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Racing le ganó un partido inolvidable a Peñarol y está en cuartos de la CONMEBOL Libertadores

En una noche épica de Copa, Racing le ganó 3-1 a Peñarol en el Cilindro de Avellaneda, revirtió la serie de octavos de final de la CONMEBOL Libertadores 2025 y sacó pasaje a los cuartos de final, donde jugará con Vélez. Así, habrá un equipo argentino en semifinales.

La Academia salió a disputar el partido como en su mejor versión 2024: metiendo, empujando, luchando y jugando. Así, en apenas 5 minutos, ya había exigido mediante Maravilla Martínez y con un tiro de afuera de Almendra. Jugadores e hinchas se retroalimentaban entre el campo de juego y las tribunas y se generaba una energía que presagiaba una noche antológica.

Y lo mejor que le podía pasar al equipo de Gustavo Costas era aprovechar el momento, algo que sucedió en una pelota parada. Rojo (o Marcos R) ganó de cabeza, parecía que nadie la podía empujar, pero atrás, como si estuviera armado para que cortara la mala racha, apareció solito Maravilla Martínez, que empujó la pelota y desató la locura en Avellaneda (7).

El Cilindro, que un par de horas antes se preguntaba en su totalidad si el partido se iba a jugar por la escandalosa cantidad de agua que había caído durante toda la jornada en Buenos Aires -en el transcurso de la noche fue bajando en intensidad-, era un volcán en erupción. Racing se mostraba firme en defensa, sus delanteros estaban firmes y, principalmente, generaba peligro por los laterales.

Pero esa euforia duró poco más de 10 minutos, porque Peñarol empezó a acomodarse en la cancha. Primero avisó con Silvera, quien generó una excelente atajada de Arias, y tras un par de córners el que facturó fue Nahuel Herrera, que cabeceó después de que la peinara Trindade y puso el 1 a 1 (14').

Diego Aguirre, menos expresivo que Costas, festejó y empezó a ordenar su equipo, que encontró la paz en el gol y empezó a adelantarse en la cancha. Sin dominar la pelota, Peñarol parecía tener mayor claridad adelante de mitad de cancha, con Ignacio Sosa dominando esa zona y Silvera y Terans -autor del gol de la ida y reemplazante de Leo Fernández- muy activos para preocupar al trío Pardo-Sosa-Rojo.

Recién a la media hora el local, empujado por su gente, empezó a reaccionar. El gol de Herrera había sido un duro golpe para Racing, que sin sufrir veía y sentía que Peñarol le marcaba el ritmo del partido. El juego lo encontró, nuevamente, a partir de los carrileros, Rojas y Martirena, importantísimos en el ataque académico, pero la confianza la fue generando en la pelota parada.

Por esa vía, tras un tiro libre de Rojas, Rojo, titular por primera vez desde mayo, anotó el 2 a 1. Su festejo volvió a encender el partido, pero todo el Carbonero rodeó inmediatamente a Wilmar Roldán exigiendo una falta previa. Y el colombiano necesitó de unos pocos instantes para corroborar en el monitor, llamado del VAR mediante, que el ex Boca había empujado a su marcador. Todo seguía 1-1 en Avellaneda.

Hacia el final del primer tiempo, la Academia volvió a juntar pases llegando por los costados y hasta Maravilla estuvo cerca de poner el 2 a 1, pero un muy inseguro Cortés atajó con el pecho. A Martirena, por su parte, le taparon el remate. Porque si bien el arquero chileno daba mucho rebote y tenía problemas para contener en cada llegada, en el marco de una cancha pesada y mojada (en algunos sectores el balón no corría), sus compañeros defendían con mucha gente en el área y complicaban el último toque de Racing.

Ni Costas ni Aguirre movieron el banco para el complemento, que encontró de entrada a la Academia más adelante en el campo, con Sosa plantándose prácticamente como un mediocampista y el equipo decidido a buscar el gol. En ese contexto, Balboa entró como un toro y estuvo cerca de cabeza.

Pero pasaban los minutos y nuevamente el nerviosismo se apoderaba del Cilindro. El Manya movió el banco (entró primero Milans y luego Arezo) y, con piernas frescas, empezó a contar con buenas posibilidades de contra, porque para Racing jugar más adelantado también significaba estar más desprotegido. Pero los delanteros del elenco aurinegro perdonaban una y otra vez y el partido, sin tanta pierna fuera como el de la ida pero bien copero, seguía más que abierto.

Recién a los 73 minutos Costas realizó modificaciones, buscando la chispa que le faltaba en ataque: Duván Vergara, de buenos primeros partidos, relevó a Almendra, mientras que Colombo ingresó por Rojo en la zona defensiva. Pero pese a los destellos del colombiano la dinámica del juego no cambiaba. Racing se tornaba predecible para atacar y se le hacía muy larga la cancha para retroceder, aun con un rival muy replegado.

Hasta el área llegaba sin inconvenientes, donde el conjunto charrúa imponía una defensa férrea que protegía a un Cortés que sufría con cualquier envío y, además, amonestado por hacer tiempo, era sancionado por Roldán por tener la pelota en sus manos más de 8 segundos. Cerca estuvo el chileno de cometer penal tras un rebote propio, pero llegó a manotear la pelota a tiempo y el reclamo generalizado del Estadio Presidente Perón fue en vano.

Para ese momento, a diferencia de lo que había sucedido en buena parte del primer tiempo, la única misión de Peñarol era defender el resultado global, que lo depositaba en la siguiente instancia de la Copa, la misma que ganó cinco veces y que el año pasado lo tuvo en semifinales. Costas seguía moviendo el banco -Conechny por Solari-, mas Racing no podía romper las dos líneas de cuatro pegadas que proponía Aguirre hasta que... Vergara pateó al arco, Cortés dio rebote y, en la segunda jugada, Gularte le cometió penal (penalcito) a Maravilla Martínez, al llevárselo puesto en el área.

El propio Maravilla, goleador total de la era Costas, se hizo cargo y no falló (83'). Porque efectivamente una noche Pedro no pescó pero al día siguiente hizo la mayor pesca de su vida. Gran definición, arquero para el otro lado y nueva locura en Avellaneda. Ahora Racing buscaba rápido la pelota para reanudar y, mientras todo Peñarol rodeaba a Roldán recriminando la falta sancionada, el partido ya era otro. Rojo volvió a dar la nota al ser primero amonestado y luego expulsado desde el banco (ídem Zuculini, suplente), pero en la cancha el equipo que buscaba con mayor convicción que claridad era el anfitrión.

La Acadé no solo chocaba con la defensa aurinegra y con su poca fluidez de juego, sino que a esa altura también tenía como enemigo y obstáculo al reloj. Pero los últimos minutos fueron una auténtica locura: Cabrera falló en la definición para la visita, en la réplica Maravilla protagonizó un errado impropio para él, tras un gran centro de Martirena, y Arias salvó dos pelotas antes de ser reemplazado por Facundo Cambeses de cara a los penales. El Carbonero, por su parte, optó por realizar tres variantes de pateadores para la tanda (90'): entraron Leo Fernández, Lucas Hernández y Leandro Umpiérrez.

Pero a esta historia increíble, a esta noche inolvidable, le faltaba un capítulo más. Martirena se hizo cargo de un tiro libre, mandó la pelota al área y Pardo entró solo por atrás de todos y estampó el 3 a 1 final. Ni el tiro libre de Leo Fernández en el borde del área ni un casi blooper histórico pudieron revertir una historia que estaba sellada: Racing, que nunca renunció a buscar, le ganó a Peñarol en un partido para la historia y se medirá en cuartos de final con Vélez, verdugo de Fortaleza.

El equipo de Costas, que no había sumado puntos en casa en el semestre, que es irregular en el Torneo Clausura, volvió a ponerse el chip internacional y se ilusiona nuevamente con el gran sueño: la Copa CONMEBOL Libertadores.

"Que de la mano de Costas, la vuelta vamos a dar", cantó al unísono el Cilindro, mientras los jugadores saltaban y festejaban ante la cabecera local, generando una sinergia tan épica como necesaria.

El minuto a minuto de ESPN.com