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A la sombra de Luis Figo: las grandes 'traiciones' en la historia del futbol

La marcha de Luis Figo al Real Madrid permanece en Barcelona como un suceso imposible de olvidar. Capitán e ídolo indiscutible en el Camp Nou, su fuga, novelesca, al gran rival sigue siendo considerada por muchos, al cabo de veinte años, la mayor traición de la historia del fútbol... Pero el del portugués no es un caso único.

Son muchos los futbolistas que cambiaron de acera y dejaron en los hinchas una sensación similar a la de Figo. Algunos de ellos tuvieron sus razones personales, otros deportivas, otros económicas... Estos son, acaso, los diez casos más sonados al margen del portugués.

Johan Cruyff (Ajax-Feyenoord)

El holandés volador, el Flaco, el jugador de referencia en la historia del Ajax, club al que regresó tras su periplo por Barça, Estados Unidos y Levante en diciembre de 1981, acabó, muy a su pesar, su carrera en el Feyenoord, gran rival histórico del club de Amsterdam, tras ser invitado a retirarse por el presidente. La historia comienza en las últimas semanas del año 1981, cuando Johan, camino de los 35 años, firmó un inverosímil contrato por el Ajax según el cual sus ingresos irían en consonancia con la asistencia de espectadores al viejo estadio De Meer. El éxito sorprendió a la propia empresa y en todos los sentidos: en temporada y media el equipo ajacied enlazó dos títulos de Liga y uno de Copa, llenando a cada partido las gradas de su estadio y siendo Johan el líder indiscutible del equipo... Hasta que en la primavera de 1983 explotó un divorcio inimaginable.

Tom Harmsen, el presidente del Ajax, consideró que a sus 36 años Cruyff era demasiado veterano para ser el mejor pagado de la plantilla y le insinuó la necesidad de retirarse. Herido en su orgullo, el Flaco contactó a través de su suegro con el Feyenoord, el archirival histórico, y en un abrir y cerrar de ojos acordó su fichaje por una temporada, provocando un auténtico bombazo en todo el país.

"Mi retiro lo decido yo, nadie más", proclamó en su presentación como nuevo jugador de un Feyenoord que bajo su embrujo conquistó el doblete, Liga y Copa, siendo considerado Cruyff mejor jugador del año y anunciando, al acabar aquella temporada 1983-84, su retiro. "Ahora ya es el momento. Espero que se hayan dado cuenta de su error", dijo a modo de despedida.

De más está decir que a pesar de aquello Johan Cruyff se mantiene como la mayor leyenda en la historia del Ajax, a cuyo estadio da nombre.

Sol Campbell (Tottenham-Arsenal)

Uno de los mejores centrales ingleses de la historia reciente formó parte del Tottenham desde edad juvenil, en 1989, y hasta 2001, cuando siendo uno de los jugadores más estimados de la afición sorprendió a todo el mundo rechazando cualquier oferta de renovación para fichar por el Arsenal, el gran rival histórico de los Spurs.

Su marcha motivó en Londres una reacción similar a la ocurrida en Barcelona con el caso Figo, atendiendo a que en los meses anteriores a su marcha Campbell proclamó que jamás jugaría en el Arsenal por la identificación que sentía por el Tottenham. Su fichaje fue una auténtica sorpresa por cuanto no se conoció, ni sospechó, hasta el mismo día de su presentación, a partir del cual pasó a ser conocido como Judas por los hinchas de White Hart Lane.

La ira de algunos fans de los Spurs fue de tal consideración que Campbell precisó seguridad privada durante más de un año, tuvo que cambiar de domicilio y nunca más fue bienvenido en el estadio del Tottenham, ni tras abandonar el Arsenal en 2006 para jugar en el Portsmouth.

"Lo volvería a hacer. Amo al Tottenham pero era mi vida deportiva y mi decisión", reveló tras su retirada, en 2011, como jugador del Newcastle.

Hugo Sánchez (Atletico Madrid - Real Madrid)

No es este el lugar para justificar ningún caso, pero el de Hugo Sánchez merece una aclaración: Pasó del Atlético de Madrid al gran enemigo porque un señor llamado Terry Venables rechazó su fichaje por el Barcelona en el verano de 1984. De no ser así la historia, suya, del Real, del Barça y del fútbol español pudo haber sido distinta. Muy distinta.

Hugo llegó al Atlético de Madrid en el verano de 1981 y tras una primera temporada de adaptación se convirtió en héroe indiscutible a orillas del Manzanares. Tal fue así que en el verano de 1984 el Barcelona acordó su fichaje... que el nuevo entrenador del club azulgrana rechazó, imponiendo en su lugar al escocés Steve Archibald.

Se quedó en el Atlético pero el Real Madrid empezó pronto durante la temporada 1984-85 a trabajar su fichaje para suceder a Santillana y en el verano de 1985 lo concretó, siendo el mexicano máximo goleador de la Liga y rechazando entonces, en primera persona, un acercamiento del Barça.

"Volvieron a por mi, pero les dije que el tren había pasado", declaró años después, ya convertido en estrella merengue y en personaje especialmente rechazado por la hinchada del Atlético, dolida por su paso al enemigo, en el que sus volteretas, goles y títulos fueron legendarios hasta que en 1992 abandonó el club.

Roberto Baggio (Fiorentina - Juventus)

Italia es diferente a la Europa futbolística. Pirlo, Seedorf, Vieri, Inzaghi, Ibrahimovic... No son pocos los jugadores que pasaron de un grande a otros sin que ello provocase un terremoto social en su club de origen. Pero el caso de Baggio fue distinto.

Surgido de la escuela del Vicenza, en 1985, a los 18 años, fue fichado por la Fiorentina, donde su impacto sin ser inmediato sí fue absoluto en cuanto debutó en el primer equipo un año después. Para la historia quedará su primer gol con el equipo viola, en mayo de 1987 frente al Napoli de Maradona y su consideración de gran ídolo de Florencia. Hasta que en el verano de 1990 estalló todo.

La Juventus batió el record del mercado de traspasos pagando por su fichaje 10 millones de euros y su marcha fue considerada una traición sin precedentes en Florencia, donde la Vecchia Signora siempre fue considerada la sociedad más odiada por los hinchas locales.

Tal fue el escándalo que se produjeron disturbios en las calles y Baggio tuvo que abandonar la ciudad, escondido, con toda su familia, pasando a ser considerado persona non grata por una afición que jamás, ni cuando pasó en 1995 al Milan o más tarde al Inter, le perdonó.

Cuando se retiró en 2004 con el Brescia (donde llegó a jugar con Guardiola), fue agasajado por la mayoría de clubs de Italia. La Fiore, presionada por sus aficionados, no le dedicó ni una frase.

Mario Götze (Borussia Dortmund - Bayern Munich)

Futbolista del Borussia desde que entró en sus categorías inferiores en 2001, a los nueve años, Mario Götze debutó en el primer equipo en 2009 y se convirtió de inmediato en una de las estrellas más rutilantes del equipo, siendo pieza fundamental en los esquemas de Jürgen Klopp y en la conquista de la Bundesliga por dos temporadas consecutivas.

En el verano de 2013, sin embargo, el Bayern anunció su fichaje haciendo valer el pago de la cláusula de 37 millones de euros que tenía en su contrato con el club de Dortmund y los aficionados, que esperaban que su joven estrella rechazase el trasvase, acogieron con gran decepción su decisión de abandonar el club para marchar a Múnich.

Especialmente duro fue conocer su traspaso semanas antes de que los dos equipos se enfrentasen en la final de la Champions y aunque Klopp le disculpó afirmando que Götze se iba por su deseo de jugar a las órdenes de Pep Guardiola, la hinchada del Borussia no dejó de despreciarle, recibiendo su regreso en 2016 con no pocas reservas.

Luis Enrique (Real Madrid - Barcelona)

“No me reconozco en los cromos con esa camiseta", llegó a proclamar, entre provocador y divertido, Luis Enrique en diciembre de 1996, meses después de haber abandonado el Real Madrid para fichar, libre de contrato, por el Barcelona.

El hoy seleccionador español, personaje de leyenda en el Camp Nou tanto en su faceta de futbolista primero como de entrenador después, jugó en el Real entre 1991 y 1996, siendo secundario de lujo en el equipo merengue y abandonándolo al acabar contrato, tan seducido por Johan Cruyff, que no llegaría a entrenarle, como por una gran oferta azulgrana que, mezclada con su divorcio con los dirigentes del Bernabéu le empujaron a dar el paso.

El odio, visceral, de gran parte de la afición del Real Madrid por Luis Enrique se ha mantenido a lo largo de los años. Tanto como el cariño, innegociable, que disfruta en el Barcelona.

Gonzalo Higuaií (Napoles - Juventus)

Estrella indiscutible en el Napoli, al que llegó procedente del Real Madrid en 2013, al cabo de tres años protagonizó el tercer trasvase más caro de la historia del fútbol, solo por detrás de Gareth Bale y Cristiano Ronaldo, pagando la Juventus 90 millones de euros por su fichaje.

La hinchada de San Paolo, cuyo desprecio por la Juventus es notorio, recibió como una auténtica puñalada la marcha de su gran ídolo al enemigo y pasó a considerarle un traidor mayúsculo, llegándose a quemar camisetas suyas en las calles de la ciudad.

Si hubo un tiempo en que llegó a ser considerado el heredero de Maradona en Nápoles, hoy es un personaje odiado. "Judas no vale nada" se ha dicho de él.

Mo Johnston (Celtic - Rangers)

Puede ser un caso menos mediático a nivel global pero en Escocia su nombre evoca toda clase de reacciones. Delantero surgido del Partick Thistle, en 1984 llegó al Celtic procedente del Watford y se convirtió en su gran referencia durante las tres siguientes temporadas, elevado a la categoría de mito para los hinchas y despedido con todos los honores cuando en 1987 fue traspasado al Nantes.

Dos años después ocurrió lo inimaginable. El "soy del Celtic y jamás podría jugar en el Rangers... Nunca jugaré en un equipo escocés que no sea el Celtic" que había proclamado Mo Johnston se tradujo en un fichaje por el equipo protestante, siendo el segundo jugador que pasaba de un equipo a otro desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Si la afición del Celtic acogió la noticia con disgusto, la del Rangers no le recibió mucho mejor, contándose por casi un millar los aficionados que se presentaron en las oficinas del club protestante para dar de baja su abono de temporada. De hecho su fichaje se produjo tres días después de que su nombre fuera portada en los diarios locales de Glasgow, anunciando su seguro regreso al club católico.

Al cabo de dos temporadas, en 1991, fue traspasado al Everton y aún siendo considerado uno de los mejores jugadores escoceses de su generación, su nombre no es especialmente recordado con cariño ni en Celtic Park... Ni en Ibrox Park.

Michael Owen (Liverpool - Manchester United)

La gran rivalidad histórica del fútbol inglés es la que protagonizan Liverpool y Manchester United, los dos gigantes del norte, y que elevaron la animadversión entre sus aficionados cuando en el verano de 2009 Michael Owen se incorporó, libre desde el Newcastle, por el club de Old Trafford.

Leyenda indiscutible del Liverpool desde edad juvenil, Owen ya había dejado cinco años antes Anfield para jugar en el Real Madrid pero permanecía en el corazón de los aficionados reds, que recibieron de muy mal talante su fichaje por los red devils.

Durante sus dos temporadas de permanencia en el United solamente jugó 16 minutos en Anfield como rival, en octubre de 2009, siendo objeto de innumerables abucheos por parte de la afición local... Y aunque con el paso del tiempo se ganó una suerte de perdón la estima que llegó a tener nunca se recuperó.

Michael Laudrup (Barcelona - Real Madrid)

Seis años después de que Bernd Schuster, empujado por su enfrentamiento con el presidente del Barcelona Josep Lluís Núñez, provocase un terremoto con su marcha al Real Madrid, Michael Laudrup multiplicó el seismo al hacer el mismo camino.

"Me voy porque no le aguanto más", declaró el danés, a modo de despedida, en su rueda de prensa en la que anunciaba su marcha del Barça días después de la derrota en la final de la Champions de 1994 (en la que Cruyff le había condenado a la grada) y sentenciando su divorcio con el entrenador holandés.

Para entonces ya era una sospecha muy fundada que su destino iba a ser el Real y de nada sirvieron las más de 20 mil cartas que le hicieron llegar al club los aficionados suplicándole que se quedase en el Camp Nou o que, en caso de marcharse, nunca se fuera al enemigo.

Cuando se confirmó su fichaje por los merengues la reacción fue instantánea en Barcelona, pasando a ser considerado un traidor, despreciado por la hinchada azulgrana cada vez que visitó el Camp Nou y no logrando el perdón, que disfrutó, años después, cuando, ya reconciliado con Johan Cruyff ("el mejor entrenador que tuve en mi carrera") se alineó con un equipo de veteranos del Barça en el homenaje que se tributó al técnico holandés en el estadio barcelonista.