Daniel Willington murió este lunes, a los 83 años de edad. Ídolo de Vélez y de Talleres de Córdoba, el "Daniel de la gente" -santafesino- dijo adiós luego de una gran carrera como jugador y como entrenador. El delantero nació en 1942 y debutó con apenas 16 años en la T, donde su destino estaría entrelazado.
Su impacto fue tan profundo que, gracias a su talento y al afecto de los hinchas, es considerado uno de los máximos ídolos de esas dos instituciones.
Willington, oriundo de Guadalupe, provincia de Santa Fe, llegó a Córdoba a los siete años, cuando Talleres fichó a su padre, Atilio "Toro" Willington. Tras destacarse en la Reserva y la Primera de Avellaneda, firmó con Talleres en 1959. Debutó oficialmente el 7 de junio de ese año, con apenas 16, en la victoria 5-2 frente a Huracán de La France, en La Boutique.
Esa promesa se concretó en 1960, año en que Talleres ganó los torneos Preparación, Competencia, Clausura y Oficial, perdiendo solo uno de 27 partidos. Permaneció en el club hasta 1961, cuando fue transferido a Vélez Sarsfield.
Tras un exitoso paso por Vélez, entre 1962 y 1970, el "Loco" jugó en el Veracruz de México. En el club de Liniers salió campeón del Torneo Nacional de 1968.
Luego actuó en Huracán e Instituto de Córdoba. Hasta que retornó a Talleres en 1973, en el inicio de la era dorada que impulsó Amadeo Nuccetelli. En ese segundo ciclo, Willington fue figura en los Nacionales de 1974 y 1975. En total, disputó 168 partidos, marcó 66 goles y conquistó 17 títulos con la camiseta albiazul. Su vínculo con el club era absoluto: "Es que yo soy Talleres. Mi familia lo es", remarcó.
Su figura, conocida por ser el típico 10, dejó una huella imborrable en el fútbol argentino. Uno de sus goles más recordados es uno de tiro libre en el clásico ante Belgrano desde unos 40 metros.