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Lunes de descanso y reflexión en Barcelona

BARCELONA -- Lunes de fiesta. Dos semanas después del despido de Ernesto Valverde y su sustitución por Quique Setién en el banquillo la plantilla del Barcelona disfrutó de su primer día de descanso, en una jornada de especial reflexión al cabo de tres partidos con el nuevo entrenador y una derrota en Valencia que mezcló dudas con alarmas, descubriendo que el cambio está teniendo difícil encaje en el vestuario azulgrana.

Si Valverde prefería marcar la diferencia en las áreas y postulaba un juego más vertical, Setién apuesta por el toque, el pase, la paciencia, la triangulación y la superioridad a través de la posesión, que se ha disparado bajo su mando hasta un 80 por ciento… descubriendo, sin embargo, un evidente déficit rematador lastrado, sin duda, por la ausencia de Luis Suárez que invita a sospechar un asalto final al mercado para encontrar un sustituto.

¿Parche a corto plazo o apuesta de futuro? Ese es el gran debate alrededor del Camp Nou, donde se establece igualmente la necesidad, o no, de que este sustituto, si llega, sea un jugador de carácter rematador como es el uruguayo o de un perfil distinto, adaptable tanto a Messi como a Griezmann, como a Dembélé y hasta Ansu Fati en un plan futbolístico al que se intenta adaptar a toda prisa la plantilla.

Umtiti ha pasado por delante de Lenglet y Sergi Roberto ha visto frenado su ímpetu ofensivo, anclado en una zaga de tres cuando se sale al ataque donde los mediocampistas adquieren todo el protagonismo.

Se junta más el equipo, aumenta el papel de Busquets junto a De Jong pero el balón transita con una lentitud y falta de profundidad, de ruptura de líneas, que en Mestalla fue especialmente gravoso, contemplándose, contra la idea inicial, que la rebelión personalizada por Arturo Vidal empuja mucho más que Arthur Melo, especialmente señalado en Mestalla.

A un mes de visitar Nápoles en los octavos de final de la Champions y habiendo perdido el liderato en la Liga, entregado al Real Madrid por primera vez a estas alturas desde 2017, Setién necesita completar su rompecabezas sin atender a ningún plazo porque, sencillamente, los plazos no existen en un Barcelona tan atado al marcador como lo está a la recuperación de un estilo que baila al son de Leo Messi.

Tras la fallida apuesta por Coutinho, el Barça presentó la evolución con De Jong y Griezmann pero su encaje no ha resultado como se suponía y se esperaba. El holandés mantiene un perfil muy alejado del que mostró en el Ajax y el francés, entregado al equipo en todas sus facetas, se pierde dividido en tantas facetas que no le ofrecen la oportunidad de enseñar las mejores virtudes que dio en el Atlético. Y entre todo ello, como un libro que se repite, el equipo se mantiene a flote atado a Ter Stegen atrás y Messi delante.

La idea de colectivo queda a la sombra de la excelencia del portero alemán y la definición del crack argentino y mientras el nuevo entrenador intenta encontrar la tecla, el vestuario necesita asimilar esa idea con urgencia.