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Cara y cruz en Milán: Del sufrimiento del Inter a la decepción de los rossoneri

La emoción en la Serie A se mantuvo hasta el último segundo de la temporada en los puestos que daban acceso a la Champions League, con el Atalanta, el Inter de Milán y el AC Milan luchando por los dos lugares que acompañarían a la Juventus y al Nápoles a la mejor competición continental el año que viene.

Los rivales de Milán vivieron la cara y la cruz de la temporada, teniendo que luchar por el cuarto puesto de la liga italiana, tras ver como el sorprendente Atalanta de Gian Piero Gasperini se acomodaba contra todo pronóstico en el tercer lugar del campeonato, liderados por el Papu Gómez y Duván Zapata.

Los nerazzurri lograron asegurar la clasificación de la forma más dramática posible. En el que a buen seguro sea el último servicio de Luciano Spalletti como técnico, los interistas amarraron una victoria épica, por caótica y atropellada, pues durante muchas partes del encuentro el Empoli se convirtió en dueño y señor de un Inter atenazado por la presión de haber dejado la clasificación a la Champions para el último día.

Tras un nefasto primer tiempo, Spalletti dio entrada a Keita Baldé, que en el minuto 55 soltó un latigazo terrible que desató la locura de los tifosi interistas. El sueño de mantenerse entre los mejores de Europa seguía vivo y el equipo se soltó el corsé e hizo el mejor fútbol en meses durante los siguientes 20 minutos. Incluso, disfrutó de un penalti a favor --que Mauro Icardi tiró pésimamente--, que podría haber amarrado definitivamente la cuarta posición del campeonato. Dejar escapar esa oportunidad trajó a todos los fantasmas de nuevo, y a partir de ahí el Inter fue un juguete en manos de un Empoli que se aferraba con uñas y dientes a la salvación.

El empate de Traoré enmudeció el estadio interista, y las continuas arremetidas del rival convirtieron a Handanovic en el verdadero héroe de la tarde, hasta que Radja Nainggolan puso el 2-1 definitivo en el marcador.

El equipo de Spalletti pudo por fin respirar al ver asegurada su presencia un año más en Champions League, y la alegría fue doble pues con su victoria dejó fuera de dicha competición a su máximo rival.

El AC Milan venció en su visita a la SPAL, en un encuentro muy disputado y que los de Rino Gattuso acabaron llevándose por 2-3 gracias a un penalti convertido por Franck Kessie en el minuto 66. Los milanistas acabaron pagando su irregular campaña en la cual nunca lograron imponer un esquema de juego ni un once tipo, y en la que las controversias y los malos rendimientos de algunos de los que estaban llamados a ser de sus mejores jugadores acabaron por coronar un pésimo año que --por lo menos-- se cerró con una decorosa clasificación a la Europa League.

Los de Gattuso, que también dirá adiós al club de su vida este verano, albergaban esperanzas de meterse en la Champions la temporada que viene vista la mala racha por la que pasó su vecino en el último mes y medio, pero al fin de cuentas, no le dio para desbancar ni al Inter ni al Atalanta.

El verano se presenta movido para ambos clubes de Milán. Los dos banquillos cambiarán y, una vez más, las inversiones a ambos extremos de la ciudad deberán ser significantes para intentar retomar el rumbo perdido.

El Inter ya tiene en la mira a Antonio Conte como entrenador y varios nombres de jugadores que fueron importantes para el técnico en el Chelsea --entre ellos el milanista Tiémoué Bakayoko-- ya están subrayados en la agenda de Beppe Marotta. La situación rossonera es bastante más complicada, pues no se sabe si los dueños volverán a vender el equipo, ni quien será el siguiente en en el banquillo de San Siro.

Será el verano el mejor momento para meditar y resetear el espíritu de los dos equipos de Milán, que cada año arrancan con energías renovadas y ganas de intentar desbancar a la Juventus, pero que al final acaban volviendo a sufrir las mismas carencias que trae el descontrol con el cual se han manejado estas entidades en la última década.

Al menos el Inter tendrá la dicha de poder estar en Champions un año más, mientras que los milanistas tendrán que intentar mantener a los jóvenes jugadores que le han funcionado este año para poder así hacer crecer el proyecto. Son realidades distintas pero complicadas ambas, aunque en este final de temporada unos estén celebrando más que los otros.