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Lando Norris es el campeón de F1, pero: ¿es un gran campeón?

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Norris terminó tercero y es campeón del mundo (8:05)

El británico aprovechó la diferencia de puntos y con ayuda de su compañero y del equipo se alzó con el título. Verstappen ganó pero no fue suficiente, Piastri quedó segundo. Colapinto cruzó la línea de meta último. (8:05)

El inglés terminó con el reinado de Max Verstappen al consagrarse con su McLaren, pero es un piloto que por ahora no emociona ni genera fanatismo.

“Todos los años hay un campeón, pero no siempre hay un gran campeón”. La frase la inmortalizó Ayrton Senna. La temporada 2025 de Fórmula 1 tuvo, como debía ser, un campeón: Lando Norris. La gran pregunta, parafraseando al enorme piloto brasileño es: ¿hubo un gran campeón?

El inglés tardó 110 carreras en lograr su primera victoria. Entre los que fueron campeones, solo Jenson Button (113) y Nico Rosberg (111) tardaron más que Norris en tener su bautismo triunfal. Button y Rosberg fueron campeones, ¿pero fueron grandes campeones? Tal vez el gran tema sería intentar esclarecer de qué está hecho un gran campeón.

Un gran campeón es ese piloto que siempre genera algo, que emociona cuando se lo ve ganar, luchar y dejar todo en cada carrera. Ese grupo selecto que se sabe que siempre dará algo más, que no se conformará. Que cuando está segundo, a diferencia de muchos que gustosos aceptan la posición, siempre hará un intento para vencer, porque su hambre es inagotable, porque siempre quiere mostrarle al mundo que es el mejor, que no dejará nunca nada librado a la suerte o a terceros. Que tiene una mentalidad férrea, que no se quiebra ante las dificultados y, muchísimo menos, ante la presión. Que tiene la fortaleza y la valentía bien puesta para comandar las decisiones de su equipo desde la pista y por la radio. Que cuando declara ante la prensa muestra su chapa solo con una frase. Que falla, claro, como cualquier ser humano, pero que cuando comete un error todos quedan azorados pensando que, finalmente, es humano. Porque parece haber venido de otro planeta, como el gran barrilete cósmico.

Ahora bien: ¿reúne Lando Norris todas esas características? Está lejos, al menos por ahora. El inglés es un piloto rápido, no hay dudas. Que en clasificación puede sacar una vuelta brillante de la galera, pero muchas veces se quedó sin pole por errores repetidos, por más que su auto fuera el mejor. Cuando gana no emociona, no genera nada. Nunca se vio algo heroico (sin desatender que ya lo es el hecho de manejar un auto a 350 km/h). Suele cometer yerros pequeños y muchas veces la cabeza le jugó malas pasadas por no poder sobrellevar la presión. Intenta caer bien en las declaraciones con la prensa y termina balbuceando, como en la previa de Abu Dhabi.

En abril de este año, Norris dijo: “Siento que hay una versión muy prescrita de cómo la gente dice que tiene que ser un campeón del mundo: excesivamente agresivo. Prefiero ser una buena persona e intentar hacerlo bien. Haré todo lo que pueda para ganar un campeonato, pero quizá no sacrifique mi vida. Sigo creyendo que puedo ser campeón del mundo, pero que puedo hacerlo siendo un buen tipo”, una frase con un alto contenido naif. Porque, realmente, ¿quién quiere un campeón buenito? ¿Acaso lo fueron Ayrton Senna, Alain Prost, Michael Schumacher, Lewis Hamilton o Max Verstappen? Solo por nombrar grandes campeones.

Tal vez ni haya sido tan bueno, como dijo, puertas adentro de McLaren. Solo Piastri, algún día, podrá decir si los desaires vividos en Woking son por pedido de su compañero. Tal vez el gran campeón pueda surgir en Norris a partir de ahora. Ya está, ya es campeón. Ya se sacó la mochila que tanto le pesaba. Tal vez a partir de 2026 se vea en Lando una firmeza que jamás demostró y pueda entrar en el camino que lo lleve a la mesa de los grandes. Por ahora, está en la línea de Button y Rosberg, esos dos monarcas que tardaron más que él en lograr su primera victoria. Por ahora, es solo un campeón.