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Rafael Zamorano 4y

¿Es el momento de decir adiós para Philip Rivers?

No quiero convertirme en una de esas personas que busca retirar a jugadores a cada bache profesional que atraviesan durante sus carreras, pero es inevitable lanzar la pregunta cuando se trata de Philip Rivers.

Después de ver su actuación de cuatro intercepciones y un balón suelto, además de 28 pases completos de 52 intentos para 353 yardas en la derrota por 24-17 de Los Angeles Chargers ante los Kansas City Chiefs en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, hay que preguntarnos si ha llegado el momento de no regreso para Rivers, el momento en que se vuelve más obvio y más frecuente que le cuesta más a los Bolts de lo que aporta.

Para una franquicia, decidir seguir adelante sin el jugador que ha sido el rostro de la misma por los últimos 14 años no es sencillo. Es un paso que tarde o temprano se debe hacer, ya sea a instancia del equipo o del jugador.

En el mejor de los casos, es el propio jugador el que se percata que su tiempo se ha agotado. Es el mejor divorcio posible, porque se alivia el peso de la decisión para la franquicia. En caso contrario, se puede percibir como un acto desagradecido del club, y se empiezan a lanzar frases como "es un negocio".

Rivers acumula ahora siete intercepciones en los últimos dos partidos. Además, cada vez luce menos móvil sobre el campo de juego. Aunque fue capturado solamente en dos ocasiones contra los Chiefs, fue golpeado un número de ocasiones.

La potencia en el brazo de Rivers no ha desaparecido del todo. Prueba de ello fue un latigazo de 50 yardas para Mike Williams que colocó a los Chargers con la posibilidad de buscar el empate en los instantes finales. Quizás, ni siquiera sea el mayor de los problemas. Pero la precisión no es la misma de antes, e incluso se puede poner en duda la toma de decisiones en algunas de las jugadas, como el pase a Austin Ekeler a zona de anotación que terminó siendo el cuarto pase interceptado de la noche en el Azteca, entregando efectivamente el triunfo a los Bolts. ¿Se trataba realmente del mejor pareo que tenía la ofensiva de Los Angeles en esa situación?

Rivers está en el último año de su contrato. El head coach Anthony Lynn dijo al término del partido que no podía darse el lujo de pensar en el futuro, sino solo debía enfocarse en terminar la campaña de manera positiva.

"Philip necesita ejecutar mejor, sobre todo en las entregas de balón", dijo Lynn. "Él lo sabe".

No es precisamente el mejor voto de confianza para Rivers, aunque tampoco es inesperado. Rivers es un pasador de 37 años de edad en un juego dominado por jóvenes. Brillar a los 32, 33 años de edad es cada vez más común, pero sigue siendo la minoría. ¿A los 37, es la excepción de la excepción?

Rivers arribó a la NFL como parte de una celebrada generación de quarterbacks de primera ronda, detrás de Eli Manning y antes de Ben Roethlisberger en el orden de draft. Manning ya reside en la banca de los New York Giants, habiendo cedido la titularidad a Daniel Jones, el futuro del equipo. Roethlisberger también mira desde la banca, aunque su situación es diferente con los Pittsburgh Steelers, dado que fue sustituido por Mason Rudolph debido a una lesión en el codo que acabó con su temporada.

El plan de sucesión no es tan claro en para los Chargers. Tyrod Taylor es el suplente, pero no es considerado una opción seria a futuro. El novato de quinta ronda Easton Stick es parte de la plantilla, pero asegurar que puede ser una respuesta definitiva es proyectar en exceso.

La falta de ese plan podría estarle brindando oportunidades a Rivers que no tendría en otro equipo. Lo cierto es que, independientemente de cómo acabe la temporada, y de si consigue un nuevo contrato o no, hay que contar a los Chargers entre los equipos que deben estar buscando quarterback nuevo en la siguiente temporada baja.

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