Fecha 18. Clausura 1995. Estadio Monumental. Se juega un Superclásico donde los dos grandes del fútbol argentino ya están lejos de la pelea por el título. En otras canchas, Gimnasia y San Lorenzo mantienen la ilusión del campeonato.
Es invierno, de noche y hace frío. Se especulaba que iba a ver poca gente, dadas las circunstancias en las que llegaban los dos equipos. Pero las tribunas, si bien no estaban colmadas como siempre, mostraban mucho público. No era para menos, estando en cancha River Plate y Boca Juniors, dos de los mejores planteles del fútbol argentino.
Repasemos: de un lado, el Mono Burgos, Matías Almeyda, Leonardo Astrada, Marcelo Gallardo, Ariel Ortega, Sergio Berti, Enzo Francescoli. Del otro, Carlos Fernando Navarro Montoya, Fernando Gamboa, Alberto Márcico, Manteca Martínez.
Y Alphonse Tchami, el camerunés que se había puesto la camiseta de Boca unos meses antes y tenía la posibilidad de gritar su único gol en un Superclásico. Boca ganó ese partido por 4-2, con tantos de Saldaña, Márcico, Tchami y Da Silva; para River anotaron Gamboa, en contra, y Francescoli de penal.
“No había mejor regalo que un triunfo ante River acá”, definió Gamboa al final del partido. La floja actuación de los dos equipos en ese torneo hizo que el Superclásico fuera, de alguna manera, un torneo en sí mismo. Como siempre lo es, podría decirse, aunque en este caso se trataba de la única alegría grande para los hinchas en el certamen.
Las verdaderas finales de ese certamen de 1995 estaban en otro lado. Gimnasia tenía la chance de ser campeón por primera vez en su historia, de la mano de Carlos Timoteo Griguol, y le ganaba por 1-0 a Ferro para llegar a la última fecha líder, a un punto de San Lorenzo, que también se impuso en su partido ante Lanús.
Finalmente, en la última jornada, el Ciclón festejaría tras vencer a Central en Arroyito y aprovechar la caída del Lobo ante Independiente.
Un Superclásico con el honor en juego
River, dirigido por Carlos Babington, formó con: Germán Burgos; Hernán Díaz, Celso Ayala, Ernesto Corti, Ricardo Altamirano; Matías Almeyda, Leonardo Astrada, Marcelo Gallardo; Sergio Berti; Ariel Ortega y Enzo Francescoli.
Boca lo hizo con: Carlos Fernando Navarro Montoya; Diego Soñora, Fernando Gamboa, Carlos Mac Allister, Rodolfo Arruabarrena; Julio César Saldaña, Fabián Carrizo, Walter Pico; Alberto Márcico; Sergio Martínez y Alphonse Tchami.
River se había puesto en ventaja con un gol de carambola a los 29 minutos. Ortega tomó la pelota en el borde del área grande, cerca de la medialuna, y sacó un remate que parecía sencillo para Navarro Montoya. Pero el balón rebotó en las piernas de Gamboa y se coló por encima del arquero: 1-0 para River.
En el segundo tiempo el partido fue electrizante tanto al principio como al final. De entrada, antes de los cinco minutos, Boca ya se había puesto arriba en el marcador. Si algún distraído aprovechó el entretiempo para estirar las piernas y volvió apenas unos minutos después del pitazo del árbitro Carlos Mastrángelo, encontró un panorama muy distinto.
Al minuto, Manteca Martínez habilitó a Tchami, quien no pudo dominar bien ante la salida de Burgos. Pero el rebote quedó en los pies de Saldaña, quien desde afuera del área puro el 1-1.
El 2-1 llegó, enseguida, a los tres minutos, por una jugada desde la derecha, que arrancó en los pies de Saldaña. Pico desbordó, mandó el centro y tras una serie de rebotes, el Beto Márcico puso a Boca en ventaja.
A cinco del final, el Vasco Arruabarrena desbordó por izquierda y le dio el pase a Tchami, quien ingresaba solo del otro lado de la cancha. El camerunés paró el balón con la izquierda, lo acomodó con la derecha y sacó un remate seco, al ángulo izquierdo de Burgos, para poner el 3-1.
El cuarto fue dos minutos después, por una gran jugada de Da Silva, quien encaró dejando en el camino en velocidad a varios jugadores rivales y cuando salió Burgos, le tocó el balón por encima para el 4-1.
El 4-2 final se dio a través de un penal que Francescoli transformó en gol, pateando muy bien a la izquierda de Navarro Montoya, cuando faltaba un minuto para el final.
Fue un partido electrizante por momentos, pero lo curioso es que los goles, cinco marcados en el complemento, llegaron en una ráfaga, al comienzo del partido y luego sobre el cierre.
Llegó el final del encuentro. La gente de Boca celebró en las tribunas la victoria, que le permitió al equipo, una fecha más tarde, quedar en la cuarta ubicación; River, terminaría 10°.
Llegaron las declaraciones de los jugadores. Los arqueros, dos figuras como Burgos y Navarro Montoya, analizaron lo ocurrido. “No sé si voy a poder dormir esta noche”, dijo Burgos, por los cuatro goles sufridos.
“Quería jugar este partido, porque sé que puede ser mi último Superclásico”, decía Navarro Montoya, quien luego seguiría en el club.
La hinchada del Xeneize despidió al equipo con aplausos y con un grito que en ese entonces se escuchaba seguido por las canchas, cuando Boca jugaba: “Maradoooo, Maradooooo”.
Un año antes, el 10 había sido suspendido por dóping en el Mundial de Estados Unidos por consumo de efedrina. En ese famoso y triste torneo para los argentinos, el campeonato del “Me cortaron las piernas”, Pelusa parecía retirado del fútbol.
Pero el tiempo había pasado y ya sonaba la posibilidad del regreso al club de sus amores. Algo que sucedería meses más tarde, en el Apertura 1995.
River, de floja campaña con Babington como DT, no podía darse el lujo de contar con semejante plantel y no ser protagonista. Preparaba la llegada del debutante Ramón Díaz, y pronto comenzaría uno de los ciclos más exitosos y recordados del Millonario.