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PSG llegó a la final de la Champions luego de que los jugadores se prometieran unidad en el restaurante de Verratti

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Las cinco mejores del Paris Saint Germain en la Champions League (1:14)

Revive las mejores anotaciones de Neymar, Mbappé y compañía. (1:14)

¿Puede todo esto haberse gestado en Le Giuse? El restaurante italiano de Marco Verratti, situado en la famosa Rue du Faubourg Saint-Honore cerca de Champs-Elysees, fue donde la temporada de Paris Saint-Germain cambió para mejor.

El 25 de febrero, cuando el internacional italiano invitó a todos sus compañeros a almorzar a su restaurante, las cosas no andaban bien. PSG había perdido el partido de ida de los octavos de final de la Champions League en Borussia Dortmund, donde la táctica del entrenador Thomas Tuchel y las actitudes de los jugadores no fueron buenas. Dos días más tarde, Edinson Cavani, Ángel Di María y Mauro Icardi organizaron una fiesta de cumpleaños conjunta y algunas de las imágenes publicadas en las redes sociales --incluyendo algunos de los jugadores bailando con el torso desnudo-- molestaron a muchos fans y personas del club. Antes de la derrota en Alemania, habían empatado 4-4 contra Amiens y, cuando volvieron, tuvieron suerte de superar a Bordeaux 4-3 en el Parque de los Príncipes. La crisis estaba en el aire.

Los jugadores se reunieron en el restaurante de Verratti para mostrar unidad, pero también para crear unidad. Este grupo de jugadores necesitaba un cambio, algo que lo motivara y lo impulsara. Lo que se dice de esa reunión es que los convirtió en un equipo, les dio fuerza colectiva.

Ese día, Kylian Mbappé y Neymar, quienes se sentaron lado a lado con sus sudaderas Christian Dior (naranja para el francés, amarilla para el brasileño), se dieron cuenta de que tenían que abrirse y acercarse más a sus compañeros porque algo especial estaba a punto de suceder. Todos los jugadores creían que iban a dar vuelta la serie contra Dortmund. Y lo hicieron.

Esa victoria por 2-0 a puertas cerradas, inspirada por Neymar y celebrada por 4000 ultras de PSG afuera del Parque de los Príncipes, los envió a Lisboa. ¿Pero a hacer qué, exactamente?

Durante la suspensión del fútbol europeo por la pandemia de coronavirus, con jugadores en cuarentena repartidos por todo el mundo --algunos en Francia, algunos en Alemania, algunos en Brasil-- hicieron un pacto: Darían todo para llegar lo más lejos posible en la Champions League. Sabían lo bueno que era cada uno de ellos individualmente, pero era hora de convertirse en un auténtico equipo, de pelear por el otro y de estar concentrados, ser disciplinados y profesionales. Fue una promesa.

Corría el mes de mayo y, con el título de la Ligue 1 asegurado por default dado que la temporada francesa había sido cancelada, el único objetivo en la cabeza de cada jugador de PSG era la Champions League. Si querían llegar a la meta y levantar el Santo Grial, necesitaban unidad y solidaridad. La Champions League no se gana si no eres un auténtico equipo y te comportas como tal.

Tuchel fue testigo desde lejos. El entrenador de PSG no estuvo en Le Giuse en febrero. Él no está en el grupo de WhatsApp de los jugadores. Ha tenido poca comunicación con sus hombres durante el período de aislamiento. Sabía que algo estaba sucediendo. Una vez que el equipo regresó a los entrenamientos en junio, Tuchel pudo ver lo excepcional que se había convertido la atmósfera entre todos los jugadores, tanto dentro como fuera de la cancha. Estaban listos para ir a la guerra en Lisboa. Estaban listos para entregarlo todo.

Antes de la semifinal del martes, en el vestuario local del Estadio da Luz en Lisboa, los jugadores de PSG recordaron esa promesa. Contra RB Leipzig, jugaron como una unidad más cohesiva que nunca antes y sellaron el encuentro con un convincente 3-0. Mostraron una gran unidad y una gran compostura. Si la remontada tardía para ganar por 2-1 ante Atalanta en los cuartos de final se basó en el espíritu del equipo, para llegar a la final fue clave la performance colectiva en el más alto de los niveles.

Después del partido, el mismo vestuario estaba tarareando. En una esquina, los amigos Mbappé y Neymar cantaban: "¡Estamos en la final!". En otra parte, Ander Herrera golpeaba una de las cajas de los kits como si fuera un tambor. En su primera temporada con el club, el español ha producido un gran impacto. Y no ha sido tanto dentro de la cancha, aunque su ética de trabajo ha sido contagiosa, sino fuera de la misma, ya que ha unido al equipo. Él unificó los clanes sudamericanos y europeos. Él es el líder silencioso de PSG.

Nasser Al Khelaifi, el presidente del club, le dio a Herrera un gran abrazo en el vestuario. Y luego, le dio uno aún más grande a Neymar. El brasileño está en el corazón del proyecto de PSG, más que cualquier otro jugador del escuadrón. Y ver cómo celebró haber llegado a la final de la Champions League, quedó demostrado lo mucho que significa para él.

Cuando llegaron a su hotel, Myriad, el Nro. 10 de París llevaba con él un enorme parlante en el que se escuchaba música brasileña. Todos estaban detrás de él bailando y cantando. Este es el equipo de Neymar. Si Herrera es el líder, Neymar es el representante. Cuando ganó la Champions League en 2015 con Barcelona, el triunvirato conformado por Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar reinaba en Europa, pero seguía siendo el equipo de Messi, el título de Messi y el Ballon d'Or de Messi. En esta oportunidad será diferente: si ganan el domingo, será el trofeo de Neymar, aunque no hay chances de que el Ballon d'Or quede en sus manos.

La fiesta del martes continuó en las habitaciones y los pasillos del hotel, pero Neymar, al igual que Tuchel, les advirtió a sus compañeros casi tan pronto como el partido contra RB Leipzig terminó: Todavía queda una instancia más. Y es cierto. PSG no ha llegado tan lejos ni invertido tantos millones para quedar segundo. Llegar a la final no puede terminar siendo un fin en sí mismo.

PSG ha avanzado mucho desde el 25 de febrero y desde el almuerzo en Le Giuse. Están a punto de alcanzar su objetivo, están justo donde el 23 de agosto prometieron que iban a estar: parados solos en la cima de Europa.