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Caras vemos, equipos no sabemos

En esta liga no todo es la marca positiva, sino pregúntenle a Pittsburgh de qué le sirvió su invicto 11-0 del año 2020.

Es natural la sobre reacción a lo acontecido en la semana uno de la NFL, cada año nos pasa lo mismo, y es que esperamos demasiado para ver a los equipos actuar, siete meses para ver esos nuevos rostros en cada franquicia, ya sea los que cambiaron de equipo o los que recién llegaron a la liga, pero para la semana dos se empiezan a asomar las realidades de cada quien, es como la edad del ser humano, se podrán teñir el pelo o inyectar cosas en la piel, pero al final, las marcas del padre tiempo salen por algún lado.

Dicho eso, Jameis Wiston no es el quarterback arrollador que parecía frente a Green Bay Packers con el 74% de efectividad en sus pases y esos cinco de touchdown, ni tampoco es el desastre que era en 2019 con 30 intercepciones, el equipo de Carolina Panthers nos puso sobre la mesa una versión más cercana de lo que es el hoy mariscal de campo de los New Orleans Saints. Es un jugador que en una buena tarde puede resolverte partidos, pero que también sigue perdiendo balones.

Es justo decir que fue un mermado equipo de New Orleans con múltiples bajas por COVID-19, lesiones y suspensiones, pero además, también fue mucho mérito de lo que hizo Carolina, presionando constantemente. Su defensiva fue asfixiante para Wiston y compañía, además de que creo que Sam Darnold no es tan mal quarterback, simplemente estaba en el lugar equivocado, y claro que tener a McCaffrey de regreso y sano siempre será un mega plus.

Es por eso que la lectura de las marcas positivas o negativas en la NFL es muy ambiguo, claro está que son las que definen el pase o no a la postemporada, pero para analizar el potencial de un equipo depende de cómo se desarrollaron durante los juegos.

Ahí está el caso de los Buffalo Bills, salen hacia una nueva temporada con la etiqueta de candidatos a todo por la AFC, y en la primera fecha caen ante unos Pittsburgh Steelers que perdieron en desbandada a una buena cantidad de elementos en la agencia libre, retiros de jugadores, y un a Ben Roethlisberger que, aunque no nos lo quieran admitir, está más cerca del retiro que de otra postemporada.

El caso es que, luego de esa sorpresita de primer semana, Buffalo se desquitó y feo con los Miami Dolphins, se desató la manada y arrolló, la primer blanqueada de la temporada, 35-0 ante más de sesenta y cinco mil seguidores. Me sigo manteniendo en mi elección de Bills al Super Bowl, y Josh Allen es mi gallo para MVP, han crecido en defensiva y ataque terrestre, salvo su cita de semana cinco ante Kansas City Chiefs, tienen un calendario muy accesible.

Otro espejismo fue Green Bay, que tras la novela del verano con Aaron Rodgers, estábamos ansiosos de ver cómo iban a carburar, y se vieron superados por el plan estratégico de Sean Payton en los controles de Saints. Vimos la peor actuación del número 12 de los Packers, y los mal pensados se dieron vuelo con las teorías de la conspiración y que si estaban “rotos”, creían así de pronto que la campaña se tiraría por la borda si dependía del nivel de compromiso del quarterback. Pues este lunes les resucitó el muerto, y si bien, el rival en cuestión no era una buena medida, los Detroit Lions en eterna reconstrucción, claro está que cuando Rodgers agarra ritmo ya no hay quién le pare, el señor con el brazo tocado por los dioses del ovoide, y si a eso se le suma una actuación fabulosa de Aaron Jones más el talento de Davante Adams, Robert Tonyan y demás elementos, ¡BINGO! Estos empacadores pintan bien para buscar su tercera final de NFC consecutiva.

Como ven, en esta liga no todo es la marca positiva, sino pregúntenle a Pittsburgh de qué le sirvió su invicto 11-0 del año 2020. Ni todos los equipos con 2-0 han sido dominantes, ni todos los equipos de 0-2 son un desastre, vámonos con calma que aun es muy temprano en la temporada.