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El Barcelona tiene un plan innegociable... por ahora

BARCELONA -- Dijo una vez Gerard Piqué que a veces es más saludable y adecuado alejar el balón con un pelotazo. Dijo una vez Jordi Alba, quien ya se verá cuantas semanas está de baja, que no siempre se tiene que jugar en corto y que es buena solución buscar con un pase largo desde atrás la espalda de la defensa rival. Dijeron y dijeron… Lo que hoy, ahora, no pueden decir. Mucho menos practicar.

El Barcelona de Quique Setién será mejor o peor, será más fino, áspero, brillante, o discreto... O lo que se quiera. Pero es un equipo con un plan definido de manera absoluta. Un plan innegociable en el que el balón se mima, se juega, se toca con paciencia, se combina a la espera del momento oportuno para romper la línea enemiga. Y que no cambia ni aunque el rival presione a Ter Stegen y a Piqué, a un lateral, al otro o a los dos. O a Busquets. Es una idea fija. Un plan, de momento, innegociable. El Barça ganó al Getafe, sufriendo, y ganó a los pitos que llegaron a escucharse en el Camp Nou, por parte de una afición desconcertada con ese juego impuesto por el entrenador, distinto a Valverde pero también diferente a la idea por la que se debe suspirar, se supone, de recuperar ese fútbol del pasado.

“Yo odio el tiki-taka porque el tiki-taka es pasarse el balón sin intención y lo que yo quiero es que mi equipo descoloque al rival, buscando el espacio y la rapidez” explicó una vez Pep Guardiola en lo que podría pensarse ABC de su filosofía. Esa debe ser, se entiende, la que busca el Barça de Quique Setién y que, a la vista está, cuesta de encontrar.

Tanto como puede no entenderse la impaciencia que se extendió por el Camp Nou cuando apretaba el Getafe este sábado, las protestas por esa paciencia infinita, por no combinar en largo y por, a pesar de todo, mantener hasta el último suspiro, con sufrimiento incluido, el mismo plan.