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Para Chile llegó la hora de dar vuelta la página

PORTO ALEGRE (Enviado especial) -- Ni siquiera aquella dolorosa derrota ante Brasil que decretó la eliminación de la Copa del Mundo de Rusia 2018 tuvo tanta apariencia de fin de ciclo como este otro 0-3 contra Perú en semifinales de la Copa América. Siete titulares se repitieron en ambos partidos de similares características, en los que la generación dorada del fútbol chileno cayó sin atenuantes frente a rivales y en circunstancias muy distintas. La Roja no dio la talla porque no tuvo respuestas físicas, anímicas ni futbolísticas frente a la superioridad del rival.

La carencia de un plan B frente a un adversario que bloquea todos los circuitos fue la principal razón de la derrota. El equipo de Ricardo Gareca estuvo lejos de aquel que se defendió muy atrás y apostó a llegar a los penales contra Uruguay. Salió a plantarse en campo chileno desde el inicio y encontró dos goles que le dieron la tranquilidad para ceder la posesión. A partir de allí, la Blanquirroja jugó muy cómoda y la bicampeona de América saliente muy incómoda.

El análisis debe situarse en las razones por las cuales el seleccionado de Reinaldo Rueda no supo cómo hacer frente a un oponente que tapó a Arturo Vidal y Charles Aránguiz. Quizás, la frase de Rueda en la conferencia previa a las semifinales sea la clave: "El espectro de jóvenes no es el ideal, no se consolidan. Somos la única selección sin jugadores sub 23". Este plantel, que durante años compitió al mejor nivel, necesita un recambio que esté a la altura. No solo para el futuro, sino también para cuando el presente plantea dificultades que requieren cambios.

Por eso esta eliminación se parece tanto a un final de ciclo. No solo por la derrota clara y contundente, sino también por la falta de respuestas de aquellos que antes eran capaces de resolver todo. Y no es culpa suya, sino del tiempo. Mauricio Isla, Gary Medel, Jean Beausejour, José Fuenzalida, Arturo Vidal, Charles Aránguiz, Eduardo Vargas y Alexis Sánchez tienen ya treinta años y se alejan de su mejor momento, más allá de que todavía puedan tener una actuación de otros tiempos como la de Colombia. Sostener aquello en un torneo como este es más complicado.

Contra Perú los mejores de la Roja fueron los dos de la nueva camada, Guillermo Maripán y Erick Pulgar. El defensor central tuvo una buena actuación individual, con personalidad para afrontar las adversidades y hasta para sacar la cara por un Medel que tuvo problemas físicos. En tanto, el mediocampista central fue el mejor futbolista chileno de la Copa. Así de claro. Firme, preciso, inteligente y generoso para jugar como defensor cuando el equipo salió a buscar el partido a todo o nada. La reconstrucción debe hacerse desde sus pies.

"Regalamos los primeros veinte minutos, nos hicieron dos goles y eso en un partido definitorio no se puede hacer", afirmó el capitán chileno. Es cierto que los dos tantos llegaron por errores propios culminados por virtudes ajenas. De todos modos, es simplista decir que solo se perdió por aquel comienzo errático. El combinado de Rueda perdió porque jamás le encontró la vuelta al partido. Sí, tuvo la pelota y la iniciativa en el segundo tiempo, cuando convirtió a Pedro Gallese en figura absoluta. Pero no lo hizo desde la convicción sino desde el empuje. Las llegadas fueron una consecuencia inevitable del juego y no una virtud.

Entre la llegada del entrenador colombiano y esta Copa América hubo más dificultades que satisfacciones. Problemas internos, malos resultados en los amistosos y la imposibilidad de llevar a cabo una renovación necesaria. Sin embargo, en varios momentos del certamen en Brasil se vieron las bondades que transformaron a Chile en uno de los mejores del mundo. Hasta la próxima edición del certamen continental, será un desafío del cuerpo técnico encontrar variantes para superar obstáculos como los que planteó Perú en Porto Alegre.

Estos futbolistas que le dieron al país las alegrías más grandes de la historia volvieron a demostrar que están en condiciones de dar pelea, solo necesitan la ayuda de sangre joven para que el plan A no sea la única alternativa. Allí está el gran reto que afrontará Chile en el nuevo ciclo que ya debe comenzar.