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Moss, Villenueve y otras leyendas que no fueron campeones

Este fin de semana el Gran Premio de China marcará la carrera 1000 en la historia de la Fórmula 1, una escrita por los hombres, mujeres y máquinas que compiten y mueren en las pitas, con el único objetivo de ser los mejores, y eso significa ser campeones.

Sin embargo, por distintas circunstancias, hay algunos pilotos legendarios que no pudieron ceñirse la corona ni una sola vez, aunque algunos de ellos incluso tengan mejores estadísticas que algunos campeones.

Repasemos cinco de esos nombres que se han quedado en el imaginario del automovilismo.

Stirling Moss

Hijo de padre y madre con historia en el deporte motor, parece que el único destino que tenía este pequeño inglés era el automovilismo. Moss compitió en 66 Grandes Premios. Ganó 16, logró 24 podios y 16 poles e hizo 19 vueltas rápidas. Estadísticamente superior a pilotos como Mike Hawthorn, Phil Hill o Giuseppe Farina, todos ellos campeones del mundo. ¿Por qué Moss no fue campeón? Obviamente porque los rivales cuentan –entre ellos Hawthorn y Hill- pero, sobre todo, porque vivió la época de Fangio al que nombró, “el Maestro” durante su tiempo juntos en Mercedes.

Wolfgang von Trips

Wolfgang Alexander Albert Eduard Maximilian Reichsgraf Berghe von Trips. Nacido en cuna aristócrata de la localidad de Rhineland en Alemania, ‘Taffy’, como era conocido entre amigos y colegas, peleó contra Phil Hill el campeonato de 1961 hasta la penúltima carrera de aquella campaña. Durante el Gran Premio de Italia (en esa misma carrera debutó Ricardo Rodríguez con Ferrari), Von Trips llegaba con un punto menos que Hill y dos carreras por disputarse. El alemán peleaba el liderato en la vuelta uno contra Jim Clark. En el fragor de la batalla el Ferrari y el Lotus Climax hicieron contacto y debido a la velocidad el auto italiano, Von Trips fue arrojado fuera del mismo. ‘Taffy’ perdió la carrera, el campeonato y la vida. Junto con él murieron 15 espectadores. Hill ganó el mundial.

Dan Gurney

Veterano de la Guerra de Corea, el hijo de un cantante de Ópera prefirió el sonido de los motores a cualquier aria. Corrió para los mejores equipos del momento: Ferrari, BRM, Brabham además de Eagle, su propio auto (en asociación con Shelby y Goodyear) y con el cual logró una de sus cuatro victorias en la F1 -19 podios en total en 86 carreras. De manejo versátil, Gurney compitió en IndyCar y NASCAR, pero nunca se pudo coronar en la máxima categoría del automovilismo. Fue contemporáneo de pilotos como Clark (2 veces campeón), Brabham (3) y Stewart (3). Era complicado ser campeón. El mundo del automovilismo lo perdió en 2018 a los 86 años de edad.

Ronnie Peterson

No era un piloto que supiese elaborar una puesta a punto, así que la falta de conocimiento técnico la compensaba con un manejo endiablado, con derrape controlado, muy estilo nórdico. En 1971 fue subcampeón y en el ‘73 fue tercero con cuatro victorias, pero seis retiros. En el ‘78, luego de tres malas temporadas, volvió a ser competitivo (quedó 2do). Al siguiente año correría para McLaren con la intensión de desligarse del contrato con Lotus, en el cual era piloto número 2 a favor de Mario Andretti. Pero sus planes se vendrían abajo en Italia, donde sufrió un accidente apenas iniciado el GP. Fue hospitalizado con las dos piernas rotas y su mujer Barbro Edvardsson llegó por la mañana procedente de Inglaterra para estar junto a su esposo. Ni siquiera bajó. Subieron para informarle que su marido no sobrevivió debido a una embolia pulmonar –fragmentos de hueso invadieron su torrente sanguíneo. Mario Andretti, su compañero con el cual apenas se dirigía la palabra, se limitó a decir: “las carreras también son esto, desafortunadamente”, una frase que sigue haciendo eco en la historia del automovilismo que se sigue cobrando vidas… porque sí, este deporte también es eso. Nueve años después del accidente, en el diciembre de 1987, Barbro murió en su baño luego de beber un coctel de tranquilizantes y alcohol. Dejaron una huérfana, Nina.

Gilles Villenueve

Enzo Ferrari lo adoraba. Los canadienses lo amaban. Sus rivales le temían. Si hubiese sido boxeador, hubiese sido un fajador; si hubiese sido torero, siempre hubiese recibido a porta gayola. Era un loco. Es por eso que es tan recordado. Velocidad, imprudente valentía y el corazón de un campeón. En cinco años, Gilles compitió en 68 Grandes Premios y ganó 6; logró 13 podios y 2 poles. En 1979 pudo ser campeón, pero ayudó a Jody Scheckter (otro loco) a ganar el mundial con Ferrari. Quedó 2do a 4 puntos del sudafricano, su amigo. Esa temporada se dio aquella inolvidable lucha en Dijon contra el Renault de René Arnoux por la 2da posición –fue la primera victoria de un auto turbo a manos de Jean-Pierre Jabouille con el otro Renault. En el ’81, en Canadá, llevó a un Ferrari semi destruido a la tercera plaza (el alerón le tapaba la vista y además llovía a cantaros). Fue la última vez que lo vieron correr sus compatriotas. En 1982, en Zolder, Bélgica, durante la clasificación Villeneuve en otro de sus tantos lances, chocó contra el lento March de Jochen Mass. El Ferrari quedó destrozado y Gilles a varios metros del mismo, detenido por las rejas del circuito y amarrado a su asiento. Murió instantáneamente.

Con esto iniciamos una serie de publicaciones a propósito del Gran Premio 1000 de la F1.