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A 15 años de la noche que Desábato fue preso en Brasil

Desábato fue preso por supuestos insultos racistas a Grafite en un duelo entre Quilmes y San Pablo en 2005. Fotobaires

El 2005 se presentaba como un año especial para Quilmes: tras las buenas campañas de 2004 en los torneos Clausura y Apertura, el club del Sur tenía la chance de volver a jugar la Copa Libertadores por segunda vez en su historia.

El equipo dirigido por Gustavo Alfaro había ganado el repechaje ante Colo Colo y se sumó al Grupo 3, integrado por Universidad de Chile, The Strongest y San Pablo.

Un grupo competitivo en el que poco iba a hablarse de fútbol. Racismo, discriminación y una detención histórica marcarían el paso del cervecero en esta competencia.

El 13 de abril, en el Morumbí, Leandro Desábato fue detenido apenas terminó el partido por supuestos insultos racistas contra el delantero Grafite. Un hecho inédito en la historia del fútbol hasta ese momento.

En el primer choque entre estos dos equipos, tras el empate 2 a 2, los ánimos quedaron caldeados. Ya en ese momento hubo quejas de jugadores de San Pablo por insultos racistas. Con ese antecedente, era previsible que el partido en Brasil fuera muy caliente de entrada.

Pierna fuerte, insultos... Hasta que Grafite reaccionó con un golpe tras una discusión con Desábato al término del primer tiempo y fue expulsado; en la misma acción también vio la roja Carlos Arano.

Los locales ganaron 3 a 1, pero el resultado iba a ser anecdótico. Grafite hizo formal una denuncia por racismo contra Desábato y el jugador argentino, tras el encuentro, fue detenido por la Policía de San Pablo cuando todavía estaba en el estadio.

Momentos de tensión e incertidumbre se vivieron esa noche por el inesperado desenlace. Sí, se sabía, dentro de un campo de juego los jugadores se dicen cosas fuertes, pero toda quedaba en la cancha. Era parte del folclore futbolero. Esa vez, no.

“Siempre hay insultos racistas y esto tiene que terminar. Tomada esa decisión de la detención hay que ir hasta el final. Es la primera vez y por eso tanta discusión, pero siempre hay una primera vez, lo que pasó debe ser un ejemplo", afirmó Emerson Leao, el DT de San Pablo, sobre lo ocurrido.

El defensor de Quilmes estuvo cerca de 48 horas detenido acusado de “injuria calificada”. El plantel cervecero se quedó en Brasil para apoyar a su compañero. “Vinimos todos juntos y nos vamos todos juntos”. Finalmente, el Chavo fue liberado.

El ex Estudiantes negó en todo momento haber llamado “negro de mierda” al futbolista brasileño, como figuraba en la denuncia de Grafite. Pero reconoció que le dijo “cagón” y otros insultos “normales en cada partido”. En su defensa, argumentó: “Convivo con muchos extranjeros, nunca tuve problemas con nadie, tengo muy buena relación con todos. No soy racista”.

El tema no era nuevo. Los insultos a jugadores de color en el mundo eran (y son) habituales; no sólo entre jugadores, también desde las tribunas. Situaciones repudiables que deben sancionadas.

En este caso, la denuncia de Grafite expuso mucho más el tema y generó un rico debate. ¿Vale decirse cualquier cosa dentro del campo? ¿Todo forma parte del juego? El insulto no debería ser considerado “normal” entre jugadores por el solo hecho de vestir una camiseta diferente; mucho menos, un insulto relacionado al color de piel o a la religión.

Pero el fútbol naturalizó en los últimos tiempos este tipo de situaciones, y muchas otras, también repudiables. ¿Acaso es normal que en algunos países las barras bravas dominen las tribunas? Disfrazada de pasión, la violencia siempre dice presente.

¿Cómo terminó todo? Finalmente el defensor argentino quedó liberado de culpa y cargo. Unos meses más tarde, Grafite retiró la denuncia. "No voy a insistir en la queja. Ya he pasado esa página de mi vida, él ya pagó bastante por lo que hizo", declaró en su momento.

Sin duda se trata de un tema que a pesar del paso del tiempo (hoy se cumplen 15 años de ese hecho) está vigente dentro y fuera de los campos de juego de todo el mundo. Y en el que se deberá seguir trabajando y educando para desterrar.