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Los Patriots quizá ya sufrieron la sacudida que anualmente los impulsa

Cada año, los New England Patriots dan la impresión de iniciar lentamente la temporada regular, con una derrota contundente que anticipa el principio del fin de una dinastía que se ha mantenido vigente por 17 años.

Y aunque varios caen anualmente en la trampa al afirmar, casi como un ritual de inicio de temporada, que, ahora sí, los Patriots van en picada, la percepción no podía estar más alejada de la realidad.

Desde 2010, Bill Belichick, Tom Brady y compañía sólo han terminado invictos en el mes de septiembre en tres ocasiones y en los otros años, al menos cinco veces han sufrido una derrota que los ha hecho lucir mal y en esos reveses han permitido más de 30 puntos, incluida la derrota por 31-20 ante los Jacksonville Jaguars del pasado domingo.

Sin embargo, esas derrotas parecen ser las alarmas que despiertan a los Patriots hacia lo que, para ellos, parece ya un ritual anual: ganar la AFC Este.

Desde 2010 hasta 2017, los Patriots tuvieron marca de 20-9 (.690 de efectividad) en septiembre y su récord más pobre en ese mes se dio en 2012, 2014 y 2017, cuando iniciaron el calendario regular con registro de 2-2.

En dos ocasiones, New England sufrió derrotas en las que permitieron más de 40 puntos, ambas a manos de los Kansas City Chiefs, que derrotaron 41-14 a los Patriots en 2014 y 42-27 en 2017.

Si bien Blake Bortles evidenció a la defensiva de New England con cuatro pases de touchdown, uno de ellos de 61 yardas a Dede Westbrook, la derrota no es la peor que los Patriots han sufrido en los últimos años.

Si algo podemos anticipar no es el principio del fin de la dinastía patriota sino el despertar de un equipo que, de una u otra forma, hace los ajustes necesarios para mejorar cada vez más conforme avanza la temporada regular.

Desde 2010, de octubre a diciembre/enero, los Patriots tienen marca de 82-18 (.820) y suman cuatro viajes al Super Bowl, dos títulos de la NFL, han alcanzado al menos tres veces más la Final de la AFC y nunca han dejado de ir a Playoffs.

Belichick, Brady y compañía estarán bien.

Bucs deben mantener el acto de magia… por ahora
Alce la mano quien veía a los Tampa Bay Buccaneers como una máquina de hacer puntos y a Ryan Fitzpatrick con ocho pases de touchdown y 819 yardas por aire en las dos primeras semanas de la temporada regular.

A dos semanas de que concluya la suspensión de Jameis Winston por violar la política de conducta de la NFL, ya comenzó la controversia sobre quién debe quedarse como quarterback titular de los Buccaneers a partir de la Semana 5.

Dicen por ahí, “No arregles lo que no está descompuesto”, y luego de dos partidos, los Buccaneers parecen un auto deportivo recién afinado que no necesita que le muevan un solo tornillo.

Fitzpatrick es un veterano de 14 años que no se va a espantar de una polémica que lo involucre –no debería—, pero, al mismo tiempo, es un pasador irregular que luego de una temporada de 31 pases de touchdown y 3,905 yardas con los New York Jets en 2015, se perdió al siguiente año (12 TDs, 17 INTs) y llegó a Tampa Bay como suplente en 2017.

Es claro que la magia de “Fitzmagic” no se genera sólo en el pasador sino gracias a quien lo rodea. En 2015, Fitzpatrick contó con receptores de primer nivel en ese entonces como Brandon Marshall y Erick Decker y en 2018 tiene a DeSean Jackson y a Mike Evans, elementos confiables y de manos seguras que le facilitan la vida a su quarterback.

Un argumento a favor de Winston es que rebasó las cuatro mil yardas en sus dos primeras campañas y de no ser por una lesión, hubiera superado esa barrera en 2017, además de que su porcentaje de pases completos (60.8) en su carrera supera al de Fitzpatrick (60.0), quien nunca ha lanzado para más de cuatro mil yardas.

Fitzpatrick es lo que es, un quarterback suplente de 35 años de edad apenas por encima del promedio que sabe sacarle provecho a sus buenos momentos –económicamente también, como lo hizo con el contrato por un año y $13 millones que firmó con los Jets en 2016.

Los Buccaneers deben sacarle el máximo provecho a la química que Fitzpatrick ha creado con Jackson, Evans y el resto de sus receptores antes de que la magia del pasador comience a agotarse, porque sucederá.

Mientras eso pase, los Buccaneers no deben meter mano a su máquina ofensiva, porque, ¿para qué arreglar lo que no está descompuesto?

El lado oscuro de los Chiefs
Los seis pases de touchdown de Patrick Mahomes y los 41 puntos que la ofensiva de los Kansas City Chiefs le anotó a los Pittsburgh han deslumbrado a propios y extraños por la sencilla razón de que se trató de la defensiva de los Steelers.

Sin embargo, muchos parecen haber olvidado que los Chiefs perdieron una ventaja de 21 puntos en el primer cuarto y que en el proceso de empatar la pizarra, la defensiva de los Steelers logró frenar en una ocasión a Mahomes y compañía.

Con un ataque explosivo y una débil defensiva, los Chiefs estarán muchas veces en juegos de toma y daca y el que Pittsburgh los haya alcanzado luego de ir abajo 21-0 es una mala premonición para Kansas City.

Los Chiefs ganaron en Pittsburgh gracias a la temprana ventaja que sacaron, pero con una defensiva que ya ha demostrado en dos juegos que no tiene la capacidad de para contener a los ataques rivales, Mahomes y compañía se verán en la necesidad de anotar 35 puntos o más para pensar en ganar los partidos.

Y quizá eso no sea suficiente.