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Cuéllar y Díaz jugaron como para ganarse un puesto

SALVADOR (Enviado especial) -- Desde los números y desde el juego, todo salió perfecto para la Selección Colombia en la primera fase de esta Copa América. Tres triunfos, sin goles en contra, con superioridad en los tres encuentros y la certeza de que la idea de Carlos Queiroz fue tomada como propia por los futbolistas. En este último partido contra Paraguay, además, el entrenador luso comprobó que tiene un plantel largo, con jugadores capaces de dar respuestas en todas las instancias del juego.

Entre Argentina y Qatar la Tricolor solo presentó una modificación táctica (sin contar la obligada por la lesión de Luis Fernando Muriel): la de Duván Zapata por Radamel Falcao García. Es decir que, más allá de la frase "aquí no hay suplentes", el técnico luso sí tiene una base en la que apoyar su plan futbolístico. Para el tercer compromiso de la Copa, decidió hacer diez modificaciones y solo Juan Guillermo Cuadrado se mantuvo en el equipo. ¿El resultado? Los jugadores suman minutos y Queiroz encuentra variantes muy válidas para lo que viene.

El seleccionado tuvo una actuación sólida, sin fisuras y similar a la de las primeras fechas. Repitió virtudes y demostró la misma idea de conjunto dinámico, corto para recuperar y ancho para atacar. Lo que a muchos entrenadores les cuesta decenas de entrenamientos y partidos, al portugués ya le salió. En Salvador de Bahía hubo varios hombres que hicieron los méritos como para pelear por un lugar entre los titulares, más allá de que varios puestos ya tienen dueño fijo.

Aunque Álvaro Montero, John Lucumí, Cristian Borja, Santiago Arias y Jefferson Lerma también aprobaron con muy buena nota el examen, fueron Gustavo Cuéllar y Luis Díaz los que sobresalieron sobre el césped del Arena Fonte Nova. En una Colombia que impuso condiciones y manejó el trámite casi con autoridad, ellos dos dejaron en claro que no se van a conformar con ser actores de reparto.

Mucho se habló sobre la alta consideración que tiene Queiroz del juego de Cuéllar. Le dio la titularidad en dos de los cuatro amistosos previos y el barranquillero siempre cumplió. En suelo brasileño lo conocen bien y periodistas e hinchas se preguntaron una y otra vez por qué no había jugado desde el inicio todavía. Ídolo y figura de Flamengo, debió esperar para tener su oportunidad y hoy a nadie le sorprendería si mantiene su lugar entre los once.

Fue la figura del partido no solo por el gol, sino también por su inteligencia táctica, su ubicación y su capacidad para leer el juego tanto con la pelota en poder de Colombia como a la hora de buscar recuperarla. Arrancó como mediocentro, en sociedad con Jefferson Lerma, y entre ambos lideraron la presión, por momentos incluso contra los propios centrales paraguayos. De los dos, el de Bournemouth fue quien más se soltó para tocar con Cardona y Cuadrado y el de Fla fue el más posicional, lo que no le impidió pisar el área y marcar el único gol del partido.

Gustavo tocó el balón en 54 ocasiones y dio 37 pases, de los cuales 33 fueron correctos. Su aporte va más allá de los fríos números. Se movió con inteligencia y gracias a él Colombia tuvo superioridad en casi todos los sectores del campo, con pelota y sin ella. Frente a un rival como Chile o Uruguay, su presencia en la zona media puede ser clave para chocar y para jugar, más todavía cuando Cuadrado no se terminó de afirmar como interior.

Por su parte, Luis Díaz reafirmó todas las buenas sensaciones acerca de él. Ni un minuto le pesó la camiseta al joven crack de Junior. Se movió sin parar, pidió todas, mostró sacrificio para retroceder con la marca y estuvo picante dentro del área. Su gran enemigo del día fue el VAR, porque le anuló un gol y echó hacia atrás un penal generado gracias a su velocidad.

Sin Muriel, el titular en la posición de segundo delantero, el delantero nacido en Barrancas pide a gritos la titularidad. Si bien es cierto que Roger Martinez fue importante y entendió a la perfección qué es lo que quiere el cuerpo técnico, ante un rival con defensores más lentos o defensas más cerradas la rapidez de Díaz puede cambiar la historia.

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