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James y Odegaard quieren forzar su salida del Real Madrid, pero...

MADRID -- La puerta de salida del Real Madrid se aglomera de cara a la ventana invernal. James Rodríguez causó revuelo cuando dijo que tenía los “siete días” de descanso, por la pausa navideña, “para pensar y buscar una salida”.

Sus palabras llegaron en plena euforia tras la conquista del título del Mundial de Clubes al darse cuenta, seis meses después, de que pasará la mayor parte de la temporada en la banca y sus posibilidades de tener oportunidad en los partidos ‘grandes’ son ínfimas.

Dijo, también, que tenía “varias ofertas” que estaban siendo estudiadas por su representante, Jorge Mendes.

Según la prensa inglesa, Manchester United y Chelsea estarían interesados en el jugador, mientras en Colombia se especula con la posibilidad de que el jugador haya empezado a tramitar su visa de trabajo en Reino Unido en cuanto llegó a su país a pasar las fiestas. Pero a menos de dos semanas de que abra el mercado, aún no ha llegado una oferta en concreto a las oficinas del Santiago Bernabéu.

Según ha trascendido, la directiva no quiere desprenderse del jugador, al menos de momento, si bien empiezan a suavizar su postura. Hace una semana el mensaje a la galería era que se remitirían a la cláusula (más de 500 millones de dólares); hoy, que no escucharán ofertas menores a lo que costó (80 millones).

El paso de los días y que la sanción de FIFA impuesta al club haya quedado reducida a una ventana de mercado (el invernal) podría jugar a favor del jugador.

Que James no saliera ni cedido el verano pasado, aún cuando se vislumbraba su ostracismo, obedeció en parte a la incertidumbre con respecto a la posible sanción de la FIFA –el Comité de Apelación del organismo no ratificó hasta septiembre– y, en gran medida, a que Zinedine Zidane y la directiva querían conservar al mismo bloque y tenían esperanzas en “recuperar” a un jugador de clase mundial.

Desde agosto pasado, Zidane ha repetido una y otra vez dos frases: “James no va a salir” y “No quiero que salga; está trabajando bien y está contento”, prometiendo siempre que el colombiano sería “importante en la temporada” y que iba a “tener minutos” conforme avanzara la competición.

Pero ni ha sido importante ni ha tenido las horas de vuelo que deseaba, pues apenas ha jugado 859 minutos en los que ha logrado marcar apenas dos tantos.

A su bajo rendimiento se añade un agravante, el hecho de que el jugador ‘rete’ constantemente los lineamientos del club expresando su opinión y deseos públicamente, con lo que ha contradicho a técnicos (Benítez, sobre todo) y cuerpo médico.

Además, el técnico se ha cansado, más de la actitud del jugador –a quién suele elogiar– con que su futuro se mantenga como tema de interés en sus comparecencias ante los medios.

“No quiero decir tonterías”, señaló la última vez que se le preguntó en sala de prensa por el intrincado asunto. “Para mí es importante (el jugador) y siempre lo va a ser”, concluyó. Claro que, entonces, James no se había quejado públicamente de sus decisiones.

Real Madrid no suele hacer grandes movimientos en invierno, pero sí que ha hecho ventas sonadas de jugadores de alto perfil –que ya sea por el paso del tiempo o el bajo rendimiento perdieron dicho status-, sin contar con que fue la solución inmediata al espinoso asunto de Denis Cheryshev hace un año.

El jugador, que había olvidado (o no se había enterado) que acarreaba una sanción, fue alineado ilegalmente provocando la descalificación del Madrid en la Copa del Rey, provocando la ira de una ya crispada grada por el desencanto con el equipo de Rafa Benítez.

James no ha llegado a ese grado de amenaza al frágil equilibrio merengue, pero ya incomoda a la directiva. Sólo es cuestión de que llegue una buena oferta para que le abran las puertas.

Pero el colombiano no es el único jugador que se ha vuelto un dolor de cabeza para la directiva, aunque sí el más sonado.

Martin Odegaard, ese “fichaje del futuro” que fuera anunciado con bombo y platillo hace dos años, también es un problema en potencia.

El noruego, que acaba de cumplir los 18 años, busca una salida después de dos años en espera de tener algún tipo de participación con el primer equipo. Tanto el jugador como su padre, Hans Erik Odegaard, involucrado en todos los aspectos de la carrera del mediocampista, consideran que se ha estancado en el filial, Real Madrid Castilla, que milita en la Segunda B.

Ya desde agosto de 2015 en que les quedó claro que no iba a tener gran participación con el primer equipo, pues sólo había disputado 30 minutos en el último partido de la temporada anterior, que resultó, también, ser el último con Ancelotti al mando. Y ya desde entonces buscaban una Liga en la que pudiera adquirir experiencia.

Odegaard encontró destino en el Stade Rennais, que lo ha buscado desde entonces, pero que no había podido concretar su cesión por el temor a infringir nuevamente el reglamento de transferencia de menores. Con la mayoría de edad en el horizonte, el noruego incluso fue captado por las cámaras asistiendo a un encuentro del que se pensaba sería su club a partir del próximo mes de enero.

Sin embargo, el Rennes se ha echado atrás en los últimos días, toda vez que Miael Silvestre, quien fungía como consejero del presidente de la institución, ha sido destituido y, según la prensa francesa, el técnico Christian Gourcouff ha manifestado que no le interesa hacerse con el jugador.

El mediocampista, que costó 3.5 millones de dólares a la institución cuando fue contratado en enero de 2015, tiene poco más de un mes para encontrar algún equipo de Primera para foguearse o tendrá que permanecer en un equipo en el que, además, no ha terminado de encajar y, lo que es peor, de destacar.

El caso del mediocampista se ha vuelto aún más incómodo desde que el consorcio de periodismo de investigación comenzó a publicar documentos obtenidos por Football Leaks hace un par de semanas.

De acuerdo con el diario alemán Der Spiegel, Odegaard fue firmado hasta 2018 a razón de 11 millones de dólares, confirmando que percibe un salario mucho mayor al de sus compañeros, y le habrían dado aún más concesiones de las que se tenía noticias, como un determinado número de entrenamientos semanales con el primer equipo.

Según Der Spiegel, le habrían prometido una habitación personalizada en el hotel privado donde el primer equipo realiza sus concentraciones, ubicado en Valdebebas en el edificio contiguo a la casa club de la cantera, donde se concentran el resto de jugadores del filial. Además de tener una prima estipulada en 52 mil dólares por partido jugado con el primer equipo (si bien lleva sólo dos en dos años).

Además, en Noruega ha tenido gran repercusión la revelación de que su padre se habría negado a seguir el consejo de “un bufete de abogados” ligado al club para contratar una empresa en un paraíso fiscal para desviar sus ingresos por publicidad y así evitar al fisco español.

Incluso Zidane –quien ya lo tuvo a su cargo en el Castilla sin lograr sacarle gran rendimiento– ha opinado públicamente que “tiene que irse a (otro equipo) en Primera y competir para crecer”.

Odegaard no desea pasar un minuto más en el filial y está forzando su salida –algo muy similar a lo que en el pasado hicieron jugadores como Cheryshev o Jesé, que amenazó con irse si no era ascendido al primer equipo–, el problema es que no hay un destino aparente claro para él.