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Joe Burrow deja a LSU con un título nacional y como leyenda

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"Joe es especial, todo el mundo lo vio este año" (1:15)

Justin Jefferson compartió su sentir tras convertirse en campeón nacional junto al ganador del Trofeo Heisman. (1:15)

La temporada más espectacular en la historia de la NCAA para un pasador quedó puntualizada de la única manera en que podía suceder: con una actuación récord en el Juego de Campeonato.

Joe Burrow exprimió al máximo cada gota del enorme talento que posee en su arsenal aéreo para impartir una clínica de cómo se juega la posición y, de paso, ofrecer un vistazo a lo que pueden esperar los aficionados de la NFL --en particular, de los Cincinnati Bengals-- una vez que el draft oficialice lo que todo mundo espera.

Mucho crédito para el plan de juego ofensivo de LSU, que nunca dejó de atacar a Clemson en todos los niveles. Ja'Marr Chase y Justin Jefferson atraparon nueve pases cada uno y se combinaron para 327 yardas y dos anotaciones, ambas de Chase. Thaddeus Moss también anotó dos veces, parte de su actuación de cinco recepciones para 36 yardas en la noche. ¿Y por tierra? Clyde Edwards-Helaire corrió 12 veces para 73 yardas, encima de los cuatro pases para 40 yardas que sumó.

Pero la noche fue de Burrow. Con 30 pases completos de 47 intentos y cinco touchdowns sin intercepciones, además de 58 yardas y una anotación terrestre, Burrow --el chico al que le hacen memes por su parecido a Macaulay Culkin-- confirmó que el escenario enorme y deslumbrante del Superdome no le quedó grande. De paso, terminó por imponer un número de récords, tanto para la temporada completa como para un juego por el título. Más, imposible pedir.

Para quienes dudaban, todavía, de su potencia en el brazo, o de su capacidad para leer defensivas, Burrow debió haber apagado cualquier duda ante la defensiva N° 1 en puntos permitidos en la temporada regular. Sin embargo, si algo ha impresionado de Burrow, es que juega con un nivel de confianza que no es ordinario en un chico de 23 años de edad.

Lo segundo que debemos reconocer de Burrow, es su progreso personal. A veces, nos dejamos caer en la trampa de creer que lo que vemos de un jugador es todo lo que veremos de él a través de su carrera. En Burrow, hay un chico que debió salir de Ohio State debido a que no tenía posibilidad de jugar. Llegó a LSU y se hizo con la titularidad gracias a una temporada buena a secas. Pero Burrow no se conformó con ser el quarterback titular de un programa legendario como LSU. Quería más, se convirtió en mucho más de lo que era como jugador, y ahora su nombre está inscrito en letras de oro entre los más grandes que jamás han vestido el jersey de los Bayou Bengals, junto con tipos como Y.A. Tittle, Billy Cannon, Kevin Faulk, Glenn Dorsey, Patrick Peterson y otros. Hay que dejar pasar un poco de tiempo para volver a mirar atrás, pero, quizás, Burrow ya es el mejor de todos ellos.

Al otro lado de las laterales, fue la primera vez en una corta pero exitosísima carrera colegial, en que vimos a Trevor Lawrence desesperado, frustrado, confundido y, derrotado. El quarterback de Clemson jamás había perdido a nivel NCAA en dos años con la escuela. Nada de qué alarmarse. Simplemente, una confirmación de que el probable primer recluta global del 2021 es humano, como el resto.

No hay nada qué reprocharle a Lawrence, al head coach Dabo Swinney, o a nadie más en la banca de Clemson. Simplemente, no fueron el mejor equipo de la noche, algo que no se dice muy a menudo de los equipos de Swinney. Clemson se mantiene entre los favoritos para ganar el año que viene, cuentan con el probablemente iniciará la campaña como favorito para el siguiente Heisman, y se han convertido ya en el programa más exitoso en la historia de la ACC. No es momento de descartar a Clemson.

Pero de regreso con Burrow, en este momento sería impensable que los Bengals hicieran otra cosa con el primer turno global del siguiente draft. Probablemente, se trate de la selección más cantada desde Andrew Luck. Cincy no puede darse el lujo de no entregarle a su afición a Burrow, y el optimismo que llegará a la organización gracias a ese brazo derecho.

La primera selección global debe ser para un tipo con talento extraordinario, claro está. Pero ese elegido también debe reunir otras características que tienen que ver con liderazgo y con carácter, dentro y fuera del campo. Debe tener confianza. Debe tener templanza. Debe tener calma ante la adversidad. En suma, debe ser un jugador especial entre los más especiales, y Burrow --hijo de un ex jugador de la NFL-- cumple, sin lugar a dudas.

LSU obtuvo su preciado cuarto título nacional en un partido jugado, casi, de local. Desde luego, eso fue lo más importante de la velada. Pero los Tigers obtuvieron algo más. LSU obtuvo a un ídolo para futuras generaciones. Alguien a quién emular. Una figura por la cual, futuros estrellas de preparatoria quieran dirigirse a Death Valley. No todos los títulos nacionales llegan con esa clase de plusvalía.

Todos los años hay campeones, pero no todos los años hay historias como la de Joe Burrow.