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Fútbol en estado puro

BUENOS AIRES -- En los días previos a esta Copa del Mundo, en Argentina se utilizó hasta el cansancio la frase "el jugador del pueblo" para identificar a Carlos Tevez. Diego Maradona lo bautizó de esa manera en una conferencia de prensa y todo el país adoptó ese apodo como propio. Incluso, el propio Carlitos bromeó con eso y dijo que estaba feliz con la calificación.

Desde su debut en Boca Juniors, Tevez se ganó el corazón de la gente para siempre. Su carisma y su espontaneidad lo acercan al pueblo, a los hinchas que colman las tribunas populares, a los trabajadores que viven por y para el fútbol. Además, su simpatía y su capacidad para adaptarse a cualquier ámbito lo transforman en un personaje irresistible en cualquier estrato social.

Carlitos logra lo imposible: lo quieren todos, lo disfrutan todos. Desde los pibes que entienden su mismo código de barrio hasta aquellos que viven lejos de las penurias y las necesidades que él mismo sufrió en su niñez.

Tevez creció en un suburbio de Buenos Aires conocido como Fuerte Apache, una zona en la que los precarios edificios altos no tienen el mismo significado que en las grandes capitales. Lo mejor allí, lo que más felicidad da, es la pelota.

Otra de las grandes razones por las que Carlitos es amado por su país es ésa: nunca cambió su esencia. Antes era feliz gracias a la pelota y hoy es feliz por la misma razón. Tevez se divierte y divierte. En la cancha ríe y baila, rompe esquemas por su desfachatez y lucha como un guerrero. Es el jugador que todos quieren tener en su equipo, el futbolista que todo hincha quiere idolatrar.

Por estas razones, se ganó el mote que Diego Maradona le regaló: "el jugador del pueblo". Pero hay mucho más detrás de aquellas virtudes que todos le elogian. Carlitos no es sólo garra y sacrificio. Es mucho más que eso, es fútbol, Fútbol en estado puro.

En este último partido de octavos de final del Mundial de Sudáfrica frente a México, Tevez demostró que puede ser igual de importante en la creación de cada jugada de ataque como en la terminación y en la destrucción de los intentos del rival. Puede ser clave en cada aspecto del juego, tanto para abrir un marcador como para cerrar una victoria.

Le dio el primer tanto a la Albiceleste en una acción en la que estaba en clara posición adelantada, pero minutos después emuló al Maxi Rodríguez de 2006 y marcó un gol extraordinario, el mejor del equipo en este torneo. Fue la figura del partido por sus goles pero también por su juego, sobre todo por su juego.

Quienes afirmaban como una sentencia que en la Selección no rendía lo mismo que en todos los clubes en los que brilló seguro olvidaron los Juegos Olímpicos de 2004, en los que fue el gran protagonista en la conquista de la medalla dorada, o la Copa América del mismo año.

Pero este Mundial es su consagración definitiva, que queda sellada en el abrazo con Maradona, el hombre que le dio la titularidad cuando nadie lo esperaba, el técnico que día a día está más firme en su cargo y cuya figura crece partido tras partido, si eso es aún posible.

Carlitos fue el mejor ante México, pero sus goles no son importantes si se los compara con las sensaciones que despierta en la gente. Sí, porque el pueblo argentino vibra con el fútbol como no vibra con nada y Carlitos es el fútbol. El fútbol es estado puro.

BONUS TRACK: 44 AÑOS ATRASADOS
Antes del inicio de esta Copa del Mundo, desde este mismo blog alertábamos acerca de la posibilidad de que se repita lo mismo que sucedió en Inglaterra 1966, por culpa de la FIFA y su decisión de no incluir la tecnología en los fallos arbitrales.

En aquella final, Inglaterra se coronó campeona del mundo gracias a un gol de Geoff Hurst que no debió convalidarse porque la pelota no entró en el arco alemán. Sí, cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia, es un terrible error del máximo ente rector del fútbol internacional.

Hoy, en la era de la informática y las comunicaciones, volvió a pasar lo mismo. O peor. Porque el árbitro uruguayo Jorge Larrionda no convalidó un gol totalmente lícito a favor de Inglaterra. Sí, el destino se encargó de darle revancha a la Nationalmannschaft pero de la peor manera.

Esperemos que este bochorno futbolero sea el motivo suficiente para que los cerebros de la IRB se replanteen la utilización de una simple cámara para no castigar a quienes no lo merecen. Ah, y no digan que no avisamos.