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Las peores catástrofes en la historia de la NFL

Hay catástrofes que marcan la carrera de un jugador o la historia de un equipo y otras que llegan a superarse, pero que ahí quedan en la memoria.

La NFL ha sido escenario de varias catástrofes que, con el paso del tiempo, se ha convertido sólo en una anécdota para sus protagonistas o, en el caso de otros, quedó como una herida que se abre cada vez que se recuerda.

Muchos de estos sinsabores han tenido como marco el escenario más grande que la NFL puede ofrecer, el Super Bowl, mientras que otros, aunque en situaciones menores, ofrecieron resultados extraordinarios.

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1985 - CHICAGO BEARS

ADIÓS, INVICTO

A la distancia, no parece una catástrofe, pero si consideramos el marco en el que se dio, la visita de los Chicago Bears a los Miami Dolphins en la temporada 1985 tenía todos los ingredientes para ser el drama que resultó ser.

Los Bears llegaban invictos al Orange Bowl luego de 12 juegos y enfrentaban a unos Dolphins que, con marca de 8-4, tenían a un Dan Marino ya establecido como uno de los quarterbacks más productivos de la NFL y tenían la tarea de preservar a los Dolphins de 1972 como el único equipo con una temporada perfecta en la historia de la liga, ante la que, hasta ese momento, se erigía como la mayor amenaza para quitarles esa exclusividad.

En 1985, Chicago montó a la considerada por muchos como la mejor defensiva que la NFL ha visto en su historia. Antes del duelo en Miami promediaba 10.6 puntos permitidos por juego y en los tres partidos anteriores, blanqueó en dos y permitió sólo un gol de campo en el otro.

Ese lunes por la noche, los Dolphins pusieron un fin abrupto a los deseos de los Bears de terminar invictos la campaña regular al vencerlos categóricamente con marcador de 38-24 en un duelo en el que Miami tuvo ventajas de 17-7 en el primer cuarto y de 31-10 al medio tiempo y en el que Marino tuvo tres pases de touchdowns, incluidos uno de 33 yardas y otro de 47.

Los Dolphins habían logrado preservar la temporada perfecta de la generación del 72.

En Playoffs, los Dolphins llegaron al Juego de Campeonato de la AFC, donde fueron sorprendidos por los New England Patriots, quienes, quizá sin saberlo, le hicieron un gran favor a los Bears.

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HOUSTON, TENEMOS MUCHAS FRUSTRACIONES

Que la afición de una ciudad sufra una remontada histórica es un accidente. Que sufra dos es coincidencia. Que lo experimente tres veces ya es motivo de una terapia psicológica colectiva.

Ese es el caso de la ciudad de Houston, que ha sufrido tres dolorosas derrotas por sendas remontadas, al menos en los últimos 30 años, dos de ellas en la NFL. Vamos por orden cronológico.

En el duelo de Ronda de Comodines de la temporada 1992, los entonces Houston Oilers (actualmente Tennessee Titans) protagonizaron la que aún es la remontada más grande en la historia de la NFL, pero del lado negativo de la hazaña, al dejar escapar una cómoda ventaja de 32 puntos al inicio del tercer cuarto, sólo para caer en tiempo extra por 41-38 ante los Buffalo Bills.

Curiosamente, los que forzaron al tiempo extra fueron los Oilers con un gol de campo al final del tiempo regular, sólo para extender su agonía.

No sólo las tragedias deportivas de la ciudad de Houston se dan en la NFL, también e el beisbol.

En la Postemporada de 2015, los Houston Astros ya se perfilaban como un serio contendiente al título Grandes Ligas y entrenaban sus oídos para conocer los sonidos de diferentes sonidos de botes de basura y llegaron a la Serie Divisional de la Liga Americana para enfrentar a los Kansas City Royals.

Los Astros habían ganado dos de los tres primeros tres duelos y en el Juego 4, llegaron a la octava entrada con ventaja de 6-2 en la pizarra y necesitaban sólo seis outs para avanzar a la Serie de Campeonato.

El desastre tocó la puerta del Minute Maid Park e ingresó al estadio. Los Royals, con ayuda de algunos errores de la defensiva texana, abrieron la parte alta de la octava entrada con cinco hits consecutivos para anotar dos carreras, más tarde empatar y finalmente terminar el inning arriba en el marcador por 7-6.

El pitcheo de los Royals apagó los bats de los Astros y Kansas City empató la serie al vencer 9-6 a Houston en el Juego 4. Houston prácticamente perdió la serie justo cuando comenzaba a prepararse para la celebración y el Juego 5 en Kansas City entre un equipo motivado por haberse levantado de la lona ante otro moralmente derrotado fue mero trámite.

Los Royals vencieron 7-2 a Houston y avanzaron hacia su segundo título de Serie Mundial.

Cinco años más tarde, en la NFL, Kansas City volvió a romper el corazón de los aficionados de Houston. Las imágenes están frescas en la memoria, pues sucedió en la Ronda Divisional de Playoffs en enero pasado.

Rápidamente, los Houston Texans se fueron arriba 24-0 sobre los Kansas City Chiefs en el segundo cuarto del encuentro en el Arrowhead Stadium.

Los aficionados en Kansas City no daban crédito a lo que sucedía en el campo: pases de touchdown de Deshaun Watson, una patada de despeje bloqueada y devuelta para touchdown, un balón suelto en otra y pases que los receptores de los Chiefs dejaron caer en jugadas clave. Los Texans se regodeaban en patio ajeno y parecía que arrollarían a los favoritos Chiefs.

Llegaron entonces los errores de los Texans. Cuando podría haber dominado psicológicamente el encuentro con un gol de campo más, el coach Bill O’Brien decidió ir por una conversión de cuarta oportunidad y una yarda dentro de la yarda 20 de los Chiefs y fracasó. El momento psicológico del juego cambió y minutos más tarde, Kansas City capitalizó su motivación con una patada de despeje bloqueada devuelta para anotación que terminó por dar vuelta a la moneda.

Los Chiefs anotaron 28 puntos en el segundo cuarto y 41 puntos sin respuesta para finalmente vencer 51-31 a unos Texans que apenas asimilan que camión los arrolló.

La afición de Houston sufre cuando escucha la palabra “remontada” y si ésta es acompañada por el nombre “Kansas City”, se da un tic nervioso colectivo en esa ciudad.

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ATLANTA FALCONS

¡LO TENÍAN, EEEERA SUYO..! Y LO DEJARON IR

Que el marcador 28-3 se haya convertido en una herramienta del humor en redes sociales y aparezca en playeras dimensiona el tamaño de la catástrofe que protagonizaron los Atlanta Falcons en el Super Bowl LI.

Como suele suceder en este tipo de duelos, los Falcons aprovecharon un caótico inicio de partido de los Patriots, tras capitalizar con dos touchdowns dos pérdidas de balón de Tom Brady y compañía para irse 21-3 arriba al medio tiempo e, incluso, aumentar la ventaja con otro touchdown temprano en el tercer cuarto.

Todo estaba a favor de los Falcons. Hasta ese momento, habían dominado a los Patriots en ambos lados del ovoide y, además del momento psicológico, tenían las herramientas para manejar el ritmo del partido con un corredor físicamente dominante como Devonta Freeman y un sólido complemento en Tevin Coleman.

Con ventaja de 28-3, por alguna razón, Kyle Shanahan, entonces coordinador ofensivo de los Falcons, decidió basar su ataque en el juego aéreo y fue Atlanta el que comenzó a cometer errores, el primero, desde la estrategia.

En las últimas cinco series ofensivas, ya con los Patriots en plena remontada, los Falcons, ejecutaron 11 jugadas aéreas por sólo cinco carreras, ninguna en su último ataque. A la mitad del cuarto periodo, New England forzó un balón suelto de Ryan y lo capitalizó con el touchdown que acercó a los Patriots 28-20.

A excepción de la jugada cuando terminó el tiempo regular, los Falcones ya no frenarían a Brady y compañía, quienes anotaron en sus últimas tres series, incluido el ataque en tiempo extra que terminó en la carrera de anotación de dos yardas de James White que dio el título de la NFL.

Cuatro años más tarde, Shanahan, ya como coach de los San Francisco 49ers, se vio en una posición similar, con una ventaja de 11 puntos en el Super Bowl LIV y pese a tener un sólido ataque terrestre, volvió a apostar por el juego aéreo. ¿El resultado? Los Kansas City Chiefs ganaron el título de la NFL.

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1990-93 BUFFALO BILLS

TAN CERCA Y TAN LEJOS

Si una cualidad tenían los Buffalo Bills de finales de los años 80s y principios de los 90s era la perseverancia.

Calificar seis temporadas en fila a Playoffs y llegar en cuatro ocasiones consecutivas al Super Bowl, hazaña que nadie había hecho ni ha repetido desde entonces, es prueba de lo cerca que estuvieron los Bills de ganarlo todo, al menos, una vez.

Lo impresionante de esa racha es que los Bills hayan logrado volver al juego por el título de la NFL tres veces más, luego de sufrir la que podría considerarse como la derrota más desmoralizadora de esos encuentros, en su primera aparición, el Super Bowl XXV.

Para muchos, la paliza de 52-17 que les propinaron los Dallas Cowboys en su tercer Super Bowl, la edición XXVII, es la imagen que perdura en la memoria cuando se habla de los Bills de Jim Kelly, Thurman Thomas, Andre Reed, Bruce Smith, Darryl Talley, entre otras figuras y leyendas de Buffalo.

Sin embargo, quizá no haya imagen que evoque más el nivel de catástrofe y frustración de aquella generación de Bills que la del pateador Scott Norwood tras fallar el gol de campo que pudo darle a Buffalo el triunfo en los últimos del Super Bowl XXV.

La ofensiva de los Bills, comandada por Kelly su potente brazo, lucía imparable con un sistema de series sin reunión y un efectivo balance entre los juegos aéreo y por carrera, pero la defensiva de los New York Giants, coordinada en aquél entonces por Bill Belichick, ejecutó casi a la perfección un plan de juego que limitó al ataque de Buffalo y que, por su relevacia, es una de las piezas que se exhiben en el Salón de la Fama de Canton, Ohio.

Pese a ello, Kelly logró poner a los Bills en posición de ganar el encuentro al llegar a la yarda 29 de los Giants con ocho segundos por jugar en el último cuarto.

Norwood entró al campo y mientras sus compañeros se alineaban, tomó su distancia y simuló en dos ocasiones la patada. Frank Reich (actual coach de los Indianapolis Colts), fue el encargado de sujetar el balón.

La ejecución del intento de gol de campo fue limpia hasta que Norwood pateó el ovoide.

El balón estaba colocado del lado derecho de las marcas del campo. Al ser pateado, no hizo la curva que lo llevara en medio de los postes. Su trayectoria prácticamente fue recta y el balón pasó por afuera del poste derecho.

Los Giants comenzaron a celebrar y Norwood se quedó allí, de pie.

Los Bills se levantaron y volvieron tres veces más al Super Bowl, pero nunca volvieron a estar tan cerca de ganar el Trofeo Vince Lombardi, como con aquella patada de Norwood.

Un triunfo en el Super Bowl XXV, quizá, hubiera hecho menos amargas las siguientes tres derrotas.

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2007 - NEW ENGLAND PATRIOTS

NADIE ES PERFECTO EN LA NFL... SÓLO LOS DOLPHINS DE 1972

Tan espectacular fue la temporada 2007 para New England, que uno de los deseos que los Patriots y sus aficionados quizá tengan sea olvidarla por completo.

Con una explosiva ofensiva que rompió varias marcas de la NFL, incluidas las de más pases de touchdown para un quarterback y más recepciones de anotación para un receptor en una campaña y una sólida defensiva, los Patriots iniciaron una marcha que amenazó una de las hazañas más legendarias en la historia de la liga y del deporte profesional: terminar la campaña de forma invicta.

Los Dolphins de 1972 lo habían logrado al ganar sus 14 juegos de temporada regular y tres más de Playoffs, incluido el Super Bowl VII. Lo que daría más valor a la nueva hazaña es que los Patriots lo conseguirían en 19 encuentros (16 de calendario regular y tres de Postemporada). Mientras más juegos, más riesgo de perder el invicto.

Los Patriots no contaban con los Giants ni con la cuota de suerte que acompañó esa noche del 3 de febrero de 2008 a Eli Manning y compañía.

Como hicieron 17 años antes, en el Super Bowl XXV ante Buffalo, los Giants volvieron a ejecutar casi a la perfección su plan defensivo y limitaron a unos Patriots que jugaron con toda la presión de su lado por la hazaña que estaban por igualar y mejorar.

Los Giants, que calificaron a Playoffs como equipo comodín, siempre mostraron una actitud más relajada y no tan rígida como sus rivales. Al final de cuentas, los neoyorquinos no tenían nada qué perder.

Con esa actitud saltaron al campo y maniataron a Brady y compañía, al tiempo que la suerte demostró que, en ocasiones, juega un papel importante en duelos cruciales con una de las jugadas más espectaculares e improbables en la historia de la NFL:´la recepción con el casco que hizo David Tyree, luego de que Manning escapó de lo que parecía ya una captura segura.

Los Giants anotaron después de esa jugada y se llevaron el Trofeo Vince Lombardi a casa para terminar con el anhelo de New England de hacer compañía a los Dolphins de 1972.

Los Patriots ganaron tres veces más el Super Bowl, pero, siempre verán sus manos y recordarán que los Giants les quitaron la posibilidad de tener otro anillo en uno de sus dedos.

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MENCIONES HONORÍFICAS

Chiefs pierden el rumbo en Indy

Muy al estilo de los Bills de 1992, los Chiefs de Andy Reid y Alex Smith no supieron qué hacer con una cómoda ventaja de más de 20 puntos, 28 para ser precisos, en el tercer cuarto.

Y muy al estilo de los Falcons en el Super Bowl LI y de los 49ers en el LIV, y pese a las embestidas de los Colts, los Chiefs se olvidaron de correr y manejar el ritmo del encuentro y permitieron que Indianapolis reaccionara y les arrebatara el juego al ganarlo por 45-44 y sin necesidad de ir a tiempos extra.

La suerte volvió a jugar en este duelo, pues con los Chiefs aún arriba 41-31 en el último cuarto, los Colts llegaron a la yarda 5 de Kansas City y luego de que Donald Brown perdió la posesión del ovoide, éste cayó al piso y botó directo a las manos del quarterback Andrew Luck, quien sólo se lanzó hacia las diagonales para, prácticamente, sentenciar la victoria de Indianapolis.

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Vikings, de 4-0

La nada honrosa distinción de ser el primero en llegar a cuatro Super Bowls y perderlos todos pertenece a los Minnesota Vikings de finales de los 60 y década de los 70s.

¿Por qué no ubicamos a los Vikings a la par de los Bills, que también perdieron cuatro juegos por el título de la NFL? Porque los Vikings no lo hicieron de forma consecutiva.

Minnesota perdió ante Kansas City la edición IV del Super Bowl, que fue la última antes de la fusión de la extinta AFL con la vieja NFL, y luego cayeron ante equipos de época como los Dolphins en la edición VIII, los Pittsburgh Steelers en la IX y los Oakland Raiders en la XI.

De igual forma, a diferencia de los Bills, que al menos tuvieron oportunidad de ganar uno, los Vikings prácticamente fueron dominados de principio a fin en todos esos encuentros.