<
>

A Messi lo atropella el espíritu de Maradona en San Paolo

NÁPOLES - El Barça se quedó seco en el templo de Maradona.

Sin capacidad, sin alegría, con miedo, sin brillantez, sin rapidez, con angustia... Sacó un empate que puede considerarse válido para el partido de vuelta en el Camp Nou, donde es intocable en Europa, pero, a la vez, le dio la razón a Messi: no alcanza.

Saludó en la previa Quique Setién el regalo de verse en la máxima competición y, de entrada, planteó un partido más a verlas venir que a ir a buscarlo. Dejó fuera a Arthur y a Ansu Fati, repitió con Arturo Vidal de falso extremo y manteniendo a Rakitic en el once, no le dio soluciones de juego De Jong, provocando un atasco monumental en cuanto se pasaba del medio campo. Y provocando que el juego, plano, invitase a una tristeza infinita.

El Barça de Setién está en construcción, se afirma, pero le atropella el tiempo. Y en Europa, seguramente lo descubrió el entrenador en San Paolo. Sufre un cortocircuito fácil de explicar: recordando Liverpool y Roma, da la sensación de tener más miedo de perder que ganas por ganar. Y entre una cosa y otra, se conforma con sobrevivir esperando días mejores.

A Messi le atropelló el espíritu de Maradona. Queriendo demostrar quién es, acaso sin necesidad, pasó por el estadio del Pelusa casi en silencio, con un par, tres quizá, destellos de su magia pero sin marcar esa diferencia que tanto acostumbra.

Solo faltaron los nervios de Busquets, el sinsentido de Rakitic y el nulo protagonismo de De Jong, de quien tanto se espera y quien tan cuentagotas lo ofrece. Y, siendo fundamental, o esperándose en partidos de máxima exigencia, de nivel superior como este en San Paolo.

El Barça es favorito para acceder a los cuartos de final, pero deberá mejorar, mucho, muchísimo, para ser tenido en cuenta entre los candidatos. Y encima, no se olvide, en el Camp Nou enfrentará al Napoli sin los sancionados Busquets y Vidal. Y probablemente sin Sergi Roberto. Y ya se verá qué pasa con Piqué...