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"Ford vs. Ferrari" y la historia jamás contada de Ken Miles

Este el el momento en que Ford terminó con el dominio de Ferrari, en 1966, en las 24 horas de Le Mans. Photo by Bernard Cahier/Getty Images

La película más reciente del director James Mangold está titulada "Ford vs. Ferrari" o "Le Mans '66", dependiendo de la región del mundo donde se mire el largometraje. Pero su nombre realmente debería ser "La Historia Jamás Contada de Ken Miles". Semejante título no es atractivo para la taquilla; no obstante, en el caso de esta cinta épica de larga duración, sería muy apropiado. Miles, un inglés taciturno residente del estado de California, siempre ha sido el héroe olvidado detrás de los preparativos para hacer que el Ford GT40 fuera un auto competitivo en miras a su batalla contra la escudería Ferrari, que culminó en el famoso 1-2-3 obtenido en Le Mans en 1966.

Existen muy pocas (si llegase a quedar alguna) imágenes de archivo de Miles siendo entrevistado; a pesar de ello, es evidente que Christian Bale se ha preparado al máximo para interpretar a un personaje tan quisquilloso. Es difícil juzgar si su acento británico es fiel al original, aunque su caracterización contiene suficientes inflexiones para reflejar la crianza de Miles en Birmingham y representar a un pícaro carismático.

Matt Damon interpreta a Carroll Shelby, el duro texano que reforzó su reputación como ingeniero cuando puso esteroides a un elegante AC Ace al colocar un fuerte motor V8 bajo la capota (disculpen, "el capó") y lo denominó AC Cobra. Esto, combinado con la experiencia como diestro piloto de Shelby, permitió apreciar por completo las destrezas de Miles. Cuando los directivos de Ford, caracterizados por su rectitud, expresaron sus reservas ante la brutal honestidad del inglés, Shelby intervino a favor de Ken. Aparte del tema principal de la cinta (cómo Ford se enfrentó a Ferrari), esta yuxtaposición de personajes opuestos, aunque con admiración mutua, nos aporta la relación de respeto y aprecio necesaria para atraer a una audiencia distinta a los aficionados al automovilismo.

Es inevitable que se hayan incluido otros elementos de licencia cinematográfica (por ejemplo, una pelea entre Miles y Shelby sobre el pavimento suburbano) que bien podrían ser ciertos o no. Pero eso no es relevante. Lo más importante es la representación del mundo de las carreras y el esfuerzo hecho para producir escenas efectivas en lo dramático, siendo la más notable la carrera sobre la recta Mulsanne Straight en la noche, en medio de una copiosa lluvia.

Los apasionados más meticulosos del automovilismo señalarán pequeñas anomalías técnicas, la mayoría de las cuales son irrelevantes, aunque existen algunas ineludibles, tales como la escena en la cual se baja una velocidad para entrar en la recta Mulsanne, o cuando Miles intercambia miradas con Lorenzo Bandini mientras corren al lado del otro a más de 170 millas por hora, que molestarán hasta al espectador más desprevenido. Sin embargo, en líneas generales, la dirección de fotografía y detalle de producción son de altísima calidad, destacándose los pits de Le Mans (recreados con todo detalle dentro de un aeropuerto abandonado en California), particularmente cuando se combina con los efectos increíblemente realistas de unas tribunas a plena capacidad.

El guion, que favorece ampliamente el punto de vista de Ford, no pierde la oportunidad de aportar fuertes emociones cuando se le niega a Miles una muy merecida victoria en Le Mans que le habría dado un triplete único, junto con los triunfos en Daytona y Sebring. La exigencia de Ford de posar para una foto (a lo cual Miles accedió, con una benevolencia poco característica de él) terminó cediéndole la victoria a Bruce McLaren y Chris Amon porque los oficiales de la carrera estimaron que el auto de éstos últimos recorrió 20 metros extras, ya que estaba por detrás del auto MkII de Miles/Denny Hulme en el orden de partida.

Esa parte de la historia es ampliamente conocida. Lo que nunca ha quedado en claro son los motivos por el accidente fatal que ocurrió en Riverside dos meses después cuando Miles estaba probando el J-type (posteriormente conocido como Mk IV) en preparación para la temporada de 1967. La película, evitando la oportunidad de presentar otro choque espectacular (lo cual se agradece), utiliza una toma alejada para mostrar cómo el auto corría sobre una rápida curva para desaparecer bajo una nube de polvo, dando a entender que Miles había cometido un error.

En realidad, el auto rodó por completo en varias ocasiones y Miles sufrió graves lesiones cuando fue expulsado de la máquina en pleno movimiento durante este descomunal accidente. Existen diversas teorías al respecto, desde un arnés de asiento que quedara suelto hasta fallas de diseño aerodinámico que se hicieron evidentes a alta velocidad.

En cuyo caso, vale la pena recordar la experiencia del fallecido Frank Gardner, un corredor altamente competente, respetado por Ford y quien fue contratado para investigar lo ocurrido. Un día, durante un almuerzo en Sídney, Gardner nos dijo que había caminado por la pista californiana antes de iniciar cualquier procedimiento, revisando sitios donde pudiera intentar colocar el auto en caso de problemas. El J-type, según explicó, fue uno de los primeros en contar con una "caja negra" que influía, entre otros elementos, sobre una transmisión semi-automática.

Gardner repitió la prueba hecha por Miles con exactitud, incluyendo las velocidades en cada vuelta y la hora en la cual se efectuó el recorrido. Virtualmente en la misma distancia y el mismo lugar en la pista de carreras, la transmisión se bloqueó. La diferencia era que Gardner estaba preparado para dicha circunstancia y Miles no.

Frank se consideró sumamente afortunado de poder salir del auto y evitar serias lesiones. El recorrido dejó marcas de llantas muy similares a las dejadas por el auto de Miles. Esto, se podría decir, es el único manchón al final de una película de carreras en la cual la historia de Ken Miles es tan interesante como el tema principal.