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Cuenta regresiva, a 10 días: James regresa a Brasil, el sitio de su consagración

La Copa del Mundo de Brasil 2014 fue el mejor momento de la historia de la Selección Colombia no solo por haber cumplido la mejor actuación de todos los tiempos al jugar los cuartos de final, sino también porque fue una de las selecciones que mejor juego mostró en aquel campeonato y porque tuvo el máximo artillero. James Rodriguez salió a la cancha el día del debut ante Grecia como una promesa y se retiró del encuentro frente al anfitrión como el goleador del Mundial y una de las máximas estrellas del planeta. Hoy, cinco años más tarde, regresará a las mismas canchas con más batallas sobre su lomo pero las mismas expectativas. Y, sobre todo, con ánimos de revancha.

No fue buena la pasada temporada para el número diez de la Tricolor. Sufrió varias lesiones, que comenzaron en Rusia 2018 y no le permitieron jugar en plenitud su segunda Copa del Mundo. Luego, no pudo arrancar el año en la cancha con la camiseta de Bayern Munich y, por culpa de los problemas físicos, jamás consiguió afirmarse como titular, más allá de que cada vez que pisó la cancha mostró su categoría y su capacidad para ganarse un lugar en cualquier contexto. A pesar de que no estuvo en los partidos definitorios de la Bundesliga y la Copa de Alemania, llegará a la Copa América en buenas condiciones y sin dolencias. Pero también sin fútbol.

"Alrededor de jugadores como él debemos construir el futuro de la Selección", afirmó Carlos Queiroz en su presentación como seleccionador de Colombia y se manifestó en el mismo sentido de José Pekerman, el hombre que convirtió a ese joven habilidoso en el líder absoluto del seleccionado nacional. Lo ocurrido en Rusia dejó en evidencia la importancia absoluta de James para Colombia, no sólo por su juego sino también por lo que significa para sus compañeros. Y más aún sin Juan Fernando Quintero, quien se perderá la Copa por una rotura de ligamentos.

En la temporada 2018/2019 el cucuteño disputó 28 partidos, convirtió 7 goles y dio 6 asistencias en Bayern, los números más bajos desde que se afianzó en primera división en Banfield de Argentina. Son datos que parecen fríos pero deberán ser tenidos en cuenta por el cuerpo técnico que lidera Queiroz. James está acostumbrado a brillar cuando tiene continuidad y cuando se siente cómodo en un contexto. Esto último está asegurado, porque en pocos lugares se siente tan bien como en su selección. Quedará trabajar para que la baja actividad no disminuya su confianza.

Antes del Mundial de Brasil 2014, Rodriguez era una promesa, un futbolista llamado a grandes cosas que aún no había demostrado su real potencial. Tras una aparición rutilante en Argentina pasó a Porto, donde se destacó y despertó el interés del millonario Monaco. Llegó a su primer gran campeonato internacional tras una buena temporada en Francia pero no más que eso. Fue en tierras brasileñas donde se ganó la estatura de crack absoluto. Ese mote es el que se ganan los goleadores de las Copas del Mundo.

Marcó en los cinco partidos de Colombia en la mejor actuación de su historia. Fueron seis tantos para todos los gustos. Desde aquel que maquilló la goleada sobre Grecia en el debut hasta el que encendió la esperanza ante Brasil en cuartos de final. Brilló en Belo Horizonte, Brasilia, Cuiabá, Rio de Janeiro y Fortaleza. Hoy, cinco años más tarde, espera sumar Salvador de Bahía, Sao Paulo y Porto Alegre a su derrotero.

Las diferencias con los comienzos de junio de 2014 son muchas. La edad es la más concreta y fácil de ver, mas no la más profunda. Quizás, la mayor diferencia es que hoy James llega en busca de revancha y no de consagración. Sus últimos años en Real Madrid y Bayern estuvieron muy lejos de las expectativas de todo el pueblo colombiano. Posiblemente, él sea más una víctima de decisiones de otros que el responsable del mal momento, pero sí tiene en sus manos la posibilidad de cambiar la historia. Y Brasil es el lugar perfecto para intentarlo.

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