Ese recuerdo del Bernabéu aún es muy fuerte en el hincha y por eso tolera más su pálido nivel en un uno de los puntos más bajos del ciclo Marcelo Gallardo. La expectativa por su retorno a comienzos de año fue muy celebrada pero los 638 minutos en 19 partidos en lo que va de la campaña parecen muy poco para sus condiciones.
Números en un contexto de eliminación en los octavos de Copa y el puesto 16 entre 28 de la liga local, que tiene al DT en un silencio extremo para explicar lo que pasa.
Las lesiones afectaron su rendimiento. Tuvo una a comienzos de año y otra más en abril que complicaron su puesta a punto para la exigencia del fútbol argentino. Volvió a mediados de junio sin el nivel esperado.
Gallardo justificó la importancia de tenerlo para refrescar el ataque en el complemento. De los últimos cinco partidos por el torneo en los que ingresó entre el minuto 60 y 75, apenas ganó dos. En los otros tres, hubo un empate y dos derrotas con rol muy discreto.
Su técnica está intacta, pero los reclamos pasan por su capacidad para marcar diferencia. Le da buen trato a la pelota, aunque sin la influencia determinante de antes. Roza la intrascendencia y se perciben quejas míminas por su aporte.
Ante Vélez, entró por Nicolás De La Cruz a los 70’ con el marcador 1-2 a favor. River resistía el ímpetu joven del local en su propio campo con un dato significativo para el segundo tiempo: no generó tiros de esquina y se limitó a un remate al arco.
Nada cambió con el colombiano. No recuperó el balón, sus entregas no tuvieron profundidad y su estado físico dista de ser el ideal. Su permanencia en la cancha se hizo sentir por una discusión sin sentido con el defensor Matías De Los Santos. En el final, recibió el empate 2-2 que lo condenó más.
El DT se fue molesto y sin hablar. Habrá que esperar para que entregue respuestas sobre el mal presente del equipo a siete puntos del líder Godoy Cruz. También para explicar el bajonazo de uno de sus hombres de más confianza. Quintero por ahora, no ayuda salir de la crisis.
