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Este es el partido más destacado de la fase de grupos de la Champions

Todo debería girar en torno al partido en sí. En torno a un club, el París Saint-Germain, que intenta una vez más ganar el premio más importante en el fútbol de clubes, luego de tres temporadas consecutivas sufriendo eliminaciones controversiales por márgenes muy ligeros. Y su visitante, el Real Madrid, la nobleza definitiva de este deporte, se encuentra en medio de un proceso de reconstrucción mientras buscan conseguir su copa europea número 14, como antídoto a campañas consecutivas de pesadilla en su circuito local.

Pero no es así. Tenemos el derbi de la disfuncionalidad entre dos icebergs que tienen demasiadas cosas ocurriendo bajo la superficie.

El Real Madrid terminó en el tercer lugar en la liga española el año pasado y el anterior, por promedio de 19 puntos, muy lejos del ritmo del eventual campeón de ambas temporadas: el Barcelona. El tricampeonato del Madrid en la Champions, un hecho sin precedentes, alivió parte de la amargura, pero la mayoría aspiraba ver una reconstrucción completa, particularmente después de la partida de Cristiano Ronaldo y la renuncia de Zinedine Zidane en el verano de 2018.

Por el contrario, Zidane está de vuelta y en vez de reconstruir, se hicieron ajustes menores, con Eden Hazard y el arquero Thibaut Courtois (quien llegó el verano pasado y ha sido en ocasiones poco menos que estelar) como los únicos recién llegados de cartel. Nueve de los 10 jugadores en posiciones distintas a la de arquero utilizados más frecuentemente hasta ahora también estuvieron uniformados de blanco en el primero de sus tres títulos consecutivos de Champions. El otro recién incorporado, Vinicius Jr., cumplirá 20 años el próximo verano.

Por su parte, se suponía que el PSG sería la fuerza en ascenso del fútbol europeo, sustentada por la fortuna catarí de sus dueños, ostentando en sus vitrinas al heredero aparente del duopolio Cristiano Ronaldo-Messi (Neymar) y al siguiente en la fila (Kylian Mbappé). El primero intentó todos los caminos posibles para partir y el segundo se encuentra lesionado. En lo que respecta al dinero catarí, quizás habría ayudado a inclinar la balanza a su favor hace dos temporadas pero actualmente, debido a las disposiciones del Fair Play Financiero y proyecciones financieras excesivamente optimistas, están obligados a equilibrar sus cuentas, como si fueran cualquier otro negocio modesto.

Apenas el pasado fin de semana, Neymar, el futbolista más costoso en la historia de este deporte, finalmente regresó a la acción con el PSG y fue recibido con una cacofonía de abucheos, insultos y pancartas invitándole a que se fuera al demonio. Lo cual, por supuesto, habría hecho con todo gusto si el club hubiera logrado concretar un pacto para devolverlo al Barcelona. Por el contrario, tal como el propio Neymar ha mencionado, el PSG "bloqueó" dicho pase. (O, porque cada historia tiene múltiples lados, el equipo "rechazó la idea de vender a un jugador estrella por menos dinero de lo que pensaban era su valor").

Neymar, digan lo que digan, es todo un profesional. Un profesional capaz de despertar furia, exasperante, que ocasionalmente se toma libertades y con una rara tendencia alesionarse en los días próximos al cumpleaños de su hermana, pero es un profesional. Un profesional capaz de conjurar magia de la nada, tal como lo hizo en un alargue con un disparo en pleno pitazo que le valió al PSG la victoria sobre el Estrasburgo.

Neymar no estará presente en la jornada del miércoles (el resultado de una suspensión por tres partidos, debido a una publicación en Instagram llena de palabras de grueso calibre en la cual arremetió contra los árbitros después de que el PSG quedara eliminado de la Champions League el año pasado), pero su sombra continuará influyendo ampliamente sobre los destinos del club francés esta temporada.

Menos de 24 horas después y aproximadamente a 600 millas de distancia, el presidente del Real Madrid Florentino Pérez se enfrentaba a la asamblea anual de socios del club, entre murmullos y descontentos. "Miren, la gente dice que yo sé de números, pero si de algo sé yo es de fútbol", dijo Pérez. "Hay gente que gana la Liga y luego llevan no sé cuantos años sin ganar la Copa de Europa ¿Y por qué somos grandes? Porque hemos ganado 13 Copas de Europa"

Florentino también debió responder a la pregunta de un socio con respecto al capitán del club Sergio Ramos. El defensa español contribuyó de forma sustancial a obtener cuatro de esas copas, la más reciente hace 16 meses, pero a criterio de algunos, Ramos se ha convertido en una distracción y el propio jugador debió convocar en mayo pasado a una rueda de prensa para anunciar que se mantenía en el equipo. El socio preguntó a Pérez, lamentándose de la pasión de Ramos por las redes sociales, proyectos externos (como un documental sobre él producido por Amazon Prime) y el hecho de que "se presentó (al estadio) con un sombrero rosa, que parecía una turista sueca".

La palabra "tumultuosa" no hace justicia para describir la situación en ambos clubes. Ya hemos cruzado el umbral de "marca de entretenimiento" hace varios años, por eso quizás todo lo antes mencionado no debería sorprender de un todo. A pesar de ello, existe el daño colateral consecuencia de contratar y acumular súper estrellas (junto a, seamos honestos, las ganancias colaterales que generan los patrocinios y reconocimiento de marca): los rosters de ambos clubes cargan el pesado fardo de sendos contratos de jugadores veteranos de los cuales no se pueden liberar y el daño infringido por estos mismos clubes a sí mismos.

Además, el hecho de que pocas personas veían que esta situación podía producirse, hace apenas un año, contribuye a que todo empeore para ambos equipos.

El PSG camina por el filo de la navaja en lo que respecta al Fair Play Financiero, las reglas establecidas por la UEFA que regulan el gasto de cada club. Este año y el anterior, el roster del PSG estaba conformado por un núcleo de súper estrellas a alto precio (Ángel Di María, Thiago Silva, Edinson Cavani, Marquinhos) aunque también cuenta con un grupo de jóvenes figuras y jugadores de reparto que saben vestir overol. Hablamos de futbolistas como, por ejemplo, Colin Dagba, quien tiene 21 años y apenas hizo su debut en primera división el año pasado; o Eric-Maxim Choupo-Moting, quien hizo 31 apariciones el año pasado después de llegar al PSG proveniente del Stoke, equipo que terminó penúltimo en la Premier League el año anterior. Es la misma razón por la cual, después de varios años de gastar de forma dispendiosa, han logrado obtener ganancias en la ventana de fichajes del verano, complementando su escuadra con agentes libres (Ander Herrera, proveniente del Manchester United), cambios (firmar al portero Keylor Navas, proveniente del Real Madrid a cambio de Alphonse Areola) y préstamos (Mauro Icardi, del Inter de Milán).

Navas y Herrera fueron suplentes en la mayor parte de la temporada anterior e Icardi no era querido en el Inter, al punto que fue suspendido por seis semanas con la temporada en pleno desarrollo el año pasado y se le indicó, de forma pública y reiterada, que sus servicios ya no eran requeridos. Los tres son veteranos de jerarquía con mucho que demostrar y se puede ver la lógica en querer aprovechar sus deseos de resucitar sus respectivas carreras. Pero, quizás lo más importante, es que los tres llegaron a París a bajo costo.

El Real Madrid tuvo un verano con situación opuesta a la del PSG, invirtiendo aproximadamente $250 millones en cuatro jugadores: los zagueros Ferland Mendy y Eder Militao, el extremo Hazard y el delantero Luka Jovic. El problema es que no hemos visto mucha acción por parte de ellos (suman apenas un partido como titular), lo cual hace difícil que la afición se emocione con ellos. Gran parte de las ausencias son producto de las lesiones (Hazard apenas hizo su debut el pasado sábado), pero gran parte del escepticismo radica en el hecho de que este club está en la encrucijada.

Zidane ha rotado sistemas tácticos y personal y deberíamos esperar ver más de lo mismo en París: Ramos se encuentra suspendido; mientras que Marcelo, Isco Alarcón y Luka Modric, figuras clave de las gestas madridistas recientes en Champions, se encuentran lesionados.

Por el contrario, la afición madridista ha visto mucho de dos jugadores en lo que va de temporada: Gareth Bale y James Rodríguez, dos piezas que el club blanco intentó despachar durante la mayor parte del verano. Bale, uno de los jugadores mejor pagados del mundo, fue denominado explícitamente por Zidane como una pieza excesiva dentro del roster. Al no estar dispuesto a asumir un recorte salarial (y sin equipos dispuestos a pagar su salario anual, por encima de los $30 millones además de la cláusula de pase, el galés terminó quedándose en el Bernabéu .

Bale, cuyas actuaciones han oscilado entre lo estelar, lo anónimo y una completa desaparición en acción (debido a las lesiones frecuentes), ha sido objeto de las reprimendas de hinchas y medios, por cometer delitos tales como no aprender castellano de forma decente y tener una gran obsesión por el golf (de hecho, cuenta con una cancha de nueve hoyos en su amplio jardín y se han atribuido varias de sus lesiones a sus swings de práctica). No obstante, cuando Zidane entendió que el galés se mantenía atascado en su plantel, hizo limonada con los limones: Bale fue titular en los tres primeros partidos del Madrid y, al igual que James, ha sido uno de los futbolistas con mejor desempeño en la cancha.

¿La conclusión? Las cosas no han salido tal como se esperaba en ambos clubes y quizás eso sea el motivo principal de la incomodidad y enfado entre las hinchadas de estos equipos.

En estas situaciones, la Champions League termina siendo un respiro, aunque también es una espada de doble filo. Una fuerte actuación y buenos resultados y el equipo puede cambiar el relato a su favor. En el caso del PSG, puedes recordarle a la afición que Mbappé estará de vuelta (aunque no el miércoles, al estar lesionado, mismo caso de Edinson Cavani y Julian Draxler). En lo que respecta al Madrid, puedes venderle a los seguidores que sigues siendo la vara con la que se mide a todos los clubes en Europa, que Zidane sigue siendo el alquimista Galáctico-y que Hazard, de hecho, es un jugador capaz de definir en cualquier escenario.

Pero también existe un lado negativo. Si se sufre una derrota, terminará siendo una sal que causará mayor dolor en las heridas. La inquietud y la incomodidad viven en el mismo vecindario de la frustración y el enfado.

Para estos dos clubes, es hora de abandonar ese triste lugar.