Conozcan el primer brazo de $1 millón en Brasil
Cuando se abra el periodo de firmas internacionales de MLB el 2 de julio, el chico brasileño de 16 años Eric Pardinho va en camino a conseguir un contrato de siete cifras. ¿Podrá el lanzador no probado cumplir con las expectativas de su padre?
Esta historia también fue publicada en inglés y portugués.
En las Colinas de Ibiruna, encima de los árboles de eucalipto y cerca de 50 millas al oeste del centro de Sao Paulo, un cazatalentos de Grandes ligas se yergue sobre el plato del estadio de la Academia Yakult en una tarde de domingo de abril. Desde la oscuridad de la cabina del anotador oficial, apunta una pistola de radar hacia la lomita, en la cual el derecho Eric Pardinho, de 16 años, supera a adolescentes superiores a él en edad y tamaño, que se encuentran impotentes en al plato al enfrentarse a él.
Cerca del terreno, otro evaluador se deshace en elogios por la técnica del joven lanzador, digna de estudio. La forma en la cual rota la parte baja de su cuerpo para así crear una fuerza que una persona calificada, generosamente, con una altura de 5 pies, 10 pulgadas (1,55 m) no debería ser capaz de generar. La forma en la cual sus manos se encuentran en posición perfecta cuando su pie en frente pisa el terreno. Y el seguimiento. "Uno firma chicos y trabaja con ellos por tres años tratando que sean capaces de hacer todo eso", dice el cazatalentos.
En septiembre pasado, a la edad de 15 años, Pardinho desató la sensación al despachar rectas a un rango cercano a 95 millas por hora a hombres mayores que él en las eliminatorias del Clásico Mundial de Béisbol. Casi un año después, con el período de contrataciones internacionales de las Grandes Ligas previsto para iniciarse el 2 de julio, se espera firme el pacto más lucrativo a prospecto alguno de su país.
Sin embargo, no todos están convencidos. Algunos ejecutivos en el mundo de las Mayores se preguntan por el tamaño del joven y su falta de roce al estar en Brasil, un país de gran tradición futbolística y que no produjo su primer ligamayorista hasta 2012, proveyendo un gran total de tres peloteros a las Mayores.
La pregunta entonces es: ¿Pardinho vale la pena? La respuesta está en la forma como se pueda vender su talento.
En las tribunas frente a la línea de primera base, el padre de Pardinho, Evandro, mira detenidamente. Este viernes, como hace frecuentemente, manejó por una distancia de 300 millas (642 kilómetros) para ver a su hijo competir en un torneo de fin de semana. Este sábado, casi tuvo un ataque cardíaco cuando su hijo intentó anotar desde segunda con un wild pitch, deslizándose al home en una jugada vertiginosa en la cual el pitcher debió saltar sobre Pardinho, evitando una peligrosa colisión. Ahora, es domingo, y aunque sea el partido por el campeonato, la nueva cara del béisbol brasilero tiene un límite de pitcheos. En vez de los cinco o seis innings que típicamente pitchea Pardinho, lanzará solamente dos entradas.
Su padre (cuya incansable búsqueda de conseguir un cupo en las Mayores a su hijo convirtió a Eric en el primer prospecto brasilero con un agente) está de acuerdo con esta cuidadosa forma de llevarlo.
"Mi mayor temor es que se lesione", dice Evandro. "Quiero ponerlo en una burbuja".
Evandro Pardinho es un vendedor. Bisnieto de inmigrantes italianos, viste lentes de diseñador y camisas de vestir de alta gama. Su pelo sal y pimienta está perfectamente peinado y sus manos cuentan con una brillante manicura. Se gana la vida vendiendo zapatos de niños para una compañía brasilera de nombre Kidy.
Sin embargo, una de las ventas más exitosas de Evandro fue la hecha a su hijo de 6 años.
Corría el año de 2007, y los Pardinhos habían regresado de una vacación en las playas de Paraná, en la cual el tío japonés de Eric había quedado impresionado con la coordinación entre manos y ojos que su sobrino había mostrado mientras jugaba a la paleta de playa una mañana. Su tío le dijo al cuñado que quizás debería intentar que Eric juegue béisbol.
De vuelta a la población rural de Bastos, sabiendo muy bien que Eric pondría resistencia, Evandro hizo una venta a ciegas. Dijo que le llevaría a jugar fútbol, el primer amor del niño. En vez de eso, Evandro metió a Eric en el auto con destino al diamante local, para un encuentro insospechado con el béisbol.
"No sabía lo que era", dijo Eric. "Pero muchos niños jugaban, y estaba curioso. A los niños les gusta la tierra y las pelotas, por lo que me divertí mucho.
La mejor parte del día vino una vez que los bates, guantes (y padres molestos) se fueron.
"Después, nos quedamos a jugar fútbol".
Una década después, el vendedor de calzados admite que tuvo que trabajar extra a la hora de persuadir que su hijo jugase béisbol.
"Primero, había resistencia porque estaba enamorado del fútbol", dice Evandro, ex jugador de voleibol que aprendió el pasatiempo norteamericano junto a su hijo, llegando a ofrecerse como entrenador del equipo juvenil de Eric a pesar de no tener familiaridad con el deporte. "Pero, con mucha insistencia, terminó cediendo y empezó a asistir a las prácticas de béisbol".
Para un padre que no sabía absolutamente nada sobre el "rey de los deportes", el intentar que su hijo jugase al béisbol podría parecer extraño... Hasta que se toma en cuenta las características de la zona rural que lo rodea.
Al igual que muchas colonias de inmigrantes asiáticos en Brasil, país con la mayor población nipona del mundo fuera de Japón, Bastos sigue estando influido de forma imborrable por su ascendencia. La calle principal se denomina Avenida Dezoito de Junho (Avenida 18 de junio), nombrada por la fecha en 1908 en la cual agricultores japoneses llegaron a Brasil, buscando trabajo en los campos de café y caña de azucar. A una cuadra, se encuentra el centro comunitario en el cual mujeres mayores vestidas en kimonos practican danzas tradicionales y jovenes estudiantes completan ecuaciones matemáticas prácticamente imposibles en cuestión de segundos utilizando un antiguo ábaco llamado soroban.
Quizás, lo más japonés que hay en esta población es su estadio de béisbol.
Nombrado oficialmente por el hombre que fundó Bastos hace casi 90 años, el estadio de béisbol Tsutoma Maruyama ha permanecido allí por toda la existencia del pueblo y está situado en su centro, al lado de la iglesia. Conocido por los locales como el Campo de Cidade (Campo de la ciudad), fue un templo construido por los japoneses en honor del deporte que adoran. Durante la mayor parte del siglo 20, fueron estos japoneses los que usaron el diamente, en parte debido a una comunidad de inmigrantes aislada que no estaba interesada en mezclarse con gaijins (extranjeros) y además, la mayoría de esos gaijins preferían el futebol a ese deporte importado con reglas extrañas. No obstante, a partir de los años 80, cuando la crisis económica del país hizo que muchos inmigrantes japoneses regresaran a su país, el ADN del béisbol brasilero comenzó a evolucionar lentamente.
En 1992, José Pett, un rubio de ojos azules con 6 pies, 6 pulgadas (1,98 m) de Sao Paulo firmó con los Azulejos de Toronto por $700.000, el mayor bono recibido hasta ese entonces por un pelotero internacional. En 2000, cuando la Academia Yakult abrió sus puertas en Ibiuna, seis de los 25 peloteros de su primera clase eran brasileiros de pura cepa.
Para el momento en el cual Eric Eiji Tanaguchi Pardinho llegó al Campo de Cidade, la revolución gaijin ya estaba en pleno desarrollo.
Quizás es solo una coincidencia que en 2013, el año en el cual el también nativo de Bastos Luiz Gohara firmara un contrato récord con los Marineros de Seattle, el hijo de 12 años de Evandro Pardinho finalmente dejara el fútbol y empezara a concentrarse en el béisbol. Pero bien, los vendedores trabajan para una comisión.
El año siguiente, 2014, Evandro puso a su hijo a vivir por sí solo en la Academia Yakult, donde Gohara entrenó y en la cual Eric se convirtió en el residente más joven de lo que básicamente es la versión del béisbol brasilero de la Academia IMG. Además de llevar consigo su guante y zapatos con ganchos para jugar béisbol, Eric tenía una lista impresionante de cosas por hacer.
"A fin que Eric consiga el éxito que está buscando en Brasil y el mundo, debimos crearle objetivos", dice Evandro, apuntando que al momento en el cual su hijo llegó a la academia, su recta alcanzaba como máximo entre 70-75 millas por hora, una buena velocidad para un chico de 13 años, pero no suficiente. "Nos hicimos la meta que alcanzaría en un año 80 millas por hora. Pudo llegar a los 80 a los 14 años, y cuando cumplió 15, el objetivo era rozar las 90 millas por hora. Fue un paso gigante ir de 80 a 90 en un año, y luego de los 90 se puso otras metas, alcanzar 92, 94, hasta que consiguió las 95 millas por hora".
Fue un salto muy drástico en la velocidad, especialmente para un chico que no alcanza los 6 pies de estatura. Por ello, quienes conocen a Eric están preocupados, pensando si su cuerpo podrá con semejante exigencia.
"Me preocupa mucho", dice Mitsuyoshi Sato, un amable hombre de 71 años, quien ha fungido como entrenador jefe en la Academia Yakult desde su apertura y solo responde a su apodo de Sensei. "Esto es algo muy raro en el mundo del béisbol. Por ello lo cuidamos muy especialmente a fin de evitar lesiones, especialmente en su brazo. Estamos felices por él, pero a la vez preocupados. ¿Cómo puede este chico lanzar tan rápido?
La respuesta, al menos en parte, se puede conseguir en la instrucción de Eric, inspirada en técnicas asiáticas.
"Usamos la técnica japonesa con él", dice Arthur Assanome, quien ha pasado los últimos 30 años entrenando chicos en Bastos, incluyendo a Gohara, quien fuera cambiado a los Bravos de Atlanta en enero. Al contrario de Gohara, un espigado y fornido zurdo de 6 pies 3 pulgadas quien es comparado con CC Sabathia, Pardinho no cuenta con ese tamaño. No obstante, compensa su falta de altura con mecánica.
"El potencial y la unión de todas las fuerzas", dice Assanome, refiriéndose al énfasis japonés en la energía cinética y la transferencia de peso. "En muy poco tiempo, pudo asimilar todas las enseñanzas y comenzó a usar su cuerpo de la forma correcta. Hizo masa, precisión y velocidad".
Además, armó un currículum muy sólido.
A los 14 años, Pardinho tomó la lomita en tres ocasiones en el Campeonato Panamericano sub-14 en Venezuela y se llevó tres trofeos (por la mayor cantidad de triunfos, ponches y la más baja efectividad). En el verano pasado en el campeonato panamericano sub-16 de 2016, abanicó a 12 en seis entradas para darle el triunfo a Brasil sobre la República Dominicana.
Dos meses después, en las eliminatorias del Clásico Mundial de Béisbol en Brooklyn, tuvo su gran momento, trabajando por dos tercios de inning contra Pakistán, con una recta medida en 94 millas por hora. No fue una salida perfecta (otorgó un boleto, concedió un hit y no terminó la entrada). No obstante, para un chico de 15 años proveniente de un país que apenas se hace mencionar en la comunidad de scouts, fue más que suficiente. Pardinho se encontró en medio de una lucha por sus servicios.
Los Marineros, Azulejos y Diamonbacks de Arizona mostraron interés, al igual que lo hicieron los Mets de Nueva York, Rojos de Cincinnati y Rays de Tampa Bay. La atención fue tanta que en enero, el vendedor de calzados del Campo da Cidade contrató a un vendedor de atletas de la ciudad de Los Ángeles (el agente Rafa Nieves, ahora con la agencia Wasserman basada en Los Ángeles) a fin de manejar las negociaciones de Eric. Poco después, padre e hijo se embarcaron en una gira vertiginosa de presentaciones, exámenes médicos y cenas con steak. Hubo un vestidor con el nombre de Eric encima de él, una camiseta con su característico No. 43, y un césped perfectamente verde, tanto que Evandro lo tocó a fin de asegurarse que fuera real.
Más recientemente, Eric fue clasificado por MLB.com como su quinto mejor prospecto internacional y como el único lanzador entre los primeros 25. Cuando comience el periodo de firmas internacionales, se espera que firme en el primer día por un valor que podría oscilar entre $1 millón y $2 millones, muy por encima de los $880,000 que recibió Luiz Gohara cinco años atrás.
En términos de béisbol, un millón y medio de dólares por un talento internacional no parece mucho; y menos cuando se le compara a los $42 millones que recibió el outfielder cubano Yasiel Puig por parte de los Dodgers en 2012, o los $31.5 millones que Yoan Moncada, paisano de Puig, recibió de los Medias Rojas en 2015. Incluso, están los $6 millones que los Gigantes le dieron al campocorto de Bahamas Lucius Fox ese mismo año, récord para un pelotero proveniente de un país distinto a Cuba.
A pesar de todo esto, el botín que se espera reciba Pardinho no tiene precedentes para un prospecto brasilero. Esta cifra hace aún mayor ruido debido a los nuevos límites impuestos por el recién firmado contrato colectivo de las Grandes Ligas que entró en vigencia desde diciembre, que impone restricciones a las cantidades que pueden gastar los equipos en firmas internacionales, al imponer un tope entre $4.75 y $5.75 millones. (Bajo el contrato laboral anterior, los equipos podían gastar cuanto desearan, siempre y cuando desembolsaran un impuesto al lujo si superaban los topes previstos). En otras palabras, un millón y medio de dólares es una bicoca.
"No podemos competir con esas cantidades obscenas de dinero, y no hay razón por la cual debamos hacerlo", dice un ejecutivo de la Liga Americana que compara el talento de Pardinho al de un estadounidense salido de escuela secundaria y escogido en el draft entre la tercera y quinta rondas, que típicamente podría firmar por una cifra entre $500,000 y $800,000. "Puedes obtener ese mismo tipo de jugador en Estados Unidos con mucho menos gastos. No hay que pagar por un traductor, sabes bien contra quien ha competido y has podido evaluarlo contra rivales de calidad".
Afirma un segundo ejecutivo en la Liga Americana: "Puedes conseguir pitcheo así mucho más barato en República Dominicana y Venezuela".
Por esto, se despierta la interrogante: ¿Por qué tanto alboroto por este chico oriundo de Bastos?
Porque, contrario a Gohara o cualquier otro prospecto brasilero antes de él, Pardinho tiene un agente. Dos agentes, si contamos a su señor padre. "Su gente ha hecho muy buen trabajo promoviéndolo", dice el segundo ejecutivo sondeado. "Si Gohara hubiese participado en todo el circuito de presentaciones y hecho todo eso, se le hubiese pagado mucho más".
En cambio, es Pardinho el que se encuentra en la mejor posición para hacer historia. Y mucho dinero.
Su papá se contenta al pensar en ambas cosas.
"La gente me decía que Eric era solo bueno en Brasil, pero que internacionalmente habían millones como él", dice Evandro, permanentemente en modo de vendedor. "Siempre he sido atleta y siempre quería ser el mejor en todo lo que hiciera. Se convirtió en mi meta, y en la suya. Trabajamos y hablamos para mostrarle al mundo que, sí, Brasil puede tener grandes peloteros. En julio, cuando pueda firmar con un equipo norteamericano, pondremos punto final a una historia que comenzó cuando él tenía 6 años. Cerraremos un capítulo y abriremos otro: su llegada a las Mayores".
De vuelta en las colinas de Ibiuna, muy por encima de los árboles de eucalipto, el cazatalentos permanece refugiado en la oscuridad de la cabina del anotador oficial con su pistola de radar apuntando al montículo.
Si bien son las finales de la muy importante Copa de los Marineros, Pardinho no está fungiendo como abridor o lanzando sus acostumbrados 70 o 75 pitcheos. Hoy es relevista, limitado a cerca de 30 envíos. El 2 de julio está a la vuelta de la esquina y, bien, más vale prevenir que lamentar.
A principios de semana, durante un partido intra escuadra en la academia, Pardinho no participó, debido a una molestia en su hombro. Cinco días después, con las pistolas de radar y ojos de organizaciones internacionales puestos sobre él, ingresó al encuentro en el sexto episodio del partido por el campeonato con sus Azulejos de Nippon por debajo 6-0 contra el Marilia, el poderoso programa que ganó todos los torneos el año pasado.
"Los únicos turnos que me importan son el de Watanabe y Coutinho", dice uno de los cazatalentos, dando a entender que el hecho que Pardinho pueda lanzar como hombre entre niños no tiene valor alguno a la hora de proyectar su futuro. El poder vencer a dos prospectos que podrían firmar con equipos de las Mayores es una historia totalmente distinta.
En la sexta entrada, Pardinho poncha a Vitor Watanabe, un delgado y no muy alto chico de origen japonés quien se encuentra entre los principales prospectos del país. Luego de abanicar a Watanabe, le despacha una recta de 93 millas por hora a Victor Coutinho, un zurdo alto, de hombros amplios y piel oliva con cabello castaño oscuro y corte mohawk quien es prácticamente el símbolo de la revolución gaijin. Coutinho (quien bien puede ser el mejor bateador aficionado que Brasil tiene para mostrar) conecta el ofrecimiento de Pardinho y lo dispara al jardín central, en un elevado que bien hubiese salido del parque si no fuera por las amplias dimensiones del estadio. Termina aterrizando después de pasar por encima de la cabeza del jardinero central, a una distancia cercana a 400 pies, para un doble. El trueno del bate de Coutinho sirve como un recordatorio que, si bien hay muchas expectativas puestas en Pardinho, hay advertencias y precauciones que deben ser tomadas en cuenta.
Primero, tenemos el nivel de competencia. Si bien la llegada de peloteros brasileros ha traído un mayor nivel atlético al béisbol, el declive de peloteros japoneses en tierra carioca (debido a la migración en reversa y familias de tercera y cuarta generación poniendo mayor énfasis a la educación por encima del deporte) ha resultado en un nivel muy dispar de béisbol. En la ronda inaugural de la Copa de los Marineros del sábado, ambos partidos terminan en un error que induce a una jugada para dejar en el terreno. En el partido por el campeonato del domingo, la acción se detuvo por 10 minutos porque el receptor por accidente golpeó a su lanzador en la rodilla con un tiro cuando intentó atrapar a un corredor en robo hacia la segunda base.
"Me gustaría decir que ha mejorado", dice un cazatalentos de la Liga Americana con respecto al béisbol brasilero, "pero, a mi juicio ha decaído un poco en los últimos años".
Si bien Pardinho es la excepción, y si típicamente hace las cosas bien, existe la preocupación por lo que pueda pasar si comienza a hacer las cosas mal.
"Cuando mando a un chico de Brasil a Estados Unidos, le digo a la gerencia que tendrá dificultades", dice un cazatalentos de la Liga Nacional que creció en Brasil y lanzó a nivel universitario en Estados Unidos. "Aquí, los bateadores que tienen dificultades por primera vez van a confrontar problemas todo el tiempo porque no hacen ajustes. En Estados Unidos, cuando te mides a una alineación por segunda vez es algo muy diferente. Cuando Pardinho llegue a Doble-A, será otro lanzador con rectas de 95 millas y una curvita. Necesita mejorar, pero ¿y si no lo hace? ¿Qué pasaría si tiene tantos problemas, que termina con un deseo de no jugar más al béisbol?"
Con ese tipo de proceso de adaptación, es fácil ver el por qué hay gente dentro del béisbol que ha pensado que los Marineros y los Diamondbacks podrían tener las mejores opciones para contratar a Pardinho. Además de firmar a cinco prospectos brasileros esta década entre ambos, éstos clubes cuentan con cazatalentos de ese país. Esa es una rareza entre los equipos de las Grandes Ligas y algo que los Azulejos, un club con expectativas de firmar a Pardinho, no tiene. Eso no significa que Toronto no cuente con conexiones brasileras.
El receptor de los Indios Yan Gomes firmó con los Azulejos en 2009 y debutó con Toronto tres años después, convirtiéndose en el primer jugador brasilero en debutar en las Mayores (después llegaron el lanzador André Rienzo y el jardinero Paulo Orlando). Mucho antes, en 1992, los Azulejos fueron la primera organizacion de las Mayores en probar el mercado brasilero cuando se hicieron con los servicios de Jose Pett, el gigantesco gaijin. La noticia fue tan grande en la tierrra de Petit que su equipo de casa cambió su identidad y se convirtieron en los Azulejos de Nippon, vistiendo uniformes auténticos donados por Toronto a petición de Pett.
Un cuarto de siglo después, Eric Pardinho viste ese mismo uniforme y se presta a seguir los pasos de Pett. Por lo menos, algunos de ellos.
Si bien Pett mostraba amplia promesa, ya estaba prácticamente fuera del béisbol a los 22 años, víctima de una dura transición hecha aún más difícil por el abuso de alcohol, de acuerdo a quienes conocen su historia. "Tenía todas las herramientas físicas", dice un veterano evaluador de talento. "Pero, encima de los hombros, era algo muy distinto".
En contraste, Pardinho, que no tiene una altura de que ufanarse, y pudo mantener su compostura en el escenario del Clásico Mundial de Béisbol, recibe elogios por su mentalidad. "Fuera de serie", dice el cazatalentos de la Liga Americana.
"Muchos en la selección nacional se ponen nerviosos, pero no me preocupo", dice Pardinho, lo suficientemente seguro de sí mismo para usar un arete y hacer swings sin casco, para dejar a la vista de todos su corte de pelo digno de cantante de boy-band. "Juego esos partidos como cualquier otro en Brasil".
Confiesa haberse sentido un poco nervioso en Brooklyn el pasado otoño. "El Clásico fue algo distinto, sí me sentí nervioso al principio. Pero me acostumbré".
Al igual que los evaluadores han hecho con respecto a sus intangibles.
"Su conocimiento del béisbol, su deseo de tener éxito, esa es la gran clave", dice el evaluador. "Ahí le sumas 2 pulgadas a su altura".
Inmediatamente después de las finales de la Copa de los Marineros, ambos equipos quedan de pie, hombro con hombro, en líneas de foul opuestas, viendo al diamante con las gorras en sus manos. En unísono, hacen reverencia y dicen arigato al campo desierto. Luego, se voltean en dirección a sus entrenadores, hacen una nueva reverencia y les agradecen. Finalmente, caminan hacia las tribunas entre los dos dugouts y repiten el gesto una vez más, esta vez en señal de respeto hacia la multitud.
A pesar de su cara cambiante (exactamente la mitad de los jugadores presentes en el partido de campeonato son gaijins) el béisbol brasilero permanece enlazado de forma permanente a sus orígenes asiáticos. Pero el flujo cada vez mayor de peloteros de orígenes distintos al japonés está ayudando a poner a Brasil en el mapa del mundo del béisbol.
Gomes, Rienzo y Orlando son todos brasileiros. Al igual que Gohara y el prospecto jugador del cuadro de los Mellizos Leonardo Reginatto, los dos jugadores con mayores probabilidades de debutar próximamente en las Mayores.
"En el béisbol", dice un ejecutivo de la Liga Americana, "lo que estamos buscando es el atleta en si".
Y los están empezando a buscar en Brasil.
En 2007, los Marineros comenzaron a patrocinar su torneo epónimo como forma de incrementar la presencia de su marca en Brasil. (Al juzgar por las recientes firmas de Seattle, está surtiendo efecto). En 2011, Major League Baseball, siempre ansioso de convertir su producto en pasatiempo internacional, inició una asociación informal con la Academia Yakult, invirtiendo cifras cercanas a los cientos de miles de dólares en este programa anualmente mediante equipos deportivos y desarrollo de entrenadores.
Al siguiente año, bajo el comando del gerente y miembro del Salón de la Fama Barry Larkin, el equipo de Brasil salió invicto en su ronda eliminatoria, incluyendo una victoria 1-0 sobre el gran favorito Panamá, que además jugaba en su país, avanzando así a su primer Clásico Mundial. Aunque Brasil no pudo avanzar de la ronda eliminatoria en Brooklyn, una fugaz aparición de cierto lanzador de 15 años generó muchos comentarios.
Cuatro meses después, en enero, Rob Manfred y compañía aumentaron su apuesta en Ibiuna, asociándose oficialmente con el centro de entrenamiento allí ubicado a fin de crear la Academia de Desarrollo Élite de Brasil de Major League Baseball. En ese tiempo, Pardinho (con agente incluido) comenzó a hacer aparición en distintas presentaciones. Quizás fue una coincidencia. Quizás no.
"MLB está apostando al mercado de atletas brasilero", dice Sato.
Esta irrupción brasilera no es nada comparado lo inmenso del territorio de esa nación y que Venezuela, un país con la décima parte de la superficie de su vecino, ha producido cerca de 360 ligamayoristas hasta ahora. Sin embargo, hay que comenzar en algún momento. Colombia, otra nación suramericana vecina de Brasil, aportó siete ligamayoristas en el siglo 20 pero ha suplido una docena más en la última década. Aunque Venezuela ha producido peloteros en las Mayores desde 1939, más del 25 por ciento de su aporte se ha producido en los últimos cinco años.
Eso es definitivamente un ímpetu. Pregúntenle a Jorge Otsuka qué piensa al respecto.
El día posterior al campeonato de la Copa de los Marineros, el presidente de la Federación de Béisbol y Softbol de Brasil está sentado en su oficina de Sao Paulo, una pequeña habitación en el segundo piso de una agencia de seguros que solía dirigir antes de su retiro, y habla con respecto al estado del deporte al cual ama tanto como a sus cuatro nietos; los retos del crecimiento de un deporte que no recibe ningún estímulo del gobierno federal porque no ha sido deporte olímpico (el béisbol participó en los Juegos por última vez en Beijing 2008); la vergüenza que para él representa que en todo el país solo hay cerca de 100 campos de béisbol y ninguno cuenta con iluminación; el por qué, si bien hay cada vez más brasileros migrando a este deporte, el total de jugadores federados ha decaído de 6.000 un par de años atrás a 3.000 hoy, todo debido al éxodo japonés.
"Estamos preocupados", dice Otsuka, el único presidente que la federación ha conocido en su historia de 17 años. "Si bien el aspecto técnico del béisbol brasilero ha crecido mucho, el número de atletas no aumenta".
Aun así, hay muchas razones para el optimismo. Está la asociación con MLB, acuerdo que ha provisto ayuda en el aspecto del entrenamiento, algo que era una necesidad imperante. Se espera que el béisbol regrese a los Juegos Olímpicos en 2020, trayendo con eso la esperanza de mayor apoyo gubernamental. Y la insurgencia de peloteros de este país tiene a muchos preguntándose si Brasil puede convertirse en la próxima gran frontera del béisbol.
"Pienso que seguirá creciendo", dice Paulo Orlando, el brasilero en haber llegado más recientemente a las mayores. "Cada vez más brasileros quieren jugar al béisbol. Quieren firmar. Quieren tener la oportunidad de cambiar la vida de sus familias". Con una firma, Eric Pardinho puede hacer eso muy pronto.
"Está prácticamente contratado por Toronto, ¿verdad?", dice Otsuka. "Azulejos de Toronto".
Es una versión alterada, a propósito, del futuro que sus padres se imaginaron una vez para él. "Pensábamos que sería médico", dice Evandro, cuyo hijo dejará de estudiar a los 16 años. "Es difícil, pero el contrato ayudará a hacerlo más fácil".
Eric agrega: "Será diferente. Una nueva vida y un nuevo comienzo".
No sólo para él y su familia, sino para todo un país.
"Él es muy importante para el béisbol brasilero", dice Otsuka. "Pero, al igual que la mayoría de los jovenes atletas, debe tener cuidado a fin de evitar que el éxito se le vaya a la cabeza, porque..."
Otsuka hace una pausa, y luego reanuda sus ideas.
"... ¿Ustedes han conocido a su papá?"