Fútbol Americano
ESPN.com 5y

Perú compitió en una final desigual y se va con la frente alta

RIO DE JANEIRO (Enviado especial) -- A los dos minutos, Christian Cueva protagonizó la primera acción de riesgo de la final de la Copa América. Después de una mano de Coutinho, el mediocampista peruano remató un tiro libre que salió muy cerca del arco custodiado por Allison Becker. Fue una declaración de principios de la selección peruana. Porque en el Maracaná no hubo hazaña, pero sí hubo un equipo que compitió más allá de las diferencias, de la localía y de la historia. Ese es el éxito del conjunto de Ricardo Gareca.

Brasil es el campeón de América porque es el mejor del continente. Tiene a los mejores futbolistas, al mejor entrenador y la idea colectiva más afianzada. No hay discusión al respecto, más allá de que algunas circunstancias externas hayan puesto en duda la legimitidad de la conquista. Contra ese campeón justo, Perú mantuvo la competencia hasta el último minuto de la gran final.

La mayoría de las conclusiones que sacará el Tigre de esta campaña son positivas. Sus jugadores mostraron el temple de siempre y el juego necesario para regresar a una instancia definitoria después de más de cuarenta años. Es invitable quedarse con el resultado, porque el subcampeonato tiene peso propio, sin embargo, el análisis debe centrarse más en el rendimiento colectivo que en los fríos marcadores de los seis partidos del torneo. Y por eso el cuerpo técnico debe estar orgulloso de la tarea realizada, sobre todo en la final.

Salvo contra Argentina en semifinales, el combinado local superó con amplitud a todos sus rivales en todas las facetas del juego. Eso no ocurrió en esta final. Perú expuso desde el comienzo que su idea era plantarse en campo rival, sin darle demasiada importancia al intimidante marco de un Maracaná repleto que solo pensaba en el momento de levantar la Copa. Quizás, el espíritu de Obdulio Varela y su célebre "los de afuera son de palo" haya servido una vez más a la causa de los más humildes.

El equipo peruano siempre intentó disputarle la posesión y la iniciativa a Brasil, aunque lo logró solo por momentos. Porque es cierto que el local manejó el trámite durante la mayor cantidad de tiempo por su enorme categoría para salir jugando y atacar rápido. La Blanquirroja solo fue realmente superada en los viente minutos posteriores al primer gol brasileño. Fue cuando los futbolistas peruanos corrieron detrás del balón sin demasiado concepto, fallaron pases fáciles y quedaron a merced del fútbol de Arthur y los delanteros locales.

El empate gracias al penal de Paolo Guerrero se notó muy poco en el desarrollo, porque enseguida llegó el tanto de Gabriel Jesús. En el complemento Perú volvió a plantarse en campo rival, esta vez con más continuidad y sin los errores individuales de la etapa inicial. Apretó, corrió, metió, obligó al error. Compitió. Mientras tanto, Brasil mostraba los dientes con electrizantes piques de Coutinho por el centro y desbordes de Jesús y Everton. Y Perú jugó con carácter. Siguió intentando.

El final puede traer un sabor amargo porque después de la expulsión del goleador de Manchester City no se mostró un instinto asesino para aprovechar las posibles dudas de Brasil. Los cambios no funcionaron e incluso la selección bajó su intensidad. De todas maneras, incluso en estas horas posteriores a la derrota no es lo mejor quedarse con la sensación de oportunidad perdida. Es importante reconocer lo difícil que es llegar a una final y lo aún más difícil que es competir frente a un favorito tan claro como lo fue Brasil.

^ Al Inicio ^