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Andrés: El último mohicano

BARCELONA -- Andrés Iniesta anunció este viernes que al acabar la temporada abandonará el Barça, después de 16 temporadas en el primer equipo y 22 años en el club, al que llegó siendo un niño y del que se marchará siendo capitán, sucesor de Xavi y de Puyol, entregando el brazalete a Messi y protagonizando, con su salida, el cierre completo de una época que enlazó la depresión con la opulencia.

A Iniesta, a quien Lorenzo Serra Ferrer invitó entrenar con el primer equipo con solo 16 años, le dio el espaldarazo Louis van Gaal un 29 de octubre de 2002 en Brujas. Aquel día formó junto a Puyol pero sin Valdés (suplente de Enke) ni Xavi (lesionado), alineándose en un equipo al que el entrenador holandés ya daba sabor canterano. Tortolero, Fernando Navarro, Gabri y Gerard estuvieron en el once antes de que David Sánchez y Sergio García entrasen en el campo.

Pocos de ellos tuvieron continuidad o éxito en el Barça pero cuatro fueron los que, esperando a Messi, ya se asentaron en una plantilla que con el paso del tiempo les convirtió en personajes clave para entender los mejores años del club azulgrana.

Iniesta fue, es, el último futbolista que sufrió el recorrido por el desierto del fracaso hasta, en 2005, comenzar a sumar éxitos. Primero, en agosto de 1998, se catapultó Xavi; en octubre de 1999 fue Puyol, Víctor Valdés debutó en agosto de 2002 y dos meses después lo hizo el manchego, jugador a quien Van Gaal trató con tanto mimo como le fue posible, evitando una cesión que se rumoreó al Betis (donde le esperaba Serra Ferrer) y dejando anotado claramente a su marcha que la permanencia de Andrés en el vestuario no debía, como en los casos de sus compañeros, ser puesta en cuestión.

Veinte partidos completó en aquella temporada 2002-03 para en la siguiente, la primera de Rijkaard y Ronaldinho y ya con Laporta en la presidencia, sumar 44 encuentros en una campaña que transitó entre el desastre y la resurrección final, aunque no diera para romper una racha de cinco temporadas sin conquistar título alguno.

MESSI… Y LA GLORIA

El 16 de noviembre de 2003, al tiempo que la selección española vencía por 2-1 a Noruega en Valencia (con solo Puyol como representante azulgrana), en Portugal el Porto dirigido por Jose Mourinho inauguraba el estadio Do Dragao con un amistoso ante un Barça repleto de juventud… Y en el que Leo Messi hizo su primera aparición.

El argentino disputó el último cuarto de hora junto a Xavi pero acabó la temporada cambiando el juvenil por el Barça C y después por el Barça B, con el que jugó 5 partidos en 2ªB mientras el primer equipo protagonizaba aquella reacción que, con victoria incluida en el Bernabéu con golazo de Xavi, le sirvió para reivindicarse y dar paso a un mejor futuro.

Messi apareció en escena el 16 de octubre de 2004, en un derbi frente al Espanyol, para jugar su primer partido oficial con el Barça de Rijkaard, la temporada en que el equipo azulgrana logró romper la sequía de títulos, con Ronaldinho al mando, y los canteranos empezando a tomar ese papel que, años atrás, había adivinado Van Gaal.

La gloria se hizo presente en el Camp Nou primero con Rijkaard y después, ya de manera esplendorosa, con Guardiola y la cantera colocada en el primer plano, con galones y de forma indiscutible.

Con Xavi, Puyol, Víctor Valdés e Iniesta como grandes colegas de Messi en el mejor equipo de la historia… con los cuatro primeros siendo los grandes héroes del cambio de época, los que vivieron las malas épocas, los desastres y decepciones antes de la gloria.

Este viernes 27 de abril Andrés se rodeó de los suyos -excepto Leo Messi y Luis Suárez que se ausentaron por tener que acudir a un acto privado-, sus compañeros que le acompañaron en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva, para dar a conocer públicamente su despedida. 31 títulos, que serán 32 con la Liga, contemplan un palmarés mayúsculo y dan a entender una carrera magnífica que acabará, en azulgrana, con todos los honores.

Iniesta, el último Mohicano, lo deja. Imposible pensar en un sustituto, como ocurrió con Puyol o con Xavi, la marcha del capitán sentencia el final de una era en el Barça. Una era irrepetible y que, a su manera, ya solo mantiene a Messi, Piqué y Busquets como guardianes de un estilo, una filosofía, una manera de entender el fútbol que alrededor del Camp Nou se suplica en silencio tenga una continuidad más puesta en duda que nunca.