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Levante, el equipo desconocido de Cruyff

BARCELONA -- Johan Cruyff se estrenó como futbolista en el Ajax y se despidió en el Feyenoord. Entre el 15 de noviembre de 1964 y el 13 de mayo de 1984 el holandés volador disputó 667 partidos oficiales repartidos entre los dos equipos referidos, el FC Barcelona, Los Angeles Aztecas, el Washington Diplomats… Y el Levante, en una curiosa experiencia de apenas dos meses y medio en lo que fue su retorno, breve, al fútbol español tres años después de abandonar el Barça.

Acabada su segunda temporada en la desaparecida NASL jugando 27 partidos con el Washington Diplomats, en 1980, Cruyff regresó a Barcelona para tomar parte, en diciembre de aquel año, de un partido amistoso en beneficio de UNICEF que enfrentó al equipo azulgrana con un combinado bautizado con el nombre de Humane Stars y cuya presencia provocó que el Camp Nou presentase un lleno absoluto de aficionados entregados a su figura.

Jugaron estrellas como Platini, Blokhin, Hugo Sánchez, Bonhoff o Rummenigge… Pero la estrella de Johan brilló con luz propia, enfrentada y comparada con la de un jovencísimo Bernd Schuster que empezaba a ser el guía del Barça y hasta que, nada podía ser normal, a Cruyff le expulsó el árbitro entre un escándalo monumental de pitos de protesta por parte de los hinchas.

EL ESPANYOL…

Pero aquella noche comenzó a germinarse un íntimo deseo del holandés. Cercano a cumplir los 34 años y libre de contrato, Cruyff expresó sus ganas de volver a Europa y de pronto, ya en enero de 1981, se rumoreó un posible fichaje por el Arsenal que acabó en nada por la poca disposición de los gunners a atender sus demandas a la vez que también aparecía un supuesto interés del Betis, uno que se demostró cierto del Espanyol y otro, al que nadie hizo caso, del Levante, en aquel entonces de Segunda División.

Nunca se supo realmente qué ocurrió con el Espanyol, que llegó a negociar con Johan en lo que habría sido un golpe de efecto absoluto 18 años después de haber fichado a otro ídolo del Barça como fue Kubala. El club blanquiazul creyó tenerle atado hasta que, de improviso, recibió un ‘no’ inesperado por respuesta que en Sarrià sospecharon fue auspiciado por el entonces presidente del Barcelona, Josep Lluís Núñez, temeroso de que aquella operación provocase un terremoto en el Camp Nou por los muchos seguidores que mantenía el holandés.

Se dijo, se afirmó, que Cruyff habría argumentado su fichaje por el Espanyol por no querer reabrirle las puertas el Barça y, claro, aquello no sería la mejor noticia para los mandatarios del club azulgrana… Así que se rompió la operación.

… Y EL LEVANTE

Y, de forma inesperada, totalmente, apareció en el escenario el Levante. El 18 de enero de 1981 el equipo granota venció en el Ciutat de València por 2-0 al Burgos y asaltó el liderato de la Segunda División en España. Soñaba el club con regresar a una Primera División que solo había disfrutado entre 1963 y 1965 y en plena euforia su presidente Paco Aznar se marchó dos días después a Amsterdam para reunirse personalmente con Johan Cruyff y su suegro, y representante, Cor Coster.

El primer encuentro duró apenas media hora por cuanto Coster les anunció que tenía un acuerdo con el Leicester, que luchaba por escapar de un descenso en la Liga inglesa que finalmente no consiguió evitar, que le ofrecía un salario de 5.000 dólares semanales. Pero el presidente del Levante no se dio por vencido y su ánimo e insistencia (y oferta económica) acabó convenciendo al cabo de pocos días al jugador holandés a pesar de las reticencias de su suegro.

No fue un fichaje al final tan sencillo porque la Federación Española de Fútbol rechazó tramitar la ficha hasta que el club valenciano no pagase las deudas que mantenía con algunos futbolistas y que no se solucionó hasta finales de febrero. Curiosamente Cruyff acabó en el Levante siete años después de que en el mismo equipo, también en Segunda División, jugase durante una temporada Carlos Humberto Caszely, uno de los mejores futbolistas de la historia en Chile y que después jugaría en el Espanyol.

Johan firmó contrato hasta final de temporada en el que se le aseguraba un pago fijo de 200.000 dólares (una locura en la época y más en un club que estaba al borde de la quiebra en Segunda División). Además de ello se le aseguraba la mitad de los ingresos por taquilla de los partidos jugados como local y, obvio, una vivienda familiar con todos los gastos pagados en una zona residencial de Valencia.

Y, por fin, el primero de marzo de 1981, jornada 26 y con el equipo granota a un punto de los puestos de ascenso, debutó con el equipo, en un partido disputado en el Ciutat de València frente al Palencia y que venció por 1-0. El efecto Cruyff provocó que el estadio se llenase y que el presidente del club mostrase una alegría que fue efímera.

Y es que a partir de ahí las cosas no fueron como se esperaba. El holandés había firmado una serie de cláusulas con Paco Aznar que le permitían entrenar a su manera, no viajar con el equipo, no concentrarse… Y hasta tener derecho a parte de la recaudación de los campos rivales.

El Alavés se negó a aceptar en la jornada 29, Cruyff se negó a jugar y volvió desde Vitoria hasta Valencia en coche mientras el Levante perdía por 1-0, provocando el despido del entrenador y el enrarecimiento en el seno de una plantilla que sin echarle nada en cara a Johan sí lo hacía con el presidente por sus problemas, de los jugadores, para cobrar al día sus salarios.

El equipo granota perdería ya toda su ilusión por el ascenso con dos derrotas y un empate en tres jornadas, solo dos goles del holandés y otra espantada en Linares antes de su despedida (0-2) en casa frente al Recreativo de Huelva, con la imagen de su suegro abandonando el estadio con el dinero de la recaudación que le correspondía envuelto en papel de periódico.

Johan se marchó sin despedirse, se afirma que furioso por cuanto apenas si cobró una tercera parte de los 200.000 dólares firmados mientras el equipo se derrumbaba en la Liga hasta acabar noveno en la clasificación. En total fueron diez partidos en dos meses y medio, dos goles, cuatro victorias, dos empates, cuatro derrotas y la sensación de lo que pudo haber sido pero, evidentemente, no fue.

Ahí acabó la loca aventura de Cruyff en el Levante. Decepcionado y angustiado por un negocio que le había provocado pérdidas millonarias, el holandés regresó a Estados Unidos para jugar en el Washington Diplomats, en el que permanecería unos pocos meses hasta solventar el regreso a casa, al Ajax. Aunque esa es otra historia…