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El Barcelona: Un rey desnudo

“A veces el fútbol tiene estas cosas”, excusó Sergio Busquets, respondiendo a los micrófonos de Movistar, y restando trascendencia a lo sucedido. “Ha sido un partido igualado”, repitió el mediocentro del Barcelona, con la mirada perdida y sin acertar a entender qué había ocurrido en el Ciutat de València, donde el campeón quedó en evidencia, desnudo sin fútbol y derrumbado en el marcador.

Al Barça, se ha dicho una y mil veces, no le basta ni con el nombre ni con el empuje para ser grande. Su ADN dice muy claramente que para ganar necesita jugar bien. “Si jugamos bien acabaremos ganando”, repetía como un mantra Pep Guardiola. “Si tenemos el balón, ellos no lo tienen... y si sabemos qué hacer con el balón tendremos muchas más opciones de ganar”, afirmaba, hace ya cerca de tres décadas, Johan Cruyff.

Eso, para bien y para mal, es la razón de ser de este equipo que ante el Levante no supo qué hacer, por donde ir, cómo mandar y, por encima de todo, no supo imponer su indiscutible superioridad sobre un rival que pasó de la incredulidad a la fe. Y de la fe al triunfo, al éxito. Por encima de un Barça desalmado, triste y conformista. Lo peor: el conformismo.

El Barça ya ha perdido más partidos de los que ha que ganado lejos del Camp Nou, demostrando que es tanto un equipo agarrado a Messi como un equipo de ir por casa. Apático y sin actitud, destacó en la primera parte más Griezmann por su trabajo defensivo y Semedo por sus subidas por la banda que cualquier otra cosa, en un equipo sin capacidad de sufrimiento y que dio la sensación que tras el 0-1 creyó tener la victoria en el bolsillo.

Desde el desastre de Liverpool no encajaba tres goles el equipo de Valverde, al que el Levante se bastó con tres remates entre palos para destrozar. Mostró una imagen antes, durante y después, sin alma. Jugando con una marcha menos de lo necesario y calmado de manera impensable.

“Un partido lo ganas cuando después de marcar el primer gol buscas el segundo”, explicaba en su momento Guardiola. Y eso es lo que no hizo el Barça en Valencia, donde su discurso futbolístico fue un desastre mayúsculo.

Da la sensación de que a este Barça le molestan los partidos que no están llamados a entrar en los libros de su historia. Los rivales los enfocan como si les fuera la vida y al equipo azulgrana da la sensación que le importan entre poco y nada. Parecería que piensa que ganará por el nombre sin importarle nada más...

Y no es eso, desde luego que no. El Barça es un equipo condenado a jugar bien, a mostrar su personalidad día a día para triunfar. Sin ello, sin alma, sin ambición, sin intención y sin fútbol es un Rey desnudo. Totalmente.