Martin. Alguien llega escoltado con motos de la Policía y en el medio se mezcla una moto, pero de delivery. Evidentemente hay VIP’s que son más VIP’s entre los VIP’s, No es un trabalenguas. Pero la Policía dispone de tres ingresos entre las vallas. Los que pasan por el primero van directo hasta la puerta, digamos, más VIP’s. Los del segundo grupo ingresan por el mismo lugar, pero deben estacionar no bien ingresan y caminar. El tercero es rebotado en el primer ingreso y los mandan al segundo, más alejado. A medida que llegan, todo muy protocolar, las mujeres de largo, los hombres de traje.

Desfilan las autoridades del Automóvil Club de Mónaco y todo tipo de invitados, en su mayoría, gente que pasaba los 50. Frente al palacio hay un bar (La Pampa), que está lleno de gente a la que no se le mueve un pelo por el movimiento que hay. De F1 llegarían luego Oliver Bearman, Isack Hadjar, Laurent Mekies (director de Red Bull, quien acompaña al piloto francés con un abrazo casi paternal) y Adrian Newey. En su vuelta a las carreras, ahora vestido con el verde de Aston Martin, el gurú detrás del éxito de Red Bull es uno de los últimos en ingresar al palacio. Adentro, una larga mesa con un mantel blanco, rodeado de sillas vestidas. Eso sí, fresco para estar ahí afuera y ahí arriba, porque es uno de los puntos más altos del principado y el viento se siente.

A 850 metros de ahí, en La Rascasse, el punto de partida de esta crónica, la fiesta absoluta. Ahí el protocolo y ceremonial que había allá arriba se transforma en DJs con música electrónica dándole vida a la gente que baila en… ¡el medio de la pista! Pasando la zona de la piscina, tras la pequeña curvita a la derecha, en esa rectita que desemboca en La Rascasse todo es fiesta. Es una zona de restaurantes y en La Rascasse hay fiesta, música y gente bailando en el primer pisto. La tira de restó que continúa aprovechó para armar sectores privados en la pista. Chicas bailando sobre tarimas, gente tomando enormes bazos de cerveza en el asfalto donde este viernes comenzará a girar la F1 en su octava fecha. La fiesta esta sponsoreada, hay batalla de energizantes. Están pegadas, la empresa que tiene equipo en la F1 y la que se cree un monstruo. Batalla de DJs y luces. Para llegar a esa parte del trazado donde está la fiesta hay que pasar por un detector de metales que está controlado por seguridad privada. A ESPN.com le sonó fuerte y claro y hubo que mostrar la computadora, los cables, el trípode, etc. Pero todo ok, se pasó.

Entre medio se mezclan algunos que salieron a correr, presumiblemente integrantes de equipos de competición, que tienen que esquivar a la gente que baila. Cruzando la pista, del otro lado, los yates. Y en más de uno también hay fiesta. Apenas es jueves. El viernes y el sábado, con más gente en Mónaco, sin dudas todo eso se intensificará. Eso sí, ya no habrá protocolo y ceremonial allá arriba, en el palacio.