JOHANNESBURGO --
España llegó con el cartel de favorito a esta Copa del Mundo y las razones para tenerla en aquel sitial eran válidas: actual campeona de Europa y con una de las ligas más importantes del mundo, permitían abrigar esperanzas de ver un buen juego de los hispanos en el Mundial.
Pero de aquella selección que alzó el título en Viena queda muy poco: es un 11 predecible, sin repuestas a la hora de armar juego, con muchas complicaciones en defensa, falta de creatividad y puntada fina, que contrasta con el equipo que defendía en bloque y neutralizaba en conjunto al adversario.
Esto hace que la Selección Española se quede en la teoría de lo que pretende jugar, más allá de la práctica necesaria para afrontar la Copa, lo que la deja como una de las tantas escuadras españolas que han disputado el Mundial.
Así, hasta ahora se le saca brillo al título continental, pero poco luce para su rol de candidato a la copa, demostrando que hay muchos hombres y escaso colectivismo, a diferencia de lo que ha desplegado Chile, que se ha afirmado con el correr del campeonato.
Dio la impresión que era juntarse, jugar y ganar, pero las temporadas europeas que desgastan a los principales valores de cada conjunto reiteran el fenómeno que hemos notado en las selecciones de Inglaterra e Italia: la abundancia de extranjeros complica al momento de armar rendimiento de la "Furia", diferenciándose de lo que presentan Real Madrid, Barcelona y Valencia domingo a domingo en la competencia local.
En este certamen, la línea defensiva ha sido agresiva y el punto alto de esta escuadra, con valores como Puyol, que otorga seguridad a la zaga y Sergio Ramos, que se proyecta y va a buscar el área contraria.
En el centro del terreno, Xavi e Iniesta extrañan en demasía a sus compañeros de ataque en el Barcelona, pues el desahogo con Messi, Dani Alves, Ibrahimovic, entre otros, les permite accionar con libertad y ganar los espacios necesarios para hacer daño. Al perder aquellas referencias, el juego se vuelve errático y distinto a lo que se muestra en la Liga, donde la rápidez, la precisión y la asociación mandan.
En ataque, ha llegado al gol pero le ha costado tanto o más que a Chile en el certamen o el resto de los seleccionados en este torneo, salvo Brasil y Portugal. Pero las opciones de Villa y Torres son para preocupar a Chile.
Para España, la del viernes será su mayor prueba en lo que va del Mundial. Porque no ha enfrentado a un equipo que presione y proponga en ataque. España arma su juego desde su primer cuarto de cancha, allí se posicionan las dos líneas de cuatro que tejen el fútbol de los de Del Bosque.
Allí será clave lo que hagan Alexis Sánchez, Jean Beausejour, Humberto Suazo y Jorge Valdivia a la hora de presionar. Mientras más moleste el equipo chileno, más complicará a Xavi y permitirá la recuperación del balón para Chile.
La segunda pelota (rebote tras un balón detenido o luego de un remate) será clave, porque a los hispanos les cuesta tomar aquel balón, por lo que el trabajo de los laterales y los volantes de corte del equipo chileno será vital. Ganar aquella batalla será sacar otra ventaja ante un ataque superior al de Honduras y Suiza, en la prueba de fuego para la retaguardia nacional.
No sé si España tendrá el tiempo necesario para mejorar antes de enfrentar a Chile, o ni siquiera si podrá hacerlo antes del cierre de la Copa del Mundo, pero sí tienen claro que deben hacer su mejor partido del Mundial para superar a los dirigidos por Marcelo Bielsa.
Porque si replican los últimos 180 minutos de fútbol… el abismo tan lejano para los españoles al inicio del torneo, estará mucho más cercano.